Primitivo Abel Rodríguez, hijo adoptivo de Manuel Aguas y de dieciséis años de edad cuando emerge en 1871 a 1a la luz pública el asunto de la conversión de su padre al protestantismo, acompaña estrechamente al personaje que reta a la Iglesia católica.[i] El ex sacerdote romano Manuel Aguas causó una gran conmoción pública cuando prolijamente explica las razones de su abandono de la Iglesia católica.
[ii]
Primitivo, junto con otros jóvenes, recibe clases de teología y filosofía por parte de Aguas y el también ex sacerdote católico Agustín Palacios.
[iii] Son integrantes del Seminario de la Iglesia de Jesús, cuyo objetivo, informa Aguas, era “educar jóvenes para el ministerio”.
[iv] Inicialmente funge como secretario de Aguas, puesto del que es relevado para no interrumpir sus estudios preuniversitarios.
El sábado de Gloria de 1873 a Primitivo A. Rodríguez le toca vivir una experiencia terrible. De visita en el capítulo de la Iglesia de Jesús en Capulhuac, estado de México, es perseguido y agredido, junto con otros visitantes e integrantes de la congregación, por un grupo de católicos. Como resultado resultan heridos cinco creyentes evangélicos de Joquicingo y es asesinado Luis Gonzaga de Capulhuac.
[v]
Podemos ejemplificar el impacto alcanzado por los escritos de Manuel Aguas fuera de la capital del país con el caso de Capulhuac. Aguas fue párroco en Santiago Tianguistenco, y envía copias de su réplica al arzobispo Labastida a varios de sus conocidos en el lugar.
[vi] Se trataba del extenso escrito titulado
Contestación que el presbítero Don Manuel Aguas da a la excomunión que en su contra ha fulminado el Sr. Obispo Don Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos.
[vii]
Uno de los ejemplares llega al liberal Nicanor F. Gómez, y la lectura del escrito junto con la del Nuevo Testamento que adquiere en la Semana Santa de 1872 lo llevan a separarse de la Iglesia católica y hacer causa común en Capulhuac con “algunas personas consideradas herejes porque cantaban himnos y leían la Biblia y otros libros que atacaban a la religión católica romana”.
[viii]
El naciente núcleo evangélico de Capulhuac comienza a reunirse“en secreto en las montañas cercanas y en lugares despoblados”.
[ix] Apoya al grupo la Iglesia de Jesús afincada en la ciudad de México, que tenía una congregación en el vecino pueblo de Joquicingo.
Nicanor Gómez abre su casa para realizar en ella cultos protestantes. Además de congregarse la célula se organiza para difundir sus creencias:
Los evangélicos salían domingo a domingo y de dos en dos a distintos pueblos para repartir biblias, nuevos testamentos y folletos que les proporcionaba [la Iglesia de Jesús], con los cuales hacían activa propaganda. Regresaban alguna vez golpeados, pero no se desanimaban, por el contrario se sentían felices, dignos de sufrir por la causa de su Salvador, recordando las palabras de Cristo: “Bienaventurados los que padecen por causa de la justicia”.
El grupo crece en número y compromiso, de tal manera que
se hacen preparativos para realizar un acto especial, el bautizo de la niña Sara Vega el 12 de abril de 1873, sábado de Gloria. Para acompañar en esta ocasión especial a los evangélicos de Capulhuac llega una delegación de Joquicingo, de la cual forma parte Primitivo A. Rodríguez.
[x]
Al concluir el culto los de Joquicingo son acompañados hacia la salida del pueblo por varios creyentes de Capulhuac, entre ellos Nicanor Gómez, su hijo Eulogio y Luis Gonzaga.
Un grupo incitado por el párroco católico esperaba el momento de atacar a los protestantes, lo que ocurre cuando divisan que algunos de éstos emprenden la retirada de Capulhuac. Los agresores utilizan armas blancas y de fuego. Resultan heridos cinco de Joquicingo y muerto Luis Gonzaga, quien recibe un balazo y veintisiete puñaladas.
[xi]
Gonzaga, “natural de raza azteca y de treinta años de edad cuando murió”,
[xii] se había unido al grupo evangélico de Capulhuac unas semanas antes del día en que cayó abatido por los intolerantes que segaron su vida. Luis Gonzaga queda muy mal herido por sus atacantes y es llevado “a casa de una mujeres protestantes”, donde muere tras una agonía de dos horas.
[xiii]
Los que logran escapar de sus perseguidores corren hacia Santiago Tianguistenco, y logran refugiarse en casa de Jesús Romero, pariente de Primitivo Rodríguez. Entonces “la enfurecida chusma se amotinó frente a la casa donde estaban los hermanos, gritando mueras contra ellos, pugnando por entrar para matarlos y acabar con ellos”. Los atacantes no tienen éxito porque “guardias y algunos moradores de [Santiago Tianguistenco] formaron una valla frente a la casa citada, logrando impedir que entraran y que esta furibunda muchedumbre se apaciguara; pudiendo de este modo salvarse, saliendo sigilosamente del lugar”.
[xiv]
La muerte de Luis Gonzaga es relatada en un folleto al parecer escrito, y con certeza publicado, por Santiago Pascoe.
[xv] Este personaje llega a México en 1865, procedente de Inglaterra con la intención de “propagar el evangelio del Señor Jesucristo”. Él mismo escribe: “fue preciso buscarme ocupación por algunos años, mientras aprendía el idioma, la religión y costumbres del país. Vine contratado de contador y agrimensor de una compañía inglesa para explotar una mina de plata en los montes de Ixtapan del Oro del estado de México”.
[xvi]
A partir de agosto de 1872 Santiago Pascoe distribuye biblias y materiales evangelísticos en Toluca. De manera formal Pascoe, su familia y algunos convertidos inician reuniones de carácter evangélico el domingo 23 de febrero de 1873. Por la mañana tiene a su cargo la predicación el pastor Francisco Aguilar. En la noche tal actividad le corresponde a Pascoe, “hubo mayor asistencia y unas cuantas vidrieras fueron quebradas [por los antagonistas al grupo]. En pocas semanas la asistencia llegaba a unas cien personas, habiendo como veinticinco miembros y cuarenta candidatos”.
[xvii]
Primitivo A. Rodríguez, quien al momento de los sucesos en Capulhuac tenía 18 años, tiempo después sale del país para estudiar teología en el Seminario de la Iglesia episcopal en Cambridge, en los alrededores de Boston.
[xviii] Obtiene su graduación en 1879 y regresa al país para reinsertarse en la obra de la Iglesia de Jesús, en la que es ordenado diácono en 1887.
Al año siguiente tiene lugar una convención de las iglesias protestantes entonces existentes en la República mexicana. Asisten nacionales y representantes denominacionales de Estados Unidos. Por su dominio del inglés, Primitivo funge como uno de los traductores y destaca en tal función. El obispo R. K. Hargrove, de la Iglesia metodista episcopal del sur, le invita para que trabaje en la producción de materiales evangélicos en español, y para tal fin se traslada a Nashville, Estados Unidos.
[xix]
Su labor como traductor y editor por casi dos décadas deja un cúmulo de importantes obras para el conjunto del protestantismo mexicano de finales del siglo XIX y principios del XX. Entre ellas materiales para la Escuela Dominical, administrador del periódico
El Evangelista Mexicano, el
Himnario Cristiano, “a la fecha (publicado en 1908) la mejor colección de himnos evangélicos y de tonadas apropiadas” en español.
De entre el gran número de libros que traduce Primitivo los que considera “su monumento” son los sermones en dos tomos de John Wesley, fundador del metodismo. A Primitivo A. Rodríguez “hay que reconocerle su denodado esfuerzo en traer a Juan Wesley a tierras hispanoamericanas, pues él empezó la traducción del libro
Juan Wesley: su vida y su obra de Mateo Lelièvere. Por su temprana muerte a los 54 años “sólo alcanzó a traducir la cuarta parte de este que se ha constituido en la principal fuente historiográfica sobre el metodismo wesleyano hasta la fecha. La obra fue concluida por Andrés Osuna, en 1911”.
[xx] En lo que respecta a libros de autores protestantes españoles del siglo XVI edita obras de Constantino Ponce de La Fuente y de Juan Pérez de Pineda.
[xxi]
Hacia finales de 1908 Rodríguez recibe la invitación de la Sociedad Bíblica Americana para que, junto con cuatro expertos más, sea parte de la comisión revisora del texto castellano del Nuevo Testamento con el fin de hacer una nueva edición del mismo. En los primeros días de 1909 una afección de los bronquios le impide viajar a Nueva York para unirse al grupo encargado de la anterior tarea. Por consejos médicos se traslada a San Antonio, Texas, donde es afectado de influenza y, débil por otros males, no resiste el ataque y su deceso ocurre el 5 de febrero
Una de las evocaciones más sentidas por la muerte de Primitivo Rodríguez es la que hace Arcadio Morales, para ello esgrime varias razones: “pues mi pobre individuo se hallaba íntimamente relacionado con él, no sólo por una antigua y frecuente correspondencia, así como con la común fe, sino por el compañerismo que databa de más de treinta y siete años”.
[xxii] Menciona su disposición a cooperar con otras iglesias protestantes, pues “aunque el Sr. Rodríguez fue siempre un episcopal cumplido y fiel, sin embargo también se distinguía por su espíritu fraterno y amigable para con los ministros de las otras denominaciones evangélicas”.
Arcadio Morales desempeña la función de ministro evangélico en la congregación dirigida por Sóstenes Juárez, y ratifica el nombramiento en la Iglesia de Jesús. También, al igual que su amigo Primitivo A. Rodríguez, tiene como docentes a Manuel Aguas y Agustín Palacios. Entre sus deberes estaban “predicar dos o tres veces por semana, en San José de Gracia, en la cárcel de Belén a los presos, o en cualquier otro lugar de los barrios”.
[xxiii]
Nicanor Gómez sobrevivió al ataque en Capulhuac, después del cual no sólo se fortalece su liderazgo en la congregación evangélica de ése lugar sino también en núcleos establecidos en otras poblaciones del estado de México. No saldría con vida de otro episodio trágico, que tuvo lugar en Almoloya del Río, el 26 de octubre de 1884.
De acuerdo con Apolonio C. Vázquez, oriundo de Almoloya del Río, los orígenes de la que después sería Iglesia presbiteriana estuvieron ligados al movimiento de la Iglesia de Jesús. Apolonio de catorce años en 1884 vive de manera directa lo que sucede en una ocasión muy especial para los protestantes de Almoloya. El 26 de octubre reciben la visita de los pastores Procopio C. Díaz (convertido al protestantismo en Acapulco, Guerrero, en 1874 por la lectura del folleto
Viniendo a la luz de Manuel Aguas
[xxiv]), Nicanor Gómez y sus hijos Néstor y Pánfilo, además de Calixto Vega y Nicolás Muciño. A excepción de Procopio, todos eran de Capulhuac.
[xxv]
Trescientos católicos rodearon el templo en que se hallaban cuarenta evangélicos, a quienes atacaron con machetes, armas de fuego y piedras. Como muchos, Nicanor Gómez logra salir y se introduce en “la casa del presidente municipal Mariana Castro” con la esperanza de encontrar protección. En lugar de ello “la hija del presidente, Tomasa Castro, aunque vio que [Nicanor] tenía un balazo en la cara y estando caído por falta de fuerzas, tomó una viga y lo golpeó con ella en la cara partiéndole los labios y deshaciéndole la boca”.
[xxvi]
Apolonio C. Vázquez auxilia a Nicanor, aunque por su mal estado es poco lo que puede hacer por él. Apolonio acompaña el traslado del pastor Gómez a las oficinas municipales, a donde llega su esposa y decide llevarlo a Capulhuac. Nicanor “por ocho días luchó entre la vida y la muerte”.
[xxvii]
Nicanor Gómez muere el 2 de noviembre, y antes que él Pastor Landa y Nicolás Muciño. En casa de la familia Gómez dirige un culto fúnebre Manuel Zavaleta, pastor de la Iglesia presbiteriana de Toluca, elige como base de su sermón Apocalipsis 14:13, “Bienaventurados los muertos que de aquí adelante mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, que descansarán de sus trabajos; porque sus obras con ellos siguen”.
En una sencilla circular Manuel Zavaleta informa sobre el deceso: “En Capulhuac, ayer [2 de noviembre] a las ocho de la noche, pasó a mejor vida el ministro cristiano Dn. Nicanor Gómez. Mártir por la causa del Evangelio de N. S. Jesucristo, y víctima del fanatismo católico romano. Oremos a nuestro amoroso Padre, por su afligida familia, y por los que le mataron”.
[xxviii]
[i] G. B. Winton, “El Rev. Primitivo A. Rodríguez”,
El Abogado Cristiano, 11/III/1909, p. 154.
[ii]“Contestación que el presbítero Manuel Aguas da a la carta en que le pregunta sobre su religión el presbítero Nicolás Arias”,
El Monitor Republicano, 26/IV/1871, pp. 2-3.
[iii] L. J. Saucedo, “Homenaje al padre Aguas”,
La Buena Lid, XII/1961, pp. 7-11.
op.
cit., pp. 10.
[iv]Letter from Manuel Aguas, T. Whittaker Publisher and Bookseller, No. 2, Bible House, New York, 1874, p. 8.
[v] Apolonio C. Vázquez,
Los que sembraron con lágrimas. Apuntes históricos del presbiterianismo en México, Publicaciones El Faro, México, 1985, p. 203-204 y Nicanor F. Gómez,
Ahora sí soy su soldado, Publicaciones El Faro, México, 2004, p. 58.
[vi] Nicanor F. Gómez Pascoe,
Ahora soy su soldado, Publicaciones El Faro, México, 2004, p. 37.
[vii] Imprenta de V. G. Torres, México, 1871.
[viii] Apolonio C. Vázquez,
op.
cit., p. 202.
[x] Nicanor F. Gómez Pascoe,
op. cit., p. 58.
[xi] Ibíd., p. 59 y
El Abogado Cristiano Ilustrado, 15/II/1888, p. 27.
[xii] Nicanor F. Gómez Pascoe,
op.
cit., p. 65.
[xiv] Apolonio C. Vázquez,
op.
cit., p. 204.
[xv] Reproducido por Nicanor F. Gómez Pascoe, pp. 65-71.
[xvi] En Apolonio C. Vázquez,
op.
cit., p. 192.
[xvii] Juan N. Pascoe, “Rasgos biográficos de Santiago Pascoe”,
El Abogado Cristiano Ilustrado, 28/VIII/1913, p. 553.
[xviii]G. B. Winton,
op.
cit., p. 154.
[xx] Josué Zamora Gutiérrez,
Las obras de Juan Wesley y su arribo a la nación azteca, archivo en PDF, Bristol, Reino Unido, 2001, p. 5. La traducción iniciada por Rodríguez y finalizada por Osuna continúa editándose, por ejemplo, en la serie “Clásicos evangélicos” de CLIE.
[xxi] Ibid., p. 155. Ediciones recientes de estos autores son Juan Pérez de Pineda,
Epístola consolatoria (1560), Obras de los reformadores españoles del siglo XVI, vol. II, Editorial Mad, Sevilla, 2007; Constantino Ponce de la Fuente,
Exposición del primer Salmo de David y Confesión de un pecador (1546 y 1547), Obras de los reformadores españoles del siglo XVI, vol. V, Editorial Mad, Sevilla, 2009.
[xxii] Arcadio Morales, “Rev. Primitivo A. Rodríguez”,
El Faro, 12/III/1909, p. 167.
[xxiii] Arcadio Morales, “Memorias”,
El Faro, 15/VI/1947, reproducido en Alberto Rosales Pérez,
op. cit., p. 26.
[xxiv] Con el título de
Viniendo a la luz fue reimpresa durante muchos años la carta que Manuel Aguas originalmente escribió a su superior en la orden de los dominicos, Nicolás Arias, para explicarle las razones por las cuales abandonaba el catolicismo romano. La carta vio por primera vez la luz pública en
El Monitor Republicano, 26/IV/1871, pp. 2-3.
[xxv] Apolonio C. Vázquez,
op.
cit., p. 198.
[xxvii] Nicanor F. Gómez Pascoe,
op.
cit., p. 101.
[xxviii] Facsimilar en Nicanor F. Gómez,
op.
cit., p. 105.
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