Este es el último artículo de la serie
Vintage People para el Magacín de Verano de Protestante Digital. Así que simplemente quiero aprovechar para darles las gracias y devolverles el favor.
Porque lo último que debieras hacer en esta vida es dar algo por sentado. Fue uno de los gurús de la cultura global en la que vivimos, Seth Godin, quien hace algunos meses me hizo pensar en una de las verdades más importantes que debemos recordar: Nadie, absolutamente nadie, te debe un segundo de su atención. ¿Por qué debiera nadie darte treinta segundos de su tiempo para leer algo que tu escribiste? Aunque estas estadísticas no sean cien por cien acertadas, seguro que no se equivocan mucho:
Cada minuto se cargan en YouTube 72 horas de videos y trescientos cincuenta gigas de contenido en Facebook, se envían más de doscientos millones de emails, se crean más de quinientas websites y más de trescientos blogs nuevos, y se registran más de setenta dominios.
Por eso me sorprendió cuando hace algo más de tres meses la redacción me llamó y me preguntó si quería participar. “Escribe lo que quieras”, me dijeron. No me cabe duda de que leen cada palabra para asegurarse de que no escribo alguna burrada, pero eso es confianza.
Confianza. Confianza para hablarle a miles y miles de personas cada semana, poniendo en riesgo la estabilidad de su aventura digital y de las familias que lo dirigen.
Necesitamos más confianza como esta. Dale. Corre. Arriesga. Y si metes la pata, no te preocupes.
Tenemos un mensaje mucho más importante que nuestras meteduras de pata. La parábola de los talentos que Jesús contó una vez habla precisamente de esto: de alguien que confía su honor a un grupo de personas y, curiosamente, no espera ganancia de vuelta, sino que tomen riesgos.
“Protestante” y “Digital”.
No sé sí lo has pensado alguna vez, pero estas palabras juntas tienen cierto genio.
Protestante es una tradición de, por lo menos, quinientos años. Es una convicción antigua de vida.
Protestante es una conexión con la historia que ya nadie parece estar interesado en mantener.
Digital es lo contrario. Es la nueva cultura, donde más de un catorce por cien de la población global accede a las websites desde su teléfono móvil.
Digital es el nuevo lenguaje que la iglesia no puede ignorar. Digital es un nuevo patrón mental, más rápido, más dinámico, que se actualiza en tiempo real, y que necesita una dosis extra de compromiso en excelencia y velocidad.
Pero hay más.
Protestante fue una revolución pasada.
Digital es una revolución presente.
Cuando empecé esta sección la llamé
Vintage People por una razón. Por años he estado escuchando esa frase de “hay que volver a la iglesia original”. Y, aunque veo la intención tras esa frase,
creo que es estúpido querer volver al pasado para encontrarse a un Dios que constantemente se mueve al futuro. Vintage People es la convicción de que tenemos que tener el valor de ser la iglesia para el mundo en el que vivimos.
Confianza. Riesgo. Fusión de características. Revolución.
Suena a Jesús, ¿verdad?
Y por último, comunicación humana. Estos últimos meses han sido un caos para mí. He transicionado de vivir en Charlotte, Carolina del Norte, a vivir en Madrid. Llevo meses planificando la estrategia para empezar una nueva comunidad cristiana, y todo eso mientras mi preciosa mujer esta a punto de dar a luz a nuestra segunda hija. Cada semana en Protestante Digital me han tenido paciencia cuando me retraso en entregar mis artículos, y han sacado tiempo para preguntarme cómo podían ayudarme, en medio de todo lo que tienen que hacer, que no es poco.
Son gente que claramente hace las cosas bien y que produce, pero que no se olvidan que,
a fin de cuentas, cuando ya todos estemos en el cielo o el infierno, lo único que habrá importado son las personas. Personas como tú y como yo, que tienen complicaciones en el embarazo, que sienten que no dan la talla educando a sus hijos, a quienes por una vez les gustaría no sentir la presión de no llegar a fin de mes, y quienes no saben bien cómo luchar el tedio del aburrimiento, una de las enfermedades principales del siglo XXI.
“Protestante” y “Digital”.
Esa combinación no es fácil. Vivimos en uno de los mejores y más difíciles momentos para el cristianismo. Normalmente es así
, las mejores oportunidades vienen solo cuando se necesita el trabajo más duro, las ideas más innovadoras, el riesgo menos controlado. Podemos sentarnos y dicirle al mundo que tiene un corazón demasiado duro, o podemos hacer las cosas de tal manera que quieran escuchar.
Por eso estoy agradecido por lugares digitales como éste. Porque, como dije antes, en un mundo donde nadie te debe ni un segundo de su atención, ellos luchan por crear un espacio digno de escuchar.
Espacios dignos de escuchar - sean físicos o sean digitales - donde las personas del día a día, que viven sus vidas sobre el límite de velocidad permitido, puedan encontrar algo que los haga parar y quizá cambie sus vidas. Para eso vino Jesús.
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Este artículo forma parte de la revista P+D Verano/08 quepuedes descargar aquí (PDF), o leer en el navegador a continuación:
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