La trata de seres humanos es la nueva esclavitud de nuestro siglo.
Según el Protocolo de Palermo “se entenderá por trata de personas la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación”.
Tal vez con esta definición es difícil comprender el problema.
A ejemplos prácticos, se trata del engaño a personas, mediante falsas ofertas de empleo, relaciones u otros, y que acompañado de violencia o amenazas obligan a éstas a ser explotadas. Testimonios comunes son los de aquellas chicas de Europa del Este, Latinoamérica o África, que son convencidas a viajar a otros países con falsas ofertas de empleo, y que al llegar a sus destinos se encuentran con una realidad muy distinta: son obligadas a vender sus cuerpos bajo amenazas y deudas ficticias creadas por sus tratantes. Otro tipo de historias, niñas y niños vendidos como esclavos domésticos por unos 13 euros, u otras menores que simplemente son vendidas a burdeles donde mantendrán relaciones sexuales con adultos pedófilos por unos 2,5 euros.
Duro, pero real.
Por lo tanto, la explotación de hombres, mujeres y niños se da en diferentes formas, bien con fines laborales, sexuales u otros.
Según la ONU existen hoy 27 millones de personas víctimas de esclavitud, la cifra más alta en toda la historia de la humanidad y se estima que el 80% de ellos son niños y mujeres.
De estos 27 millones
79% está siendo explotado sexualmente, un 18% está siendo explotado laboralmente y un 3% está siendo víctima de otro tipo de explotación; mendicidad, sacrificios religiosos, tráfico de órganos, niños soldados, etcétera.
La trata de seres humanos
se está convirtiendo en la industria de más rápido crecimiento, después del tráfico de armas, y es la actividad criminal más lucrativa.
Datos que nos ayudan a comprender la magnitud del problema es saber que
cada 30 segundos un niño es vendido (aproximadamente 3.000 niños son vendidos cada día) o que, según el Trafficking in Persons Report,
es probable que prácticamente todas las naciones del mundo están participando en este trágico problema, bien sea como país de origen (donde las víctimas son captadas), tránsito (transporte de víctimas) o de destino (países que reciben) de las víctimas.
Por lo tanto, es un error pensar que la trata de seres, la esclavitud de nuestro siglo, sólo se da en los llamados “países en vía de desarrollo” y estereotipar la problemática a lugares como India, Bangladesh, China, México, Congo u otros países de Latinoamérica, África o Asia.
En Europa podemos encontrar altas cifras de esclavitud, sobre todo con fines de explotación sexual.
España, concretamente, es el segundo país de la Unión Europea de destino para la recepción de mujeres con fines de explotación sexual. Se estima que en nuestro país, actualmente, hay 300.000 mujeres prostituidas y que un alto porcentaje de ellas son víctimas de trata, es decir, son mujeres prostituidas, no por voluntad propia, si no que están siendo obligadas a ejercer la prostitución.
Lo más asombroso de todo esto es la ignorancia y desconocimiento que existe sobre esta terrible problemática.
La concepción social dominante sobre la prostitución, las prostitutas y todo lo que tenga que ver con esta temática es profundamente negativa, llena de prejuicios y vacía de empatía.
Los medios de comunicación no ayudan a entender el problema, nadie denuncia, todos callan, y si hay alguna información relacionada siempre se construirá alrededor de “lo exótico” del mundo de la prostitución o los testimonios de todas aquellas "Pretty Woman" que han encontrado en la venta de su cuerpo la mejor manera de sobrevivir. Pocas Organizaciones No Gubernamentales se atreven a dar atención a este problema, tal vez influenciados por la poca preocupación y apoyo de gobiernos, cuyos programas de asistencia a víctimas, campañas de información y conciencia y otros medios de ayuda son escasos.
La conciencia es fundamental para el cambio.
Entender que en nuestro país, en nuestra ciudad, y muy posiblemente en nuestro barrio, hay chicas que están siendo esclavizadas sexualmente, explotadas por redes mafiosas que han decidido hacer de ellas simples objetos sexuales que les proporcionarán beneficios económicos, una y otra vez, tantas veces como puedan explotarlas.
En las próximas semanas seguiremos escribiendo sobre esta terrible lacra que se extiende por todos lados. Te invitamos a que sigas informándote, a concienciarte y concienciar al resto.
Creemos en el fin de la esclavitud, que llegará cuando muchos levanten la voz por aquellos que están condenados a vivir en silencio, levanta tu voz, luchemos por acabar con la Trata de Seres Humanos en nuestro país y en el mundo entero. El fin es posible.
Este artículo forma parte del Número 1 de la Revista Protestante Digital Verano. Puedes leerla a continuación o descargarla aquí (PDF).
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