Los Papas anteriores comunicaban su pensamiento únicamente mediante las páginas impresas de sus encíclicas y sus discursos oficiales. Uno de los principales cambios que está introduciendo el Papa Francisco es revertir el equilibrio; él habla más a través de la prensa.
Hace poco, su respuesta al editor del periódico italiano
La Repubblica y las entrevistas concedidas a diferentes publicaciones jesuitas demostraron esta tendencia y el interés generado entre los medios de difusión es evidente.
Cuanto más habla el Papa Francisco, más clara resulta su teología.Siempre ha dicho que los dogmas tradicionales y el Catecismo están en el fondo de lo que él afirma y que nada sustancial cambia en sus comentarios sobre la infinita misericordia de Dios y la bondad dentro de cada ser humano. Pero, esto es verdad solamente en parte.
Diferentes intérpretes católico romanos siempre han jugado con la tarea de poner distintos acentos en la misma partitura y
Francisco está poniendo deliberadamente su acento preferido -fortissimo- en otro dogma fundamental. En vista de su marianismo y del enfoque de su mentalidad sobre la misión, ya elaborados, los dos últimos informes escritos y las entrevistas han arrojado más luz sobre su punto de vista básico de la relación entre la naturaleza y la gracia.
“UNA CERTEZA DOGMÁTICA”
Hablando a los periodistas, compañeros suyos jesuitas, procedentes de todo el mundo (19 Set.), el Papa Francisco dijo muchas cosas y estos comentarios están atrayendo una gran cantidad de reseñas positivas. A continuación nos centraremos en una en particular:
“Tengo una certeza dogmática: Dios está presente en la vida de cada una de las personas. Dios está en la vida de todos. Aun cuando la vida de una persona haya sido un desastre, incluso si está destrozada por vicios, drogas o algo más, Dios está en la vida de esta persona. Tú puedes, tú debes intentar buscar a Dios en cada vida humana. Aunque la vida de una persona es una tierra llena de espinas y maleza, siempre hay un espacio en el cual la buena semilla puede crecer”.
Este Papa no es alguien a quien le guste el lenguaje dogmático, al menos en la superficie. Sin embargo, aquí utiliza el lenguaje más enérgico posible.
Realmente quiere significar lo que está diciendo. Dios está en la vida de cada uno.
Esta declaración sin reservas
plantea preguntas sobre lo que piensa el Papa de la naturaleza del pecado en la vida humana y de la realidad de nuestro “alejamiento” de Dios en nuestro pecado (p.e. Romanos 3:23). Mientras enseña que los que creen en El serán salvos, la Biblia dice claramente que somos enemigos de Dios porque somos pecadores y, por lo tanto, estamos bajo su juicio. En su lugar, el Papa quiere afirmar el dogma de que Dios está presente porque siempre existe algo “bueno” residual en el hombre.
“OBEDECER A LA PROPIA CONCIENCIA”
Otro comentario efectuado por
el Papa Francisco refuerza su punto de vista dogmático acerca de la inherente apertura del hombre a la presencia de Dios. En respuesta al editor de
La Repubblica (11 Set.), escribe lo siguiente:
“Me pregunta si el Dios de los cristianos perdona a alguien que no cree y no busca la fe. Premisa de que, y esto es lo fundamental, la misericordia de Dios no tiene límites si uno vuelve a él con un corazón sincero y contrito; la cuestión para alguien que no cree en Dios radica en obedecer la propia conciencia. El pecado, también para los que no tienen fe, existe cuando se va contra la propia conciencia. Escucharla y obedecerla significa, en realidad, decidir frente a lo que se percibe como bueno o malo”.
Poniéndolo más sencillo: obedecer la propia conciencia es lo que Dios tendrá en cuenta en la concesión del perdón. Nótese que aquí el Papa no está hablando de los que nunca han oído el evangelio, sino de aquellos que no creen sabiendo lo que hacen. Aparentemente, ir contra la propia conciencia cuenta más que ir contra la revelación de Dios.
A pesar de que la Biblia enseña que no hay excusa delante del justo juicio de Dios (p.e. Romanos 2:1), Francisco dice en esta ocasión que la conciencia es el último juez a quien Dios someterá a sí mismo. La conciencia humana es el factor determinante para el perdón de Dios.
EL ESQUEMA DE LA “GRACIA DENTRO DE LA NATURALEZA”
Estas dos declaraciones, o sea, que Dios está en cada persona y obedecer la propia conciencia es lo que realmente importa son, en consecuencia, parte de
un “dogma” coherente de bondad humana y salvación universal.
Lo que es importante observar no es tanto los detalles de cada afirmación, sino más bien la visión teológica general que se encuentra en su núcleo.
Tradicionalmente, el catolicismo romano ha trabajado dentro del esquema naturaleza-graciadependiente en gran medida de su tradición tomista pontificalmente ratificada. Según esta metanarrativa teológica, la naturaleza, aunque defectuosa debido al pecado, es elevada por la gracia a su fin sobrenatural y el sistema sacramental de la Iglesia es la forma en que la gracia opera esta elevación.
Además,
en el siglo XX, este esquema fue modificado significativamente y recibió un importante respaldo en el Vaticano II. Mientras que el esquema antiguo implicaba que la gracia necesitaba ser “adicional” a la naturaleza,
la nueva versión reclama que la gracia es ya parte de la naturaleza y trabaja dentro de sí misma, no como algo extrínseco sino intrínseco a ella. La gracia es inherente a la naturaleza y a través del sistema sacramental de la Iglesia se despliega cada vez más.
Un defensor de la estructura “la gracia dentro de la naturaleza” fue Karl Rahner (1904-1984), también jesuita. Su visión del “cristiano anónimo” afirma que a cada ser humano, por el hecho de serlo, ya se le concede la gracia y por tanto es cristiano, aun cuando no sea consciente de ello o no quiera serlo.
Si bien no utiliza el idioma rahneriano,
el Papa Francisco opera dentro de un marco “dogmático” similar. Dios está presente en todas las personas y la conciencia de cada uno es lo que en definitiva contará. A pesar de todo su atractivo misionero y su actitud misericordiosa, lo que Francisco dice no son buenas nuevas para las personas centradas en el Evangelio.
Traducción: Rosa Gubianas
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