Un estimado hermano, de quien me complazco ser su amigo y Pastor, me ha traído una cantidad de “viejos” pero luminosos “Ecos de la Verdad”, de allá por los años de 1945, 48, 50; y con estos edificantes ejemplares, “viejos” también, pero brillantes boletines de la UJBE (Unión de Jóvenes Bautistas de España), de barato papel, ciclotistados, pero con una hermosa “alma mater: Lealtad a Cristo” y me he quedado por horas admirado: ¡Qué artículos! ¡Qué doctrinales contenidos! ¡Qué valientes declaraciones! ¡Qué visión tan bíblica y Bautista! ¡Qué denuncias finas pero claras del pecado y del error!... los he leído encantado de sus elevadas inteligencias creadoras y críticas.
Y tal encanto me ha producido una cierta nostalgia, al contrastar tan cristiano compromiso con los deslizantes descompromisos e inoperancia doctrinal que año tras año se vuelve más visible y más grave.
Y “Desde el Corazón”
me he puesto a pensar con agudeza y sin prejuicios los síntomas de tal decadencia y algunas causas principales del inesperado fenómeno, tanto en lo secular como en lo religioso.
Las publicaciones semanales ilustradas, cada vez con más señuelos de regalos para que se adquieran, se ocupan casi exclusivamente de escándalos mundanos, delitos aun en crónicas deportivas, prevaleciendo las imágenes fotográficas sobre las ideas y las discusiones críticas.
La cinematografía –que particularmente me gusta -¡la buena, claro!‑ embrutece sistemáticamente a la gran masa con espectáculos de feroces batallas, de romances idiotas, de falsos lujos, de subliminales mensajes ocultistas y brujeriles, mostrando en general vidas alegres artificiosas y sin problemas.
Demasiado cine que ayuda a sustituir el pensar por el ver.
El deporte, de más en más, muestra que es evidente la supremacía de los valores puramente físicos y musculares –con honrosas excepciones‑ sobre los morales e intelectuales ¿a qué viene que la gente aplauda a un jugador y se le vitoree cuando sale de pagar a Hacienda porque ha sido descubierto estafándola?
La difusión excesivamente a la vista en todas las clases sociales de los estupefacientes: alcohol, opio, cocaína, crack, morfina, anfetaminas, etc., que terminan por embotar y ofuscar las facultades superiores del alma y preparan generaciones de maniáticos, imbéciles y neuróticos.
El auge universal de las danzas –son varios los títulos de películas que se anuncian como: "Dirty Dancing”… “Danza Sucia”‑ y músicas de origen primitivo y salvaje, que anulan el cerebro, desvigorizan la voluntad y crean un paroxismo afrodisíaco debilitante. Sé que también el baile favorece los estímulos musculares y sexuales, pero sin desmadrarse de las actividades mentales superiores y la ciencia del arte espiritual.
La exagerada importancia que tienen hoy en la vida occidental la diversión y el ocio, la permisividad sexual como equivocado símbolo de progreso y los trabajos que no requieran esfuerzo cerebrales, los tres grandes mitos de la época, los tres aspectos de la humanidad menos capaces de un profundo y continuado trabajo de reflexión. Y “Desde el Corazón” siento que está llevando a la religión, a una vivencia a la carta. Un tiempo de divertimento musical, y poco espacio para la profundidad del debate, de la predicación, el estudio ¿cuántas colas vemos para asistir a una predicación, en contraste con las que se hacen para escuchar a un cantante “soul”?
Y nos asombramos muchos de que los gobernantes de Europa y de las Américas no se preocupan por el regresivo aniquilamiento de la inteligencia de sus pueblos y de que no intenten contenerlo o retardarlo en alguna forma.
Sí, “Desde el corazón”
veo un atontamiento progresivo, un anoréxico hombre interior, unas personalidades light sin chispa de vitalidad espiritual, y así lo escribo en estas líneas.
Pero ¿quién lee en Bruselas, o en Madrid, Washington o Tel-Aviv este humilde escrito?
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