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Marcos Zapata: El maltratador no es un enfermo mental

Debemos concienciar a los hombres sobre la necesidad de que los hombres nos impliquemos activamente en la lucha contra los malos tratos.
MUY PERSONAL AUTOR Jacqueline Alencar 30 DE NOVIEMBRE DE 2013 23:00 h

El dinero destinado a combatir la violencia de género ha sufrido con fuerza los efectos de la tijera: a día de hoy, un 26,9% menos desde 2011.

No hay que ser un experto para entender que la visión constante de episodios de violencia puede provocar en el niño el desarrollo de conductas nocivas, al mismo tiempo que puede repercutir directamente sobre su salud.

Como una llaga que crece y crece más, así la violencia física y psíquica que a diario se emplea contra la mujer. Somos espectadores de muchos progresos en distintos ámbitos sociales, pero vemos con preocupación que aumentan las muertes y lesiones de lo que en nuestra sociedad se conoce como violencia de género. El reconocido terapeuta familiar, Marcos Zapata, también pastor y presidente de la Comisión de Familia de la Alianza Evangélica Española, recientemente ha publicado la Guía de Acción Pastoral Contra la Violencia de Género. Por la importancia y actualidad de esta problemática, hemos querido entrevistarlo, para así tener más claros los conceptos y las formas de prevención de esta lacra social.

Pregunta.- ¿Es lo mismo violencia de género que violencia doméstica?
Respuesta.- Hoy en día se hace una diferenciación de las dos violencias. La violencia doméstica: Se lleva a cabo en el hogar entre los miembros de la pareja, entre los hijos, entre hijas y padres, hijos y madres, etc. Podemos decir que es toda forma de violencia física, sexual o psicológica que pone en peligro la seguridad o el bienestar de un miembro de la familia. La violencia de género es aquella en la que las víctimas son mujeres y los agresores las atacan por el hecho mismo de ser mujeres, como resultado de los estereotipos socialmente constituidos que aseguran la dominación masculina y la conservación del modelo patriarcal y es ejercida por un hombre sobre una mujer por razón de género únicamente, además de no ser necesario que ambos residan en el mismo ámbito familiar y no tiene por qué existir un vínculo de parentesco.
La violencia doméstica tiene un carácter más amplio que abarca todos los componentes del ámbito familiar, incluyendo, por tanto, conceptos como maltrato infantil, abuso sexual y maltrato de la mujer.

P.-Aclarado esto, observamos que la violencia de género es un problema de gran trascendencia social. ¿Piensa que la sociedad y los profesionales, en especial, han entendido las dimensiones del mismo?
R.-Desde el Congreso sobre la Mujer celebrado en Pekín en 1995, ha tomado forma y fuerza la etiqueta descriptiva "violencia de género", y muchos son los diferentes ámbitos profesionales que están interviniendo en la erradicación de la misma: juristas, policía, médicos, educadores, psicólogos, terapeutas, pastores, trabajadores sociales, etc. La sociedad ha reaccionado tardíamente, pero ha reaccionado, sin embargo, aún queda mucho por hacer.

P.- Este es un tema de gran actualidad sobre el que los medios de comunicación nos mantienen continuamente informados. Para situarnos… ¿Podría darnos algunos datos estadísticos que al respecto se tienen en nuestro país?
R.- En lo que va de 2013 se cuentan 45, aunque podrían ser 50, porque se están investigando cuatro casos ocurridos en Orense, Asturias, Zamora y Zaragoza durante los últimos meses, en espera de que se esclarezca si las muertes se ajustan o no a las particularidades de la violencia de género.
Desde hace unos meses, el recuento incluye además a los hijos menores de edad que los maltratadores dejaron huérfanos o que pasaron a engrosar el balance de víctimas mortales. Según una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), al menos 840.000 niños y niñas padecen en España la violencia machista que un hombre ejerce sobre sus madres, y más de 500.000 son maltratados directamente.
En los últimos diez años han sido asesinadas 700 mujeres a manos de sus parejas. La comparación con los 829 asesinados por el terrorismo de ETA en toda su historia permite valorar la terrible magnitud del drama.
Pero hay otros datos estadísticos que nos ayudan a entender mejor la situación, por ejemplo:
· El 74% de las mujeres maltratadas son acosadas por sus parejas en su puesto de trabajo.
· Un 20% de las mujeres víctimas de violencia pierde definitivamente el empleo.
· El 53% de hombres que maltrataron a sus mujeres también abusaron sexualmente de sus hijas.
· El 35% de las mujeres que ingresan en urgencias lo hacen por temas relacionados con violencia de género.
· Un 28% de mujeres ha vivido relaciones sexuales forzadas antes de los 16 años.
· El 74% de las agresiones se producen en el domicilio familiar.

P.-¿Cuáles los tipos de violencia de género? ¿Cómo se van presentando los mismos?
R.- La violencia se manifiesta de diversas formas, se consideran, entre otras: la violencia física, la psicológica, la económica, la violencia, el abuso y el acoso sexual y cualquier otra forma de violencia que pueda lesionar la libertad o la integridad de las mujeres.
Inicialmente suele presentase esta violencia a través de violencia psicológica, con tácticas de presión como cuando el hombre la intimida, manipula a los niños, amenaza con no dar dinero. También a través de la falta de respeto; interrumpe, no escucha, no responde, manipula la interpretación de tus palabras, increpa a tus amigos y familia. No respeta sus derechos ni sus opiniones. Se genera un ambiente donde hay tiranía emocional, aislamiento, abuso de autoridad y confianza, acoso o maltrato verbal, y en la mayoría de las ocasiones a través del control económico. Todo ello representa un maltrato emocional, muchas veces previo a la violencia física.

P.- ¿Se puede prevenir? ¿Hay señales de humo que lo anuncian?
R.- La prevención es una tarea social que se ha emprendido desde las instituciones públicas y las privadas, y desde la iglesia debemos estar presentes en dicha tarea.
Hay una serie de indicadores que nos señalan la posible presencia del maltrato, o la posibilidad de que este vaya a ocurrir, tienen que ver con las amenazas, la intimidación, el abuso emocional, el aislamiento y la desvalorización. Para saber si una mujer está maltratada debemos preguntarnos si está bien tratada. Es muy simple, el maltrato es lo contrario al buen trato, si éste no se da, estamos ante una situación, en mayor o menor grado, de maltrato.

P.- ¿Qué consecuencias se generan a nivel familiar?, sobre todo pensando en los hijos.
R.- No hay que ser un experto para entender que la visión constante de episodios de violencia puede provocar en el niño el desarrollo de conductas nocivas, al mismo tiempo que puede repercutir directamente sobre su salud. El niño o niña expuesta a constantes episodios de violencia presenta grandes acumulaciones de ira, lo que provoca que tenga dificultades para controlar su propio comportamiento. Puede ocurrir que repriman sus sentimientos como medio de control de sus miedos, lo que puede derivar en un desarrollo patológico a largo plazo. En la mayor parte de los casos presentan memoria distorsionada, deterioro de sus capacidades cognitivas, ansiedad, depresión, estrés, dificultades de concentración, enfermedades psicosomáticas, alteraciones en el desarrollo integral...

P.-¿Cuál es el perfil del maltratador?
R.- Podríamos hablar largo y tendido sobre los maltratadores, pero sin ánimo de ser exhaustivo, puedo aportar el siguiente perfil del hombre maltratador. Lo primero, y muy importante, es que debemos saber que no es un enfermo mental. Utiliza la violencia con el fin de doblegar la voluntad de la víctima. Tiene actitudes sexistas y creencias estereotipadas de las mujeres.
Ve amenazado permanentemente su poder en el ámbito familiar. Impone el aislamiento social de su entorno familiar, como estrategia para romper la independencia y autoestima de su pareja. La imposición de aislamiento en no pocas ocasiones va más allá de lo psicológico y pasa a la inmovilidad física, dándose situaciones de secuestro en el propio hogar. Critica constantemente con el ánimo de crear inseguridad y fomentar la dependencia. No asume la responsabilidad de sus actos violentos ni considera el problema como propio. Tiene una gran capacidad de persuasión. Con extraños utiliza la seducción para imponer sus criterios. Racionaliza su conducta violenta, la justifica y minimiza. Atribuye el problema a la propia conducta de la víctima, a la familia, el trabajo, la situación socioeconómica. Representa una imagen social opuesta a la que tiene en el ámbito privado. Fuera de casa puede ser educado, alegre, amable, seductor, solidario, atento, respetuoso. Una de sus estrategias es la de convencer a la mujer de que no puede vivir sin él, cuando en realidad es él quien depende “funcionalmente” de ella. Manipula a la compañera ejerciendo el control sobre los bienes materiales. Siempre pide una segunda oportunidad. Esgrime los celos para invadir y controlar la vida de la mujer.
Son algunos de los elementos que nos dan un dibujo del maltratador.

P.- ¿Se dan casos de violencia de género en las iglesias? ¿Ignoran los líderes y responsables la existencia de los mismos?
R.- Aun en los hogares llamados cristianos se padece, y las mujeres cristianas no se inclinan a hablar de ello. Craig Massey, un reconocido consejero familiar, dice que muchas de las mujeres que buscan su ayuda son esposas que han sufrido palizas y maltrato. Y según él, las estadísticas realizadas por fuentes seculares se aplican en igualdad para las familias cristianas.
En su libro “Sin lugar para esconderse”, Esther L. Olson dice que más de la mitad de las mujeres abusadas son «religiosas» o «profundamente religiosas». Catalina Santucci, otra consejera cristiana, dice que un alto porcentaje de quienes concurren a su consultorio son mujeres cristianas que tratan de hacer frente a un inflexible abuso. Sospecho que muchas mujeres cristianas infelices no consultan a sus pastores ni a consejeros profesionales. Saben por experiencia que, la mayoría de las veces, lo único que consiguen es un impotente encogimiento de hombros y una exhortación a orar con más fervor, a tratar de ser alegres y calladamente sumisas. De esta manera, se les dice, ganarán a sus esposos y entonces el abuso terminará.

En el pasado los líderes fueron en ocasiones parte del ciclo del maltrato. Una mujer que estaba sufriendo maltrato sentía que podía obtener poca ayuda de consejeros profesionales, y además, sus miedos habían sido confirmados por subsecuentes eventos. Después de años de palizas, cientos de golpes, algunos terriblemente salvajes, finalmente esa mujer hizo algo: le dijo a su pastor que iba a abandonar a su esposo, y lo hizo. Dos meses más tarde había regresado. Había sucumbido a la presión, mayormente la de su pastor. Atribuyéndole la responsabilidad de la restauración a ella, su pastor la persuadió de volver con el hombre que la había tratado como un trapo durante casi veinte años. Le dijo que su matrimonio era demasiado precioso para que terminara por cosas que podían ser salvadas. Ya que su esposo había cambiado en los dos meses que ella se había ido, ¿no le daría otra oportunidad? Rápidamente ella sucumbió. Volvió con su marido. Para el pastor, esa había sido una victoria fácil. Él había “salvado” el matrimonio.

¿Por qué el pastor la hizo regresar?, es la pregunta crítica. La respuesta cae esencialmente en tres convicciones correctas, no obstante, fundamentalmente engañosas. La primera, concerniente a la santidad del matrimonio; la segunda es sobre la importancia de la sumisión en un saludable matrimonio. La tercera es el perdón cristiano.

P.- ¿Qué respuesta existe desde el punto de vista jurídico? ¿Sólo bastan las normas legales que se aprueban? Denos su parecer.
R.-La Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, ha traído grandes avances en los derechos de la mujer maltratada, aunque ha sido muy controvertida en otros aspectos. La ley presenta un texto que contempla tanto medidas asistenciales como de prevención, con especial atención a las políticaseducativas que insistan en la igualdad y el respeto de los derechos de la mujer. Su aspecto más polémico: la discriminación positiva que se establece por penalizar el maltrato doméstico sólo cuando el agresor es un hombre y la víctima, una mujer. Una de las enmiendas aprobadas durante su tramitación parlamentaria contempla la modificación del Código Penal para que las amenazas y lesiones leves sean consideradas como delito cuando afecte a víctimas «especialmente vulnerables» -niños, ancianos y minusválidos- que convivan con el autor.
Pero no sólo llegan las normas legales, aunque imprescindibles, sino que se ha y se está trabajando en medidas educativas de prevención en los distintos escenarios sociales, incluyendo, como no, las iglesias.

P.- La crisis económica y los famosos recortes están restando importantes fondos para apoyar a las víctimas de este tipo de violencia. ¿Una cosa es lo que se promete y otra la que se cumple?
R.- Todos los expertos coinciden en que cuantos más recursos se dediquen a combatir la violencia de género, menos mujeres sufrirán los efectos de esta lacra. Poco parece importarle esto a los gobernantes: los recortes en políticas en favor de la igualdad y en los programas para la prevención de la violencia machistahan sido constantes. En el caso de la igualdad los recortes llegan al 47% en los dos últimos años y el presupuesto destinado a prevenir la violencia contra las mujeres se ha reducido cerca de un 30%.
El dinero destinado a combatir la violencia de género ha sufrido con fuerza los efectos de la tijera: a día de hoy, un 26,9% menos desde 2011. Ese año el Gobierno reservó 30.363.120 euros para este apartado; en 2013, apenas se ha destinado 22 millones de euros (en concreto 22.197.340 euros). En cifras absolutas son 8,1 millones de euros menos entre 2012 y 2013. En 2014 el panorama no va a cambiar. De hecho, empeora: el presupuesto para los programas de prevención de la violencia machista será de 21.854.420 euros el año próximo, un 1,45% menos que en 2013 y nada más y nada menos que un 28% menos que en 2011.
Cada uno saque sus propias conclusiones.

P.- ¿Cómo enfocar este problema desde el punto de vista pastoral? ¿Están preparados los responsables de las iglesias para afrontar casos de violencia de género o deben recurrir a la ayuda de profesionales?
R.- Los agentes pastorales de nuestras iglesias deben formarse para el abordaje de la violencia de género. Hay ciertas características personales y profesionales que parecen comunes entre quienes son efectivos en su función de agentes pastorales. El agente pastoral contribuye con su visión de mundo, su experiencia en la vida, su historia personal, su carácter, su integridad, y sus creencias acerca de las personas en el sagrado espacio de la consejería y la atención pastoral.
La diferencia entre los índices de buen éxito tiene más relación con el consejero y la calidad de la relación de consejería que con el tipo de tratamiento. La relación entre el consejero y la persona aconsejada es el mejor vaticinador del resultado del tratamiento. Evidentemente, en los aspectos que desborden la capacidad de intervención del pastor o consejero, éste debe derivar, pero no es lo más habitual, ya que la clave está en la relación y acompañamiento pastoral.
Hay algunas características que deberán estar presentes en dichos pastores: Profundo amor por Cristo y dependencia del poder del Espíritu Santo con una habilidad de aplicar las Escrituras y los principios bíblicos de una manera práctica. Que sepa escuchar las preocupaciones de la persona que busca consejo. Que manifieste emociones positivas: capacidad de amar, reconocer valor, perdonar, y estimular a otros. Responsabilidad personal: valor, perseverancia, humildad, y moderación. Paciencia: especialmente con la persona que es nueva en la fe en Cristo. Muchas personas que reciben consejo continúan luchando con hábitos del corazón que las dominan desde antes de la conversión. Asertividad: habilidad de desafiar, enfrentar, y ofrecer retroalimentación correctiva de manera que la persona aconsejada conserve su integridad, y habilidad para respetar la confidencialidad, entre otras características.

P.- ¿Cómo ayudar a las víctimas? Usted ha elaborado una “Guía de Acción contra la violencia de género”. ¿Cuál la utilidad de la misma, tanto para familias cristianas como para la sociedad en general?
R.- Esta es una guía práctica para que los responsables de la acción pastoral sepan cómo moverse en un tema tan doloroso. Aunque, en mi opinión, va aún más allá, siendo un guía extremadamente práctica para ayudar tanto a pastores como a víctimas a evitar el maltrato a través de la prevención, a denunciar el maltrato producido y a la atención a las víctimas y a los maltratadores.
Básicamente, esta guía viene a dar herramientas para que no se produzca aquello de mirar para otro lado. No hay más lado que mirar que el de la justicia y la compasión. Cualquier otra actitud es contraria al evangelio y al Dios que ha venido a traer evangelio, buena noticia, a los que sufren violencia y agresión.

P.- ¿Qué nos dice la Biblia sobre este tema? ¿Es la iglesia una comunidad terapéutica donde las mujeres maltratadas pueden encontrar apoyo, consuelo, afecto…
R.- Hay varios textos bíblicos que nos muestran el corazón de Dios hacia el trato del hombre hacia la mujer, entre ellos:
Colosenses 3:19 (RV1960) Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.

Efesios 5:25 (RV1960) Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella.

Efesios 5:28 (RV1960) Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.

1Pedro 3:7 (RV1960) Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.

La violencia de género es un problema complejo, sin embargo, no sobrepasa los dones existentes en la iglesia local. Si bien las iglesias no pueden practicar todo (pocas están calificadas como para hacer una terapia completa), se pueden hacer varias cosas que ayudan muchísimo en el proceso, y por supuesto la iglesia debe ser un lugar de refugio, protección, salvación, sanidad, esperanza, restauración y nueva vida para tantas mujeres que están sufriendo esta terrible realidad.

P.- ¿Se debe trabajar este tema entre los niños?
R.- SÍ, UN ROTUNDO SÍ.
Uno de los objetivos de la educación es enseñar a nuestros hijos a comportarse según los valores y pautas socioculturales existentes, es la base para inculcar cualquier conducta o hábito. El principal papel lo desempeña la familia y se continúa en la escuela y también en la iglesia. Hoy día resulta difícil mostrar a los más pequeños el gran problema de la desigualdad entre hombres y mujeres y tratar de inculcar valores que trasmitan que todas las personas tienen los mismos derechos, pero para erradicar la violencia de género es imprescindible comenzar por educar a los niños desde pequeños en el respetohacia los demás.
En la familia es el primer lugar donde se perpetúan los roles que la sociedad ha establecido para hombres y mujeres. Numerosos estudios nos demuestran las diferentes actitudes, comportamientos, actitudes etc. que tienen con sus hijos o hijas según su sexo: a las niñas se les potencia la sensibilidad, el miedo, la obediencia, la dependencia, la afectividad. A los niños la agresividad, la competitividad, la independencia…
¿Cómo podemos empezar? Desmontando las “etiquetas” destructivas y sexistas como: “Cada día lo haces peor”, “todos son iguales”, “mujer tenía que ser”, “me avergüenzo de ti”, “eres un desastre”, etc. Este leguaje negativo provoca verdaderos estragos en la formación de una persona bloqueando su seguridad, aumentando la culpabilidad y destruyendo su autoestima.
Debemos reflexionar sobre los efectos que producen las respuestas de nuestros hijos en nuestras propias conductas y actitudes negativas como los insultos o las formas violentas, contribuyendo de esa manera a evitar situaciones educativas lamentables y así enmendar nuestras acciones. Hasta los seis o siete años de edad los niños poseen una moral denominada “heterónoma”, es decir, que su motivación para hacer las cosas de una manera u otra es responder como papá y mamá desearían: lo que dicen los padres son “verdades absolutas”. Conforme se hacen mayores van comprendiendo mejor por qué es importante actuar de cierta forma y no de otras, pero siguen guiándose por lo que ven en casa, especialmente hasta los doce años. De ahí la tremenda importancia de educar a los niños a través del ejemplo para desarrollar una educación cívica, así que como siempre, hay que predicar con el ejemplo.
Educar es actuar siempre desde la madurez, desde la coherencia interna, desde la propia verdad y realidad de que somos humanos y estamos en constante aprendizaje – tú aprendes de mí, yo aprendo de ti- ofreciendo lo mejor de nosotros sin prepotencias ni alardeos, desde el respeto y la humildad.
Si nos dirigimos a nuestros hijos de manera suave y respetuosa, pidiendo por favor y dando las gracias, que sin gritar, pegar, ni castigar de forma desproporcionada, si ponemos límites estrictos a las conductas agresivas y valoramos y respetamos sus propuestas y pensamientos, tenemos muchas posibilidades de que nuestros hijos crezcan pacíficos, valorando la paz y ayudando en este difícil camino que es la construcción de la no-violencia.

P.- ¿Qué les diría a las mujeres que están pasando por situación de violencia por parte de sus parejas?
R.- El primer consejo es romper el secreto y pedir ayuda. Mientras no rompa el secreto, no pasa nada, nada cambia. Romper el secreto trae luz a la situación, posibilita la ayuda, permite que la sanidad de Dios empiece a trabajar en la vida de cada uno.

P.- ¿Cuál debe ser la actuación de la iglesia ante una situación tan dramática como es la violencia de género en nuestra sociedad? ¿O debe mantenerse tan solo como espectadora?
R.- La iglesia tiene mucho que aportar en la lucha contra esta lacra, por ejemplo, podemos influir, enseñar y actuar sobre y con los hombres de nuestras congregaciones. ¿Por qué los hombres? Porque en la actualidad, la inmensa mayoría de los hombres permanecen pasivos ante el problema de la violencia de género. Hay una idea generalizada de que éste es un problema fundamentalmente de mujeres. Entre muchos hombres está extendida la idea de que es suficiente con no ser maltratador. Esto genera pasividad y permisividad ante los malos tratos. Debemos concienciar a los hombres sobre la necesidad de que los hombres nos impliquemos activamente en la lucha contra los malos tratos.
El mensaje central es que todos y todas somos responsables de parar esta barbarie y EL SILENCIO NOS HACE CÓMPLICES.
Los hombres violentos deben encontrarse, enfrente, con otros hombres que no admiten ningún tipo de complicidad y que manifiestan su tolerancia cero ante estas situaciones. Basta de silencios, basta de complicidades. A veces, las complicidades se dan en pequeñas cosas, en alguna broma, algún gesto, una actitud hacia una mujer que pasa cerca y que es recibida con una sonrisa por los demás. La violencia de género surge desde los valores patriarcales y tiene su caldo de cultivo en los pequeños actos cotidianos que, la fuerza de la costumbre, nos ha llevado a admitir y ante los que tenemos que revelarnos como lo que realmente son; la verdadera semilla de la discriminación y la violencia.
Creo que es muy importante que aparezcamos ante la sociedad como iglesias con un claro mensaje en contra de la violencia. Es importante que haya un referente de hombres contra los malos tratos. Y que digamos que hay que acabar con todo tipo de complicidades y tolerancia hacia la violencia.

P.- Hemos celebrado el día de la violencia de género. Pero pregunto: ¿Y después qué?
R.- Después seguimos luchando y comprometiéndonos a ser parte de la solución. En esta tarea las iglesias deben hacer la diferencia, tenemos la posibilidad de concienciar a nuestra gente, mostrar actitudes cristianas y acciones concretas para el cambio.

La falta de recursos no puede ser impedimento para los esfuerzos de una iglesia. En todas las iglesias existen dos poderosas herramientas para la prevención. La primera es el púlpito. Cuando hablo de la violencia desde el púlpito, abro la puerta para que la gente discuta el problema y explore las formas de prevenirlo. La simple mención del tema desde el púlpito le muestra a la gente que el abuso es un problema que la iglesia necesita encarar seriamente. Además, les muestra que ya no es tan privado como algunos intentan mantenerlo.

El otro método es el dar consuelo. Pablo escribe sobre consolar a aquellos que están en aflicción, y lo hace usando «el consuelo que vosotros mismos habéis recibido de Dios». La palabra griega para «consuelo» (parakaleo) significa: «estar al lado». Este tipo de ministerio puede tomar diferentes formas: Proveer para las necesidades básicas de la familia; reforzar la dignidad de las personas; estando a disposición durante la crisis; proveyendo grupos de apoyo o proveyendo terapia. Es mucho lo que podemos hacer a lo largo del año, sin esperar a celebrar nuevamente un 25 de noviembre.

Que el Señor nos ayude en esta labor.

Finaliza la entrevista. Muchas gracias, Marcos Zapata, por las valiosas pautas para enfrentar y prevenir la violencia de género, un problema de gran envergadura y con efectos casi de “brote epidémico” pues afecta a un número cada vez mayor de mujeres. Es hora de que el pueblo de Dios se involucre y sea luz, siguiendo el modelo de Jesús, devolviéndole la dignidad a la mujer.
 

 


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COMENTARIOS

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Sergio de Lis
08/12/2013
20:18 h
7
 
Es muy de lamentar, Anónima, los maltratos que has sufrido. Y es cierto, en general, que en nuestras iglesias falta demasiado a menudo la empatía por aquellos hermanos que la necesitan, esa cercanía que nos confirmaría como auténticos discípulos de Jesús. Como aseguras, que tales maltratadores 'sirvan' en sus congregaciones habla muy mal de los Ancianos o pastores porque, de alguna forma, saben que en tales matrimonios las cosas no son del agrado y según las disposiciones del Señor. Pero, además, tú, esas hermanas, no tenéis que recuperar ninguna dignidad: lo único, es que debéis tomar decisiones, después de meditarlo conforme a vuestra fe. Con una iniciativa acertada, conforme al Señor, aba
 
Respondiendo a Sergio de Lis

Anónima
06/12/2013
13:02 h
6
 
Soy cristiana. He sufrido malos tratos por parte del que era mi marido. Y tengo que decir que en ningún sitio he vivido menos aceptación que dentro de la iglesia. Estoy segura que hay muchísimas mujeres que siguen sufriendo malos tratos dentro de las congregaciones por parte de sus esposos que sirven de forma ejemplar en ellas. 'Es hora de que el pueblo de Dios se involucre y sea luz, siguiendo el modelo de Jesús, devolviéndole la dignidad a la mujer'.
 
Respondiendo a Anónima

Sergio de Lis
05/12/2013
15:53 h
5
 
Lo que ha escrito Luis (1) me parece absurdo. He iba inmediatamente a ponerme a opinar, cuando leo lo escrito por Ángel (5): ¡eso es! Es tan rico y claro ese pasaje de Ef 5:22-33 que, si algún cristiano tuviera todavía dudas tras leerlo, me dejaría perplejo. En el ámbito de la iglesia, y según comenta Marcos Zapata, a las afectadas (o afectados, que como dice Luis, también hay mujeres violentas) se les debe tratar también consolándolas -como de Dios, asímismo, lo recibimos-, cuya traducción aumenta su importancia: 'estar al lado'. La consecunecia de un comportamiento como el que describe Ángel, se encuentra en el v. 33, que liga a la actitud propia del marido el respeto por él de la mujer. P
 
Respondiendo a Sergio de Lis

Angel Bea
04/12/2013
18:50 h
4
 
Dicho lo anterior, lo que es 'un misterio' es esa unión de la cual habla Pablo en Efesios 5.24-32, entre el esposo y la esposa, por la cual el esposo ve a la esposa como 'carne de su carne y hueso de sus huesos', de tal manera que el que supuestamente tiene la 'autoridad' no es tanto para mandar, sino para amar, cuidar, sustentar, ayudar y, en definitiva, servir a la esposa. Sí, ese es el verdadero 'misterio', sobre todo practicarlo.
 
Respondiendo a Angel Bea

Angel Bea
04/12/2013
18:50 h
3
 
Es cierto que lo que menciona Luís Alberto, también es Palabra de Dios, pero también aquella en la cual Pablo ordena que los esclavos se sometan a los amos. Pero ¿acaso el elemento cultural no está presente en esas palabras? ¿Qué concepto de la autoridad tenían en ese tiempo? ¿Cuál es el concepto de autoridad que se percibe en Efesios 5.23 y Sigtes? ¿No es la misma que la que aparece en Marcos 10.44-45: 'más entre vosotros no será así?' Por tanto, siendo verdad unas declaraciones, hay un amplio margen para trabajar a favor de la nueva visión evangélica sobre el tema de la autoridad y su aplicación en las distintas esferas de la vida: en la iglesia, en el matrimonio y en la familia. No hay ni
 
Respondiendo a Angel Bea

Óscar Margenet Nadal
01/12/2013
22:29 h
2
 
El reportaje reafirma realidades: si hemos de ser actores del cambio con amor y justicia social – que solo el Evangelio de Jesucristo puede producir - debiéramos comenzar por casa. No basta con denunciar esta - como cualquier otra - forma de violencia; no considerarnos ‘maltratadores’ no implica hacernos los distraídos. Si somos esposos, novios, padres o hermanos debemos asumir nuestra parte de responsabilidad: trabajar juntos en pareja, en familia y como iglesia para prevenir y solucionar. Pero, genera ciertas dudas: porque para la psicología y sociología todo maltrato sistemático entre humanos es síntoma de una anomalía / patología severa a niveles individual y social. El ‘maltratador’ es
 
Respondiendo a Óscar Margenet Nadal

luis alberto
02/12/2013
16:57 h
1
 
Pero no hay que olvidar que también existen mujeres muy violentas y que en algunas oportunidades han asesinado a sus maridos. Pero prevalece, la violencia del hombre hacia la mujer en todos los ámbitos de la sociedad. A pesar de esto, es un misterio que el apóstol Pablo diga que las 'mujeres se sometan a su marido EN TODO'. Y esto es Palabra de Dios. ¿Acaso no dicen las Escrituras que hay que obedecer a Dios ANTES que a los hombres?
 



 
 
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