¿Cómo tratamos el pecado con una generación que no cree en tal cosa? Ya expliqué en el artículo anterior cómo ante los retos que enfrentamos como iglesia algunos fuimos desafiados por el escritor y conferenciante Félix Ortiz a encontrar respuestas en la revelación de Dios, que es fresca y dinámica. Nos acercamos personas de diferentes trasfondos denominacionales a revisar nuestro concepto de pecado con el fin de completar nuestra visión actual y descubrimos que en estos días ciertos aspectos deben ser recuperados.
Nunca se me hubiera ocurrido que la historia de Adán y Eva pudiera arrojar tanta luz para tratar en el S.XXI un tema tan crucial en la fe cristiana como es el pecado. Siendo sincero, no me interesa mucho si esta nueva generación cree que la cosmogonía judeo-cristiana pasó tal y como se narra en el Génesis o no, pues lo más importante y sorprendente para mi es que esta historia está pasando hoy.
Adán y Eva nos recuerda que tú y yo podemos elegir, que no hay libertad ni relaciones significativas si no podemos decir no. También nos permite entender el concepto bíblico de pecado como rebelión por el deseo de ser iguales a Dios desde la independencia de su soberanía. Si bien esto último es difícil de aceptar si dudas o no crees en la existencia de Dios, no he encontrado ninguna persona que no acepte al menos tres de las cuatro consecuencias del pecado que vemos en la historia de Adán y Eva:
- La ruptura en nuestra relación con Dios: la generación del S.XXI, como Adán y Eva, se sigue escondiendo de Dios (...me escondí..., Gen 3:10).
- La ruptura interior: la generación del S.XXI, como Adán y Eva, experimenta temor, vergüenza, culpabilidad y otras emociones autodestructivas (...tuve miedo..., Gen.3:10).
- La ruptura con el prójimo: la generación del S.XXI, como Adán y Eva, conoce lo que es ser insolidario, al no asumir la responsabilidad propia y señalar a otros como culpables (...la mujer que me diste... Gen.3:12), ésta es la raíz de los problemas familiares, laborales, violencia de género, guerras...
- La ruptura con el medio ambiente: la generación del S.XXI, como Adán y Eva, experimenta la frase “maldita será la tierra por tu causa” (Gen.3:17) y parece que es más consciente que muchos cristianos de que nos estamos cargando el planeta.
Los cristianos tenemos un mensaje crucial para el S.XXI. Según 1ª Juan, que
Jesús ha venido para deshacer las obras del diablo. Este Jesús es la imagen de un nuevo hombre, de una nueva creación. Podemos decir que él ha venido a restaurar lo que hemos estropeado.
Nuestro concepto de pecado determina nuestro concepto de salvación y
cuando reducimos el pecado a una ruptura con Dios, la salvación puede ser expresada a esta generación sólo como conseguir un boleto hacía el cielo. No estoy desvalorizando el que Jesús nos otorgue vida más allá de la muerte, lo que estoy tratando de expresar es que en el siglo XXI hay una generación que reconoce que necesita ser salvada de su ruptura interior, de su ruptura con el prójimo y de su ruptura con el medio ambiente. Y sospecho que experimentar a Jesús en estas áreas nos acerca a conocer mejor al Padre con el que necesitamos ser restaurado.
Nuestro mundo actual necesita experimentar el ministerio integral de Jesús de la misma manera que lo experimentó Zaqueo, quien se sintió valorado y aceptado a pesar del rechazo de sus compatriotas y después decidió restaurar sus relaciones rotas. O el leproso, que fue tocado, sanado y conducido a recuperar el derecho de relacionarse de nuevo con su entorno.
Ante los zaqueos y leprosos actuales la iglesia se ha especializado en comunicar el mensaje de restauración con Dios, y he de confesar que a veces lo hacemos bien, sin embargo ante una generación que ha dejado de creer en los sermones, vamos a tener que ofrecer algo más que palabras si no queremos ser ignorados. Me importa bien poco si este mundo nos ignora cuando estamos haciendo lo que debemos, pero si lo hace porque hemos dejado de imitar el ejemplo de Jesús, tenemos un grave problema. ¿Cómo estamos tratando de restaurar la soledad y rechazo de nuestros compañeros de trabajo y vecinos ¿Qué estamos haciendo para restaurar las relaciones rotas en nuestra familia? ¿Evitamos la contaminación de todo lo que en este planeta refleja la creatividad y hermosura de nuestro Dios? La salvación que Jesús ofrece toca el centro de estos asuntos y su ejemplo y modelo nos libra de solo ofrecer un sermón. No tengas la menor duda, Él nos ve de manera integral y nos ofrece una salvación integral. El mensaje de que podemos ir al cielo es una parte valiosa del puzzle, pero debemos completar el cuadro si queremos que nuestro mensaje tenga un contexto de credibilidad en estos tiempos.
En
www.agentesderestauracion.org encontrarás de manera gratuita un material audiovisual autóctono muy valioso para entender este marco teológico. Este espacio es un ejemplo de los resultados que puede llegar a tener revisar nuestra hoja de ruta con el fin de llevar las buenas noticias a las nuevas generaciones.
Hasta aquí hemos visto que para enfrentar el reto de ser iglesia en el S.XXI necesitamos revisar nuestra teología a la luz de la revelación, pues nuestra teología determina nuestro ministerio y no deja de ser una construcción humana. Hemos empezado revisando nuestro concepto de salvación y proponiendo una visión integral del mismo basados en la cosmogonía bíblica y el ejemplo de Jesús. El próximo punto a revisar será nuestra cosmovisión de la espiritualidad y como esta nos puede ayudar u obstaculizar en nuestro objetivo de conectar con las nuevas generaciones.
Este artículo forma parte del Número 2 de la Revista Protestante Digital Verano. Puedesdescargarla aquí (PDF)o bien leerla a continuación:
Si quieres comentar o