La penosa enfermedad que lo aquejó los últimos meses de vida, de ninguna manera fue obstáculo para que Báez-Camargo continuara tomándole el pulso a los tiempos. Su artículo final, publicado dos semanas antes de su deceso, fue dedicado a la caída del presidente guatemalteco Efraín Ríos Montt, quien accedió al poder el 23 de marzo de 1982 como resultado de un golpe de Estado.
Unos meses después de que Ríos Montt se haciese del poder ejecutivo de forma anómala y violenta, Báez Camargo ocupó su espacio periodístico (11 de diciembre, 1982), para sopesar la evidente crisis gubernamental que se vivía en Guatemala. Consideraba que el gobierno de Ríos Montt era incapaz de aminorar los excesos del ejército en contra de la población.
El veterano escritor dejaba constancia de su escepticismo sobre el régimen del llamado ''primer presidente evangélico de América Latina":
Soy protestante, pero la verdad es que no me ha entusiasmado el hecho de que el actual Presidente de Guatemala lo sea. Bien sabido es que el protestantismo, para bien o para mal, encierra muchas variedades, y que el pertenecer a una de ellas no hace de nadie su típico representante.
La situación de Guatemala bajo el régimen de Ríos Montt no es, por lo menos hasta ahora, modelo de la obra de un gobernante cristiano. Aunque él no sea culpable directo de los horrores que ahí ocurren, sobre todo en las zonas rurales e indígenas, y él no sea quien personalmente los cometa, como Presidente es responsable de la situación que permite su perpetración. Si quiere suprimirlos, y lo que pasa es que no puede, porque hay poderes superiores al suyo, me parece que debe renunciar, antes que la fe que profesa se siga desprestigiando más.
Contrasta este juicio de Gringoire con los de muchos líderes evangélicos, guatemaltecos y de otras naciones, quienes con tono triunfalista festejaron la ascensión al poder de un protestante. El desbordado triunfalismo les impide ver nítidamente que en Guatemala no estaban cambiando las cosas, que Ríos Montt no tenía un proyecto político en que se privilegiara la justicia y la paz.
[i]
Cuando Ríos Montt fue desplazado del poder por las mismas fuerzas militares que antes lo habían entronizado, Gringoire no se rasgó las vestiduras, al contrario, ponderó el hecho y lo puso en perspectiva (16 de agosto, 1983).
Acosado por la enfermedad, sin las fuerzas para él mismo teclear su artículo, dicta las últimas de sus líneas que serían publicadas en Excélsior. De entre ellas entresaco las siguientes:
El régimen de Ríos Montt duró poco, personalmente, yo celebro que haya sido así. Había indicios ya de que su comunidad religiosa estaba tratando de aprovechar el hecho de que él fuera presidente para obtener ventajas indebidas. El protestantismo en Guatemala no iba derecho a una preponderancia benéfica para el país, como muchos lo supusieron y quizá lo desearon de buena fe, sino directamente al más grande de los desprestigios. Podía haber venido a asociarse finalmente con el régimen de terror y de violencia que el gobierno de Ríos Montt no supo aliviar.
Pedro Gringoire se pronunció contra el asalto militar al poder de Ríos Montt, al igual que antes lo hizo con el golpe militar de Castillo Armas contra Jacobo Arbenz (Guatemala, 1954). De la misma forma en su momento condenó la asonada de los militares chilenos contra Salvador Allende, las dictaduras de Somoza (Nicaragua), Trujillo (República Dominicana) y Stroessner (Paraguay).
De igual manera reprobó la brutal dictadura de Francisco Franco en España, a la vez que argumentó en favor de los republicanos que se le opusieron.
EPÍLOGO
Los 53 años de Báez-Camargo en Excélsior, son ejemplo de cómo un cristiano puede esforzarse en leer el ''Pulso de los tiempos'', con todos los riesgos que ello conlleva. Cuando el teólogo René Padilla cumplió su deseo de tener una conversación con don Gonzalo,
[ii] le preguntó sobre sus mayores satisfacciones como periodista, y Gringoire le respondió: ''La mayor satisfacción ha sido el poder publicar en uno de los mejores periódicos de México lo que yo llamo sermoneslaicos [...]. Varios de mis libros son, en efecto, compilaciones de sermones laicos publicados originalmente en
Excélsior.Y de tanto en tanto recibo cartas de los lectores del periódico, especialmente del campo católico, que me muestran que la semilla está produciendo fruto”.
Esa semilla sigue dando fruto y reclama nuevos sembradores.
Entre los que él llamaba sermones laicos destaca la recopilación de sus artículos en el libro Las manos de Cristo.[iii] Cada capítulo es una descripción e interpretación de la persona de Jesús. De tal manera que en el conjunto de la obra Báez-Camargo construye, a decir de Samuel Escobar, una cristología evangélica latinoamericana.[iv] En el artículo “El proletario de Nazaret”, Báez-Camargo dice sobre Jesús que
[…]
era obrero. Lo que llamaríamos un “proletario”. En sus labios, como en ninguno habría palpitado con inflexión de amor, al dirigirse a los obreros, la palabra consabida: camarada. Ningunas manos como las suyas, fuertes y callosas por los afanes del taller, habrían estrechado con más simpatía, con más compañerismo, las callosas y fuertes manos de los trabajadores.
[v]
En otro capítulo ahonda sobre la temática:
Lo primero que advertimos al contemplar las manos de Cristo, es que son las manos varoniles y vigorosas de un trabajador. Las manos de un obrero: el carpintero de Nazaret. No son esas manos blancas y flácidas, como un lirio desmayado, manos casi femeninas, que le han pintado por lo general en los retablos litúrgicos y las estampas devotas. Es en estas manos suyas, manos de trabajador, donde hallamos la primera y más alta proclama de la dignidad del trabajo manual y del proletariado.
[vi]
Finalmente cito, en esta pequeña muestra de la cristología de Báez-Camargo, un párrafo del artículo “Nuestro Señor del Látigo”:
El Templo está hecho un mercado en que se trafica con la devoción, se explotan los remordimientos, y se hace objeto de agio la piedad […]. Pero aparece Jesús, transfigurado por divina indignación. Indignación por los pobres explotados y por la Casa profanada. Y enarbola un látigo –¡viril y majestuosa figura la de Nuestro señor del Látigo!– que pone confusión entre los mercaderes del altar, mientras en sus labios restalla, como otro látigo que vibrara hecho lumbre, la frase tremenda y perdurable: “Mi casa de oración la habéis hecho guarida de ladrones”.
[vii]
Acerca de los trabajos compilados en
Las manos de Cristo escribió Alfonso Reyes que dicho obra era “conmovedora muestra de armonía entre la vida diaria y el sentir religioso, libro nobilísimo”.
[viii] Mientras que para Gutierre Tibón “el autor que […] ha escrito las páginas más ricas de emoción y de hondura sobre el amor infinito que brota de las manos traspasadas del Galileo, es un mexicano, Pedro Gringoire”. De acuerdo con Tibón (lingüista, antropólogo y filósofo), Báez-Camargo en el “libro
Las manos de Cristo nos habla alternativamente de su poderío, de su ternura, de su anhelo de socorrer, y de su victoria final, que debe perdurar a través de los siglos”.
[ix]
El deceso de Gonzalo Báez-Camargo acontece como él lo había dejado plasmado muchos años antes, con la mano en el arado (31 de agosto de 1983). Es en las líneas de un poema donde el autor manifiesta la forma en que deseaba ser hallado a la hora del llamado final:
Concédeme, Señor, cuando me llames,
que la obra esté hecha:
la obra que es tu obra
y que me diste que yo hiciera.
Pero también, Señor, cuando me llames,
concédeme que todavía tenga
firme el paso, la vista despejada
y puesta aún la mano en la mancera.
Yo sé bien que cuando al cabo falte
mi mano aquí, tu sabia Providencia
otras manos dará, para que siga
sin detenerse nunca nuestra siembra.
[x]
[i]Cfr. el capítulo siete (''The New Jerusalem of the Americas") del libro de David Stoll,
Is Latin AmericaTurning Protestant?The Politics of Evangelical Growth, University of California Press, Berkeley-Los Angeles-Oxford, 1990, pp. 180-217.
[iii]Pedro Gringoire,
Las manos de Cristo, Casa Unida de Publicaciones, México, 1950.
[iv]Samuel Escobar,
En busca de Cristo en América Latina, Kairós, Buenos Aires, 2012, p. 117.
[viii]Semblanza biobibliográfica…,
op.
cit., p. 51.
[x]Gonzalo Báez-Camargo
, “Cuando me llames”, en
El artista y otros poemas, 2a ed., Casa Nazarena de Publicaciones, Kansas City, 1965, pp. 65-66.
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