Desde mucho antes de iniciar el siglo xx, había en Cuba una notable presencia protestante. Fue en el siglo xvi y, después, en el xvii, que se celebraron los primeros servicios religiosos de este tipo. Esto se debió, en buena medida, a la presencia de corsarios y piratas —principalmente ingleses y franceses, “luteranos” y “calvinistas”— en el territorio insular.
En 1741, capellanes británicos oficiaron ceremonias en las cercanías de Guantánamo, cuando los ingleses intentaron establecer una especie de colonia llamada Cumberland, que sirviera de punto de apoyo a una invasión en la Isla.
Dos décadas más tarde, en 1762, volverían a hacerlo en la capital cubana, durante la llamada “Toma de La Habana por los ingleses”.
Pero
fue a partir de 1860 que las primeras congregaciones cubanas se fundaron en Nueva York (1866) y la Florida (1878), creadas por cubanos exiliados allí, mayormente a causa de la represión colonial española. El primer cubano ordenado como pastor evangélico en los Estados Unidos fue el reverendo Joaquín de Palma.
En la década de 1880, tuvo lugar la gran expansión en la Isla:
desde finales de 1883, el protestantismo pasó hacia territorio cubano, también de la mano de activos partidarios de la independencia, como Alberto J. Díaz, quien fundó la iglesia bautista; Pedro Duarte, la iglesia episcopal; Henry B. Someillán y Aurelio Silvera, la iglesia metodista; y Evaristo Collazo, la iglesia presbiteriana.
En 1895, con la Guerra de Independencia cubana, se produjo la dispersión de pastores y feligreses, simpatizantes y colaboradores del movimiento de liberación nacional. De aquí que ninguna iglesia protestante continuara funcionando regularmente hasta 1898, ya invadida militarmente la Isla por los norteamericanos e iniciado el trabajo misionero de las “juntas”.
[1]
Al llevarse a cabo la intervención estadounidense en la Guerra Hispano-cubano-norteamericana y ocupar el país las tropas norteamericanas, se originó un cambio en el movimiento protestante: comenzó a producirse de manera gradual un control norteamericano de esas iglesias en Cuba.
A su llegada, el protestantismo cubano había sido gobernado por nativos de la Isla. Pero el hecho es que, al terminar la dominación española, las juntas de misiones estadounidenses entraron en Cuba y establecieron congregaciones a lo largo del país.
En torno a tal proceso, refiere el historiador Rafael Cepeda:
Las iglesias protestantes de Cuba fueron —en su gran mayoría—incorporadas institucionalmente a sus iglesias-madres en los Estados Unidos, bajo la advocación de ‘home missions’; es decir, funcionaban estructuralmente como una sección de aquellas, y dependían económicamente de las mismas, lo que no las incitó de entrada al autosostenimiento ni a la mayordomía de sus posibilidades económicas propias.
Prácticamente todas las iglesias protestantes que arribaron a Cuba en 1898 establecieron una escuela parroquial al lado de cada casa-templo, o en el mismo edificio, y fue este el medio más común y eficaz (momentáneamente) de proselitización mediante la diaria enseñanza bíblica. Esta fue de tipo literalista y pietista, en el sentido menos encomiable de ambos términos. No había oficialmente una preocupación por las abusivas estructuras socioeconómicas, ni un reconocimiento de los deberes políticos del cristiano como tal: se prefería un evangelio individualista y conformista.
[2]
Vale recordar que las iglesias protestantes históricas que han trabajado en Cuba desde antes de 1902, son las bautista, metodista, presbiteriana, episcopal y cuáquera. Igualmente, llegaron los Discípulos de Cristo y los Congregacionales, que más tarde pasaron a la jurisdicción presbiteriana.
Con el paso del tiempo, arribaron a Cuba los adventistas del séptimo día, y,
alrededor de 1930, denominaciones fundamentalistas o carismáticas, como las Asambleas de Dios, otros pentecostales, varios grupos denominados Iglesia de Dios, y algunos movimientos independientes.
Fue precisamente en esa época que se fundaron dos movimientos religiosos autóctonos. El primero, de teología evangélica conservadora: la Asociación Evangélica “Los Pinos Nuevos”. El otro, evangélico con cierto grado de influencia pentecostal en la adoración, y del adventismo en la observancia del sábado: el Bando Evangélico Gedeón o Iglesia Evangélica Internacional Soldados de la Cruz de Cristo.
[3]
Debe señalarse que,
desde el principio, muchas de estas iglesias debieron librar una lucha por la libertad religiosa y afrontar la oposición del catolicismo, que las consideraba invasoras de un espacio sobre el cual había tenido la exclusividad. Esto representó, obviamente, todo un reto.
A pesar de esa situación, desde el siglo xix y durante buena parte del xx, las ideas liberales contribuyeron al auge del protestantismo, que aunque minoritario, desempeñó un papel apreciable en la República.
[1]Rafael Cepeda y Carlos R. Molina Rodríguez: “Los misioneros, patriotas revisitados”, en Carlos R. Molina Rodríguez, comp.:
Protestantismo en Cuba. Recuento histórico y perspectivas desde sus orígenes hasta principios del siglo xxi, vol. 1, Seminario Evangélico de Teología / Editorial Caminos, Matanzas / La Habana, 2011, p. 77.
[2]Rafael Cepeda: “Las iglesias protestantes norteamericanas en la política expansionista de 1898: su reflejo en Cuba”,
Caminos, no. 7, La Habana, jul.-sept., 1997, p. 71.
[3]Véase Marcos Antonio Ramos:
Nuevo diccionario de religiones, denominaciones y sectas, Editorial Caribe, Miami, 1998, pp. 250, 130.
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