Propongo que escuchemos la voz del campo. Un matrimonio iberoamericano nos presenta su reflexión y experiencia. Su trabajo está focalizado entre los pueblos de acceso restringido. Este escrito ha sido compilado y adaptado para esta presentación.
«Se habla de causas y razones del retorno anticipado de los misioneros. Sabemos que un gran porcentaje de esos retornos a casa pudieron ser evitados.
Hay situaciones en que la crisis del misionero supera al consejero que le escribe o lo va a visitar. No estoy diciendo que los misioneros son personas especiales (créanme, no lo son). Lo que estoy diciendo es que
los misioneros necesitan una batería de cuidados distinta a la normal porque viven situaciones (cultural, ministerial y familiarmente hablando) distintas.
En otras palabras:
los misioneros no son personas extraordinarias que viven situaciones ordinarias, sino personas ordinarias que viven situaciones extraordinarias.
Por tal motivo, el cuidado pastoral debe ser elaboradamente distinto. Digo esto, no en el sentido de que el cuidado debe ser mejor (porque no creo en esa diferencia) sino que, al haber mucha tinta derramada sobre el cuidado pastoral cultural (en la misma cultura), pero muy poco sobre el cuidado extra cultural, hay que elaborar una nueva y muy distinta filosofía que influya la metodología de acción en el cuidado de los misioneros en el campo.
Esta nueva metodología se originaría en cinco realidades:
1. La dificultad histórica concreta para solucionar problemas en el campo de misión de personas que nunca han sido misioneros. Muchos de ustedes preguntarán: ¿Qué ocurre con la guía del Espíritu Santo? Sin embargo, esta pregunta es tan apropiada como la siguiente: “¿por qué nadie recomienda un soltero como director del departamento de consejería matrimonial?” Todos sabemos del caso de Pablo; pero…. En nuestros días ¿quién se atrevería?
2. La incapacidad, conocida por todos, de poder compartir emociones y/o aconsejar por e-mail.
3. La realidad de la capacidad espiritual de los otros misioneros que también están en condiciones de pastorear al que está en crisis.
4. La experiencia de los misioneros que están trabajando en el mismo ministerio. Al tener cargas ministeriales similares, pueden lograr una mayor comprensión de los problemas que acarrea el servicio.
5. La posibilidad de entendimiento entre los misioneros que, aunque de distintos países, se unen, por estar sirviendo en la misma cultura. Es lo que ocurre cuando se encuentran un venezolano y un uruguayo en New York, aunque son distintos, el hecho estar en otra cultura, los une.
Con esto quiero aprovechar para derrumbar el mito de las dificultades de trabajar con obreros de otras culturas. Si hay patrones claros de paciencia entre los miembros de un equipo intercultural, las ofensas culturales se tornan en anécdotas risueñas.
Como corolario de esos cinco puntos anteriores, hay dos preguntas que debo responder:
1. ¿Cuál es el papel de la iglesia enviadora ante una crisis?
2. ¿Qué pasa si el misionero/a no pertenece a ningún equipo de trabajo?
LAS BASES
Pasaremos ahora a dar las bases para re-pensar el cuidado pastoral de los misioneros en el campo.
A. Confianza bilateral
1.- La confianza que la iglesia tiene en el misionero.
La misma confianza que Jesús le tuvo a Pedro (Juan 21) cuando le dijo (en otras palabras) “no me importa lo que hiciste… que me ames basta para que apacientes mis ovejas”.
La misma confianza que tuvo dos veces la iglesia de Antioquia: primero cuando encomendó a Pablo y a Bernabé a la obra para la cual el Espíritu los había llamado (Hechos 13) y luego cuando después de una pelea entre ellos los volvió a encomendar (Hechos 15) como diciendo: “no importa lo que haya pasado entre ustedes, sabemos que el Espíritu Santo los ha llamado”.
Y en esto radica la re-elaboración del cuidado pastoral del misionero, en la confianza que la iglesia tiene del misionero: Es más fácil dar consejos y opiniones que serían normales en situaciones típicamente culturales, que confiar en la apreciación que el misionero tiene de su distinta situación cultural y apoyar las decisiones que toma. Por lo tanto tenemos que re-elaborar el cuidado pastoral en base a la CONFIANZA sobre todas las situaciones.
He notado que una de las principales causas de crisis en los misioneros es de autoestima. La mayoría de los misioneros han sido líderes probados o pastores en sus iglesias enviadoras. Por lo tanto, sabemos que durante el tiempo de ministerio en su iglesia local, sus opiniones o punto de vista no sólo eran tenidos en cuenta, sino que marcaban línea de lo que debía hacerse. Sin embargo, al llegar al campo de misión, lo primero que uno pierde, es su lugar en el mundo laboral (o de servicio). Entonces pensemos… ¿qué es lo que más necesitará este obrero de parte de su iglesia?: CONFIANZA. Un mail (y aquí es donde estoy de acuerdo con el cyber-ministerio) que le recuerde al misionero su identidad, que le recuerde que esté donde esté, pase lo que pase y haga lo que haga, su iglesia, amigos, etc., siguen confiando en él y en sus decisiones. ¡Cuánta tranquilidad le da al misionero saber que sus pastores confían en él!
2.- La confianza que el misionero tiene en su iglesia.
Como vemos en 1 Samuel 30:24-25: “la parte del que va a la batalla, así será la parte del que queda (cuidando) las cosas….desde aquel día fue esto por ley…”.
Si el misionero se va tranquilo (y créanme esto soluciona un 50% de las crisis) es porque confía en que su iglesia cuidará de sus cosas en el país de origen. Algunos creen que “cuidado pastoral” es mandar e-mail queriendo saber el estado anímico del misionero para luego aconsejar al respecto…
El cuidado pastoral, que se traduce en tranquilidad en el campo, es: anotar a los hijos del misionero en educación a distancia, hacer los trámites legales, jubilatorios, bancarios etc. en el país de origen, hacer la suscripción a revistas, mandar los mensajes del último domingo, y todas aquellas cosas administrativas que muchos teólogos, psicólogos y antropólogos pasan por alto pero que le dan al misionero la confianza de decir: “me voy tranquilo porque mi iglesia cuida mis cosas”.
La confianza que el misionero tiene para con su iglesia se refleja en la tranquilidad con la que puede compartir sus luchas y temores, sabiendo que no será mal interpretado o juzgado por actitudes o comentarios extraños. ¡Cuánta tranquilidad le da al misionero saber que puede confiar en sus pastores!
3.- Fidelidad
Claro que para que haya confianza, debe haber una fidelidad visible de parte de ambos (iglesia y misionero). Y cuando digo visible me refiero no solo a la oración… ¿Se entiende, no?
Si Jesús confió en Pedro, fue (además) porque Pedro fue fiel en el apacentamiento de las ovejas.
Si la iglesia de Antioquia confió en el equipo Bernabé-Pablo y después en Pablo y en Bernabé por separado, fue porque fueron fieles en la predicación del evangelio.
Si los ejércitos de Israel fueron confiados a las batallas, fue (además) porque el pueblo fue fiel (por ley) y se quedaba cuidando las cosas.
Si la iglesia y los pastores confían en el misionero es porque éste es fiel Al que lo llamó, a su llamado y a la comunidad que lo envió.
Si el misionero confía en la iglesia, es porque fielmente la iglesia se encarga de sus asuntos, se preocupa por su sostén, y no estoy hablando de depositar el sostén pues todos sabemos de la crisis económica que pasan los países, sino a procurar todos los medios a su alcance para que al misionero le llegue lo que necesita en el tiempo preciso.
Eso es lo que ocurre en nuestro caso: si confiamos plenamente en la iglesia que nos envió, es porque los responsables del comité de misiones realizan su trabajo con fidelidad.
B. TRABAJO EN EQUIPO
Hablaré de algunas aplicaciones en el campo de la Misión. Existe el mito de la dificultad de trabajar con compañeros de distintas culturas. Pero la experiencia muestra que no es más difícil que trabajar con compañeros de la misma cultura.
Las dos causas más comunes de problemas de relaciones son: “cómo hacemos lo que hay que hacer” y “cómo decimos lo que decimos”. Ninguna de estas dos razones de conflictos, desaparecen en el trabajo en la propia cultura, y aunque muchas veces no tienen solución (y no son para rasgarse las vestiduras, recordemos a Pablo y Bernabé) la primera puede amortiguarse con un buen mecanismo de diálogo y la segunda con un buen mecanismo de humor.
Con respecto al trabajo interdenominacional, les asombraría saber cuántos equipos de distintas denominaciones han podido llevar a cabo Su obra en la Misión, motivados sólo por la fidelidad a ÉL y no a su denominación.
Entonces, considerando que los mejores consejeros del misionero son sus propios compañeros de equipo, en esto, pues radica la re-elaboración de la metodología del cuidado pastoral:
1.- En la firme convicción que todos (aunque de distintas culturas) somos de la misma familia y apuntamos para el mismo lado, pudiendo encontrar pautas culturales comunes que faciliten la comunicación y por tanto la dinámica de la consejería en el grupo.
2.- En la firme convicción que las diferencias doctrinales no nos hacen más salvos que los demás. Aquí se ve más clara la re-elaboración del cuidado pastoral de la iglesia enviadora: motivar y permitir que “su” misionero trabaje y sea aconsejado por un hermano (“equivocado”) de otra denominación. Los pastores deben entender que es preferible que un misionero de las Asambleas de Dios sea consolado por un compañero de campo que es Hermano Libre, a que el mismo pastor (que está lejos de la situación), intente solucionar el problema sin entender realmente si entiende realmente lo que realmente entiende del problema.
3.- Ahora viene un pequeño apartado especial para aquellos que no tienen equipo: NO ES RECOMENDABLE QUE UN OBRERO VAYA A UN CAMPO SOLO, esto es: sin la compañía de un equipo o por lo menos algún otro misionero en el mismo país. Y aquí tenemos algo más de lo que es la re-elaboración del cuidado pastoral: la iglesia enviadora debe procurar encontrar o contactar con otros misioneros o instituciones que estén en el lugar para no dejar que su misionero se encuentre solo.
Para cerrar el tema de las bases: CONFIANZA-EQUIPO, me veo obligado a aclarar que no siempre es fácil mantener esa confianza y que son innumerables los problemas de equipo que encontramos en los campos de misión; sin embargo, la experiencia dice que cuando la confianza se pierde, un buen equipo de misión ayuda muchísimo para salir adelante.
Y cuando en el equipo hay problemas, la confianza de la iglesia enviadora es fundamental para superar la crisis. Pero cuando la confianza de la iglesia se perdió y el equipo no funciona… Dios te ayude misionero.»
PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN
¿Cuáles suelen ser las crisis que viven los misioneros junto a sus familias en el campo de servicio? ¿Cómo podemos ayudar?
¿Qué aspectos o cuales son los elementos más importantes a tener en cuenta en la capacitación misionera antes de salir al campo?
¿Cómo podemos desarrollar un cuidado pastoral adecuado antes de salir, durante el servicio y luego en el regreso del campo? ¿Qué elementos debemos considerar como los más significativos en este proceso?
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