Este profeta de la antigüedad, laico pero ungido, no perteneciente al gremio de los subvencionados, se encontró en medio de una sociedad en la que se había difuminado la relación funcional entre la adoración a Dios y el estilo de vida así como la función de los poderes políticos y religiososy las condiciones de vida de la comunidad natural.El llamado día del Señor o día santo, parecía no afectar a los “días no santos”, que parecían no ser del Señor. Y la cacareada justicia de los reyes y ampulosas ceremonias religiosas, no tenían compromiso alguno con la verdadera justicia ni la verdadera fe.
A la luz de esto, nos volvemos a los papeles y notas de Amós, que siguen intactos sin que jumento alguno haya entrado en su casa disfrazado de cura para robarlos o destruirlos del “disco duro del ordenador”, si los hubiera habido; y estudiados y leídos, vibraríamos con el mensaje de justicia social y compromiso de fe que allí se descubre.
Y trasladándonos a nuestros tiempos, nos preguntamos ¿DÓNDE ESTÁN HOY LOS “AMÓS”?
¿Dónde están los Amós, de cuyos mensajes se descubre el claro perfil de Dios con su autoridad inapelable, con el reiterado verbo en modo imperativo que va cincelando ese perfil. “Oíd… buscadme… Aborreced… Amad… Quitad de mí…? ¿Dónde están?
¿Dónde están los Amós que tras señalar esos imperativos, proclaman las bendiciones que explícitamente se acompañan: Buscadme y viviréis. Buscad al Eterno y viviréis. Buscad lo bueno y no lo malo para que viváis. Aborreced el mal, amad el bien y poned a la puerta el juicio: quizá Yaveh… tendrá piedad de Sefarad y sus agónicas crisis? ¿Dónde están?
¿Dónde están los Amós que con genial descripción de figuras, desmontan el soporífero, monólogo y monótono mensaje de los predicadores de hoy, que no crean ni interés ni temor a los hombres de hoy, los textos que señalan que la Nación que olvida los estatutos del Altísimo y confía en los hombres es como el que huye del león para encontrarse con un oso o del que llega a casa oscura y al apoyarse en la pared, siente la mordedura envenenada de la culebra? ¿Dónde están?
Y cuando el profeta centra su mensaje en la justicia, sus papeles e imágenes adquieren más vigor y relieve. ¿Dónde están los Amós que en lugar de mendigar del gobierno, denuncian a los que convierten la justicia en acíbar: la amargura hace repulsivo algo que debe ser dulce al paladar?
¿Dónde están los Amós que denuncian a los que arrastran el derecho por el suelo, libertando a asesinos impenitentes, violadores irredentos, malgastadores del dinero público y no encuentran culpables de un criminal atentando a la ecología con el “chapapote” pues la culpa es del barco
“Prestige” que se partió? ¿Dónde están?
¿Dónde están los Amós que adviertan del juicio que vendrá sobre los que proclaman promesas en programas políticos que no cumplen, construirán edificios que no se usarán, vivirán en artesonados parajes de marfil y oro y negarán la vivienda a quienes por la injusta administración y tramposos contratos se ven sin techo y sin esperanza? ¿Dónde están?
¿Dónde están los Amós que denuncien la falsa religiosidad y la mediocre política practicadas, mientras vejan al pobre y ponen impuestos onerosos sobre el indigente? ¿Dónde están?
¿Dónde están los Amós que viven con tensión luchando siempre contra los males individuales y sistémicos; predicando a seres humanos y a las instituciones que los oprimen, engañan y deshumanizan? ¿Dónde están?
¿Dónde están los Amós que hacen énfasis en la verdad bíblica y no en el sincretismo religioso del “todos los caminos conducen a Roma”, y se olvidan que el Dios Todopoderoso exclamó: “Misericordia quiero y no distracciones religiosas” porque éstas sin aquélla son abluciones carentes de significado. Las estéticas religiosas y políticas deben producir la ética y la justicia de la vida. Es la justicia y la misericordia la que da sentido al sacrificio y no al contrario? ¿Dónde están?
¿Dónde están los Amós que proclamen que la injusticia provoca la ira de Dios y el lujo insulta al pobre? ¿Dónde están los Amós que denuncien a los culpables de vanidad, de usura, del gasto público sin control, de la complacencia con los Bancos explotadores, de la idolatría hueca? ¿Dónde están los Amós que condenen los vanos programas políticos y las algarabías religiosas y afirmen que es necesario para dar validez a la fe, que la justicia y el juicio han de correr como agua?
¿Dónde están?
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