Recientemente el biopsicólogo Nigel Barber afirmó que para el 2038 habrán más ateos en el mundo que personas religiosas. El va a publicar los resultados de su estudio el mes que viene.
El argumento básico de Barber es que
países con más altos niveles de vida tienen más altos niveles de ateísmo. Su conclusión es que al seguir mejorando el nivel de vida en el mundo seguirá creciendo el número de ateos. En particular el resalta varios países europeos que tienen alto nivel de vida y alto nivel de ateísmo.
Esta hipótesis secularista tiene una historia larga.
Muchos estudios afirmaban que para fines del siglo veinte la religión sería algo del pasado. En los momentos de mayor avance del comunismo del siglo pasado parecía que un porcentaje alto de la población mundial sería atea. Pero cayeron la mayoría de los países comunistas y hubo un renacimiento de la religión en casi todos esos países.
La hipótesis secularista tiene tras ella rasgos de un darwinismo social. Al fin y al cabo la evolución humana nos está llevando a todas las personas a parecernos más a los europeos, particularmente a los europeos más ateos. El futuro de la humanidad se ve a través de esos países y pueblos europeos y no en otras partes del mundo donde la gente cree en Dios.
Por supuesto, hay muchos estudios que contradicen la hipótesis secularista.
En muchos países hay más práctica religiosa hoy que en el pasado, particularmente en los países ex-comunistas. Y las tendencias religiosas están creciendo más en los países que están creciendo más demográficamente.
Pero para mí lo más importante no es cuál estudio es más serio o cual puede predecir mejor el futuro. Lo que quisiera hacer resaltar son algunas lecciones que podemos aprender de este estudio.
En primer lugar, el estudio de Barber parece comprobar lo que dijo el proverbista hace siglos en Proverbios 30:8,9: “No me des pobreza ni riquezas; manténme del pan necesario; no sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios”.
Los que creemos en Dios tenemos que confesar, de nuevo, que el materialismo nos corrompe a todos. El tener mucho tal vez no nos haga ateos oficiales, pero sí nos puede apartar de Dios.
Muchos cristianos ricos en verdad practican un deísmo moralista terapéutico.Difícilmente creemos en un Dios que se hace presente en nuestras vidas diarias. El estudio de Barber nos necesita hacer reflexionar sobre el impacto sobre nuestra fe de vivir en sociedades materialistas donde acumular bienes es visto como señal del éxito (y aún de la bendición divina).
En segundo lugar, nos quisiera invitar a reconocer que la base de nuestra fe no depende de estudios científicos, sino de Dios. Nuestra fe tampoco depende de censos populares, sino de creer en el Dios creador que obró en la persona de Cristo y que sigue obrando en nuestro mundo.
La existencia de Dios no la determinamos los humanos, ni siquiera los biopsicólogos.
Tercero, recordemos que necesitamos orar por un avivamiento en nuestros países y en nuestro mundo. El materialismo tiene a muchos de nosotros atados a una religión que no nos reta a una vida al estilo de Cristo, ni nos llama a creerle al Dios que interviene en la vida diaria.
Si de verdad creemos en la importancia de Dios en nuestro mundo, necesitamos orar para que El obre, de nuevo, en nuestro mundo.
Esta no es la primera vez en la historia humana que algunos proclamen la “muerte de Dios”. Tampoco es la primera vez que algunos cristianos hemos perdido la esperanza de que Dios puede seguir obrando en nuestro mundo.
Pero en cada momento de desaliento ha habido mujeres y hombres que han reconocido la importancia de orar y clamar para que Dios traiga un avivamiento.
Si el estudio de Barber nos llama a la oración y la búsqueda de Dios en nuestras vidas, entonces habrá tenido un resultado positivo. ¡Gracias, Nigel Barber, por retarnos a reconocer que debemos estar buscando a Dios en este momento histórico!
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