Pensaba hablar de cuestiones más serias y pegadas a la actualidad. Pero dado que aún no ha comenzado la liga de fútbol, estamos algo cansados de política, las redes sociales están sumidas en una exasperante irrelevancia informativa, no he tenido tiempo de preparar mi aportación a nuestro observatorio publicitario, y debo ponerme al día con las series y libros que quiero comentar en este espacio, se me ocurre despedirme hasta septiembre (aunque proseguiré con mi columna Más luz en agosto, y aún queda un suculento artículo de Jordi Torrents para cerrar bien el mes de julio) con una selección de vídeos musicales para combatir el calor de estos días. Necesitaba hablar de algo más entretenido y positivo.
Este año pude pasar unos minutos con el escritor americano
Percival Everett, autor de imaginativas novelas como el western
God’s Country, la rareza
Erasure (
X) y la divertida
No Soy Sidney Poitier (disponible en Blackie Books), donde aparta sabiamente (aunque sin desterrar del todo) el asunto racial para narrar la historia de un hijo ilegítimo del magnate televisivo Ted Turner. A modo de anécdota que no sirve de mucho para este artículo, diré que Everett también realizó la introducción a una edición (la de 2004) del corta-pega de los Evangelios que realizó Thomas Jefferson con el fin de extraer todo componente sobrenatural a la figura de Jesús. En un momento de la entrevista, Everett comentaba a mi compañero de redacción que, en su opinión, “hubo una muerte de la imaginación en nuestra cultura cuando los videos musicales empezaron a hacerse populares. Por lo general, cuando escuchas una canción, tu imagen conjura una serie de imágenes y lugares; pero cuando el video lo hace por ti, tu imaginación queda mutilada. Y eso es terrible”.
En parte coincido con lo que dice Everett:
cuando se nos ofrece una visión muy fijada de algo que en principio es etéreo, nuestra percepción se aferra a esa visión preconcebida y ajena. Pero, partiendo de la base de que hay bastantes canciones que no precisan de videoclip para mutilar la imaginación del oyente, y que un vídeo puede condicionar la memoria de un espectador “por el buen camino” (hasta el punto de no poder separar la canción de su pieza audiovisual), es indudable que existe una cantidad de vídeos musicales que, en su condición de auténticas obras de arte, para nada matan la imaginación; como no mata la imaginación de un arquitecto ver un cuadro de Mondrian (bueno...) o leer las notas de Leonardo Da Vinci, ni reduce la imaginación de un cinéfilo la obra de Werner Herzog, por muy poderosas que sus películas sean.
La llamada experiencia estética no tiene por qué desaparecer ante la exposición frente a la lectura que otro hace sobre una canción: el autor de un videoclip tiene su lectura, que no tiene por qué ser la mía. Reconozco que soy incapaz de volver a escuchar a Peter Gabriel sin pensar en
los pollos bailarines de Sledgehammer; cuando vuelvo a Talk Talk,
veo a Mark Hollis en el zoológico; los
White Stripes están construidos de piezas de Lego; y hay canciones, hasta carreras musicales enteras, que únicamente han dado de provecho
un videoclip, o dos. Sin embargo, la imaginación estimula la imaginación. Así lo veo yo.
El verano contiene un componente de ligereza y ociosidad que en su momento me exasperaba. Personalmente prefiero las otras estaciones, ya que en verano me resulta difícil concentrarme en el trabajo intelectual (la frase que titula esta sección,
Preferiría no hacerlo, cobra una fuerza inmensa), los días se pueden hacer largos y únicamente siento ganas de salir a pasear cuando el sol deja de incordiar, o leer “cosas facilonas” como novelas de género, o inflarme de cine. Qué malo es esto, dirán algunos. Las vacaciones extensas se suelen tomar en esta época por algo... por supuesto, cada vez se produce menos esto, por lo que todos sabemos, aunque agosto sigue siendo líder en su cuota de dispersión y julio es líder en festivales de música.
Con el tiempo, estoy aprendiendo a disfrutar del verano porque en realidad tengo la sensación de que hay tiempo para cada cosa. Aparte de que en verano hay mayor variedad de fruta, y eso se agradece.
Os ofrezco diez vídeos musicales. No son los mejores que se han hecho, y tampoco son las mejores canciones de la historia. Pero están hechos para el verano, y nos recuerdan que no aprender a llenar los ojos es otro modo de descuidar al prójimo. Por favor, escuchad las canciones a todo volumen y no os preocupéis por vuestra imaginación, que esta suele ir por su cuenta. Suspended por un día todas vuestras preocupaciones, y no penséis que descansar es una pérdida de tiempo. Entre otras razones, porque no hay modo mejor de perder el tiempo que pensar que lo hemos obtenido por nuestros méritos.
10. R.E.M.: Imitation of life
(Dirigido por Garth Jennings)
Esta obra maestra de la sincronización recoge 20 segundos de grabación de una fiesta junto a una piscina. Los sucesivos zooms muestran cómo los asistentes se acoplan a la letra de la canción dentro de una acción que no guarda relación con el resto, salvo en un momento determinado. Se emplea la técnica del
pan and scan, que consiste en una aproximación al formato del televisor, recortando el campo registrado originalmente a pantalla ancha. El resultado es ese grano y pérdida de detalle que vemos en cada ampliación. La canción se inspira en una película de Douglas Sirk, de mismo título. En el vídeo, tenemos caídas, barbacoas que salen mal, bailes sueltos y jacintos de agua, que decía el poeta.
9. BLUR: Parklife
(Dirigido por Pedro Romhanyi)
Ya que hablamos de imitación a la vida, el cuarteto de Colchester se sirvió del cotidiano actor Phil Daniels para su retrato de la típica vida británica. Ejercicio inmejorable para probar el nivel de inglés (me encanta la frase “I get up when I want, except on wednesdays”) y contundente estribillo. El simpático videoclip está lleno de detalles graciosos, aunque el tema no tuviese las mismas oportunidades con el gran público que el otro single del disco,
Girls and boys, que marcó una separación con otras épocas en las que hacían vídeos en habitaciones cerradas con papel pintado, a juego con las alfombras.
8. WEEZER: Buddy Holly
(Dirigido por Spike Jonze)
Estoy convencido de que cuando mi hijo oiga las canciones de Weezer sufrirá el mismo estupor que sentíamos hacia décadas anteriores los que empezamos a escuchar música en los años noventa. Conscientes de esta realidad, se reservaron una aparición (con el mismo procedimiento empleado en la película
Forrest Gump) en la sitcom
Happy Days, que duró diez años en antena (del 74 al 84) y estaba ambientada en los cincuenta. En ella actuaba el director de cine Ron Howard, como hijo de los Cunningham y protagonista de las primeras temporadas. “Please, try the fish”, es la súplica del dueño de la cafetería.
7. SOULWAX: Much Against Everyone’s Advice
(Dirigido por Evan Bernard)
El vídeo lleva el espíritu de lo que cuenta la canción: la pelea continua contra las letras. Soulwax es un dúo de origen belga que mezcla muy bien el rock alternativo con la música electrónica, sin abusar demasiado de la experimentación. Su canción
Saturday tiene un guiño genial al
Billy Jean de Michael Jackson.
6. TUNNG: Bullets
(Dirigido por Sofia Coppola)
Una bola de objetos que han caído al espacio, no sabemos muy bien cómo, contiene a los componentes de Tunng y a esta hermosa canción. El ingenioso cúmulo, que incluye juguetes e instrumentos musicales, se precipita en dirección al sol, donde se achicharra y desintegra. Se trata de un viaje a la madurez del que se desprende un equipaje lleno de cosas importantes. Este tema de la madurez es recurrente en la filmografía de la directora.
5. THE BLUETONES: Slight Return
(Edgar Wright)
En el entorno de los vídeos musicales existen dos líneas temporales: la del mundo real, que responde a un
timing y a una organización; y la marcada por la canción que da pie a todo el tinglado que se monta alrededor. A veces, un videoclip cuenta una historia, y otra muestra sencillamente al artista pasando por distintos momentos. Naturalmente, también está el concepto del metavideoclip, como el que desarrollan Kim Deal y Spike Jonze con
Cannonball, Blur con
Charmless Man, o The Bluetones, banda que ha pasado muy desapercibida a pesar de tener canciones brillantes:
Slight Return me recuerda muchísimo a la mejor época de The Stone Roses (una de mis bandas favoritas de todos los tiempos), que ya es mucho. Aquí vemos todo lo que puede suceder en un instante, cuando el tiempo de la canción es capaz de detener el transcurso del reloj.
4. FATBOY SLIM: Weapon of Choice
(Dirigido por Spike Jonze)
A veces, una idea simple como poner a bailar a Christopher Walken en un hotel vacío es mejor que otras mil ideas sofisticadas juntas. Es la idea de la elección reducida a una absurda expresión, que sin embargo funciona. Y produce imitación: he repetido movimientos de este hombre en montones de escaleras mecánicas y frente a multitud de ascensores. Lo de volar es bastante más complicado, pero es que Walken lo hace creíble.
3. TAME IMPALA: Feels Like We Only Going Backwards
(Dirigido por Joe Pelling & Becky Sloan)
Otro método que resulta es la animación. En el caso de estos australianos, la técnica es más que apropiada, sienta bien a su actualización psicodélica.
Ya lo probaron en una canción anterior y ciertamente cuesta despegarse de la pantalla cuando suenan los primeros deslices del bajo fundidos con las manchas de pintura que parecen estallar como la tinta disuelta en un cubo de agua.
2. GARY JULES: Mad World
(Dirigido por Michel Gondry)
Empezábamos con una imitación de la vida, y cerramos con otra, en forma de figuras realizadas por la colocación de unos niños en la calle. Este clásico de Tears For Fears se vio superado por la versión de Gary Jules (equiparado a Michael Stipe, precisamente por su adaptación), y por la mente despierta del director francés, que optó por imágenes infantiles para hablar de esta locura de mundo.
1. BECK: Deadweight
(Dirigido por Michel Gondry)
Del mismo realizador, que aprovecha la menor ocasión para incluir una batería en sus videoclips (era el instrumento que aprendió a tocar en su juventud), colaborador reincidente de Beck, este vídeo muestra escenas de la película
A Life Less Ordinary, todo un 2X1 en dirección. La idea original está tan bien llevada que una campaña publicitaria de nuestro país la tomó prestada. Como decíamos, lo que se deriva de la imaginación ajena trae inspiración “propia”.
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