La pornografía se ha convertido en uno de los cimentos del negocio de la trata de seres con fines de explotación sexual. El comercio sexual ha germinado desde este terreno y ha alcanzado considerables dimensiones a diferentes niveles. La concepción acentuada de asumir que “el sexo vende” se visualiza desde la publicidad sexista hasta la trata de personas pasando por la pornografía, las “llamadas eróticas”, las “call-girls” y chicas acompañantes, los espectáculos de provocación sexual como el “strip-tease” o el “sex-show”, la compra-venta de novias por correo o la prostitución desempeñada en prostíbulos clandestinos o legales, las casas de masajes o el turismo sexual y las visitas a grupos concentrados de varones.
El porno está al alcance de todos, los 365 días al año y las 24 horas. Es gratis, anónimo, accesible y adictivo. Sexo a la carta y rápido, por denominarlo de alguna manera.
- Existen 4.2 millones de sitios dedicados a la pornografía en Internet. 420 millones de páginas pornográficas y 68 millones de búsquedas de porno en páginas de búsqueda
- Cada segundo 30.000 personas están consumiendo pornografía
- Existen 68 millones de búsquedas diarias
- Cada 30 minutos se realiza una nueva película porno
- 1 de cada 5 imágenes pornográficas es de un/a menor de edad
- La edad promedio de los niños que ven pornografía es de 11 años
- Más de 11 millones de adolescentes regularmente ven pornografía en Internet
Una de las vertientes de la explotación sexual infantil es la relacionada con la producción de material audiovisual en el que un menor se ve envuelto. Concretamente, la pornografía infantil es toda representación visual o auditiva de un niño para gratificación del usuario, implicando la producción, distribución y/o utilización de esa materia. Se estima que son miles los niños víctimas de esclavitud sexual que son obligados a hacer películas pornográficas, y el número va en aumento.
No sólo son los niños los más vulnerables a esta forma de explotación, si no que también las mujeres son víctimas constantes. Para sacar mayor “provecho” de sus víctimas, los tratantes graban a las mujeres a las que someten teniendo relaciones sexuales con sus clientes. Estos videos son subidos a internet siendo una fuente más que proporcionará beneficios de manera indefinida.
Una de las características actuales en la industria de la pornografía, y del sexo en general, es la imagen infantilizada de las mujeres y la hipersexualización de los niños. Esto provoca que haya más niños y niñas en edades cada vez inferiores demandados por parte de los adultos y que las adolescentes sean objetivo de los tratantes.
Un claro ejemplo de infantilización de la imagen de la mujer y de sexo alrededor de la imagen infantil lo encontramos en Australia, donde existen burdeles legales decorados a modos de “colegios infantiles” donde las mujeres van vestidas como si fueran bebés.
La pornografía es también usada para “normalizar” a las víctimas de explotación sexual. En el libro “Esclavas del Poder”, de Lydia Cacho, se recoge el testimonio de Arely, una joven rescatada de las mafias que la obligaban a prostituirse. Lydia le pregunta a Arely sobre la mansión donde vivía, durante esa época, en México:
“Era bonita, muy cuidada y protegida, con un policía a la entrada. Teníamos un cuarto con una televisión grandísima. Allí nos ponían todo el día el canal ese de Playboy y nos decían: “Miren chicas, ustedes deben cuidarse y hacerse mujeres de clase para ser como esas muchachas”.
Como bien indica Lydia Cacho tras este testimonio: ”En esta narración existe una notable similitud con las historias de niñas y jóvenes de otros países. En las casas donde se hospedan las víctimas, la pornografía y las películas eróticas se emplean para crear una cultura de aceptación y normalización de la explotación”.
El consumo de pornografía alienta al consumo de sexo. Recurrir a la prostitución es un hecho común para aquellos consumidores de pornografía, que ven satisfechas aquellas fantasías sexuales que anteriormente han visto. Como ya sabemos un gran porcentaje de las mujeres que se encuentran ejerciendo la prostitución son obligadas a hacerlo, con lo que la demanda de prostitución hace que crezca el número de mujeres que son víctimas de trata con fines de explotación sexual.
Internet es un medio prácticamente incontrolable. Con su ayuda, la pornografía ha dado el salto definitivo para convertirse en dominante y presente en la actualidad. Genera ganancias inimaginables y posibilidades aún por explotar. Se estima que los ingresos anuales de la pornografía son más altos que los de la industria del fútbol, béisbol y baloncesto juntas. Es tan rentable que cada año tiene unos beneficios que llegan a los 7.000 millones de dólares, una cifra que ni siquiera incluye a la prostitución.
No podemos diferenciar entre los que son “actores del porno” y los que están siendo grabados en este tipo de imágenes y películas porque son víctimas de explotación sexual. Tampoco, podemos saber cuántas son las jóvenes que realmente son mayores de edad dado que maquillaje, peluquería y vestuario erótico disfrazan a las menores y ciegan a los consumidores de sexo online.
¿Y si en vez de pornografía estás viendo abusos y violaciones?
¿Y si en lugar de placer estás viendo el dolor de una víctima?
¿Y si en vez de una “mujer calentita” imaginas a tu hija/o, hermana/o, prima/o siendo violado, abusado, obligado y/o amenazado?
Para la mayoría de las personas, la esclavitud es una terrible problemática del pasado; sin embargo actualmente existen más esclavos que nunca antes en la historia de la humanidad, esclavos obligados a ser objeto de satisfacción sexual.
Este artículo forma parte de la revista P+D Verano/03. Puedesdescargarla aquí (PDF) o leerla a continuación en tu navegador:
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