Numerosos periódicos, revistas y boletines evangélicos vieron la luz a inicios del siglo xx. Una parte de ellos abordaron, además de temas religiosos, otros asuntos de interés vital para la sociedad.
Aunque la revista
El Mensajero no fue la primera publicación evangélica, sí fue la pionera en difundir las actividades de los protestantes en la nueva República; también en reflejar la contradictoria presencia de las juntas misioneras estadounidenses en el país. Devenida órgano oficial de la Convención Bautista de Cuba Oriental, su primer número apareció en 1904. Tres años más tarde, se fundaron
El Evangelista Cubano y
Sión, de las iglesias metodista y bautista occidental respectivamente.
A la altura de marzo de 1915,
El Mensajero se refundió con
Sión, dando lugar a
El Bautista, que comenzó a circular en junio de ese año y fungió como órgano de ambas agrupaciones, hasta 1921.
En 1919, había aparecido el
Heraldo Cristiano, el cual, en su primera época, fuera vocero tanto de presbiterianos como de cuáqueros. En 1933, pasó a ser representante solo de la iglesia presbiteriana.
Entre otras muchas publicaciones, circularon también
El Misionero Bíblico (1932) —de la Asociación Evangélica de Cuba y el Seminario “Los Pinos Nuevos”— y
Heraldo Episcopal (1939) —de la Iglesia Episcopal en Cuba.
En sentido general, reflejaban los juicios de misioneros foráneos sobre Cuba, los cubanos y la iglesia en Cuba, así como el interés de las iglesias en la evangelización y el desarrollo del país. Predominaría, además, la polémica entre católicos y protestantes, aunque expresada, las más de las veces, a través del ataque personal.
En esas publicaciones antológicas,
muchas escritoras dieron a conocer textos de gran valor: desde consejos útiles para el hogar hasta reflexiones en torno a la defensa de los derechos de la mujer, la dignidad de los débiles y la libertad del ser humano.
Algunas se destacaron por sus funciones como directivas o redactoras de secciones. Entre las que realizaron esta última labor, sobresalieron las siguientes(ordenadas según el órgano en que colaboraran, e incluyendo el dato de la sección a su cargo):
EL BAUTISTA(en otros momentos,
Sión y, también,
La Voz Bautista):
Effie W. Chastain (“La Escuela Dominical”, “Sociedad Misionera de Señoras”)
María Luisa y Edelmira Robinson (“Página Infantil”)
Christine Garnett (“Sección Femenil”)
Marjorie Jacob Caudill (“Página del Niño”, “Sección Musical”)
Josefina Silva (“Ayudando a la Juventud en sus Problemas”)
EL EVANGELISTA CUBANO:
Graziella Leza viuda de Prieto (“Página del Hogar”)
May Johnson (“Página de los Niños”)
Estrella Villalobos (“Sociedad Misionera Femenil”)
María Deulofeu (“Notas Históricas de la Iglesia Metodista en Cuba”)
Rosa Ana Nonell de Soto (“Página de los Niños”)
HERALDO CRISTIANO:
May M. Jones (“Educación Religiosa”)
Edith McHouston (“Sección de las Damas”)
Emelia Posada (“Sección de las Damas”)
Esther Martínez de Arce (“La Vida en el Hogar”)
Adelaida Santalis de Álvarez (“Lectura y Consultorio del Hogar”)
Isabel Govín (“Sección de Temperancia”)
Mabel Lemasters (“English Section”)
A escritoras como estas pudieran sumarse aquellas que ocuparon cargos directivos, como: Rosa González de Carmona, directora de
El Mensajero; Umbelina García de Landeras y Juana Luz García, directora y jefa de redacción, respectivamente, de
Nosotras, revista de la Unión Misionera de Mujeres de la Convención Bautista de Cuba Occidental; Luisa Martínez de Torres, encargada del
Boletín de la Unión Presbiteral de Damas de la Iglesia Presbiteriana; Josefina Silva, jefa de redacción de
La Voz Bautista; y Carlota Gutiérrez Santana, quien dirigió
Supervencedores, revista de la juventud presbiteriana de Cárdenas.
Diferentes géneros literarios, como la poesía, el teatro, el cuento, la biografía, el testimonio y la narrativa en general, sirvieron como vehículo de expresión de sus más hondos sentimientos.
Dentro de la categoría de estudios históricos, resulta oportuno registrar un número importante de biografías. En artículos y discursos patrióticos, la figura más recurrente fue José Martí —el Héroe Nacional cubano. A él le dedicaron importantes trabajos Eulalia Capdevila, Graziella Leza y Juanita Monzón Aguirre. Asimismo, se reflejó la presencia de notables personalidades dentro de la propia iglesia en Cuba, con énfasis en líderes femeninas.
Este tipo de trabajo fue realizado por Blanca Rosa Medina, quien escribió sobre el reverendo Pedro Duarte, y Marjorie Jacob Caudill, que lo hizo sobre Herbert Caudill, notable misionero bautista. Incursionaron también en el género María Luisa Alfonso, quien escribió en torno a Emelia Posada; Gloria Arenado, autora de una semblanza de Olga Porto; y Luisa Martínez de Torres, quien abordó la personalidad de Dora Valentín.
También la poesía fue ampliamente trabajada. En mayor o menor grado, todas las revistas concedieron espacios a ese tipo de obra o contribuyeron a su divulgación con anuncios o reseñas sobre ella. Sus principales cultivadoras: Josefa Pruna viuda de Giraudy, Albertina Díaz de Rodríguez, Sara Fernández de Córdova y Angelina Castellón y Gómez, quienes compusieron obras ocasionales, dedicadas a festividades, fechas litúrgicas y otros eventos especiales.
El cuento llegó a ser, igualmente, un género con rica tradición entre las escritoras que nos ocupan. Ellas privilegiaron, sobre todo, el tratamiento de temas éticos en relatos mayormente dirigidos a la niñez. Dos de sus principales exponentes fueron Albertina Díaz de Rodríguez y Marjorie Jacob Caudill.
El drama, principalmente concebido para ceremonias de Semana Santa y celebraciones de Día de las Madres, Día de la Biblia y Navidad, fue muy bien acogido por las diversas denominaciones. Entre sus autoras, resaltan Adela Mourlot de González, Edith McHouston, Gloria Arenado, May Mather Jones, Rosa Ana Nonell de Soto y Effie Chastain de Naylor.
Respecto a la traducción y adaptación de textos, especialmente de temas religiosos, hay mucho que agradecer a Effie Chastain de Naylor, Rosa A. Nonell de Soto, Christine Garnett, Sara País de Molina, Marjorie Jacob Caudill, Sara de Llanos y Adelaida Santalis. Todas ellas hicieron versiones al español de artículos, libros, himnos y cuentos.
La lista de escritoras evangélicas dedicadas a la educación cristiana es extensa. En ella aparecen: Effie Chastain de Naylor, María Bertrán Montes de Oca, May Mather Jones, Victoria Cartaya, Julia M. Rodríguez y Sara de Llanos.
No menos importantes fueron aquellas que se refirieron a temas concernientes al hogar y la familia, como Emelia Posada, Marjorie Jacob Caudill, Esther Martínez de Arce y Rosa A. Nonell de Soto.
Josefina Silva, Carmen Gómez García, Sara País de Molina y Graziella Leza, así como María Josefa Núñez y Amalia Almandoz, se ocuparon de asuntos relacionados con la educación de la niñez y la juventud.
El tema de la temperancia, que fuera abordado en todas las publicaciones evangélicas, contó con autorascomo Isabel Govín, Margaret E. Craig y Sara de Llanos. Entretanto, la guerra y la paz fueron asuntos de la preferencia de Carmen Gómez García, Graziella Hernández y Luisa Martínez de Torres.
Finalmente, debe mencionarse que tópicos trascendentes como Dios Padre, Jesucristo, la Biblia, la salvación y la fe, fueron frecuentes en reflexiones y poemasde Victoria Cartaya, Sara de Llanos, Sara Fernández de Córdova, Margarita Acosta Ramos y María Deulofeu.
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