Por su vocación de ruptura con un sistema de valores basado en que unos tenían el control del conocimiento y los otros acataban lo que de los privilegiados provenía como la Verdad revelada,
la Reforma del siglo XVI tuvo una significancia similar a la que la Web 2.0 ha tenido en nuestro tiempo.
Así, no sorprende que el
Manifiesto Cluetrain, con el que se origina, es una suerte de llamada a la acción articulada en 95 tesis, como las que Lutero colgó en el
tablón de anuncios, del
portal de Wittenberg, plantado cara a Roma.
Lutero tradujo la Biblia al alemán y la puso a disposición del pueblo. De esta forma, entregándoles físicamente la Palabra, para que cada persona pudiera leerla e interpretarla, también
les daba la palabra a "los demás". Se acabaron el pensamiento único Vaticano y los dogmas de imposición unilateral. Ahora todos podían hablar sobre los asuntos divinos: debatir, disentir, argumentar, cuestionar, proponer o rechazar.
Y logró su propósito con ayuda de la
nueva tecnología de entonces, una herramienta prodigiosa llamada imprenta que un tal Gutenberg había optimizado y que extendió la Escritura
viralmente por todo el planeta.
Como entonces,
las tecnologías de la información y la comunicación (TICs), y de manera específica Internet y los Medios Sociales han "reformado" la visión del mundo y del hombre, convirtiendo (una vez más) la undireccionalidad de pensamiento (de informadores a informados, de vendedores a compradores, de profesores a alumnos, de los que hablan a los que escuchan...) en multidireccionalidad. Todos tienen su propia voz, pueden ser escuchados y escuchar a los demás...
El orfebre reconvertido en impresor eligió la Biblia para estrenar su máquina de tipos móviles no porque fuera a ser el
best-seller de la época (que llegó a serlo, de ésa y de todas las épocas posteriores), sino por otra razón, que expuso así:
"La verdad religiosa está prisionera en un número ínfimo de pequeños manuscritos que resguardan los tesoros comunes, en vez de compartirlos. Rompamos el sello que ata estas cosas santas; démosle alas a la Verdad para que pueda volar con la Palabra... y así cada alma podrá incorporarla a su vida."
A Johannes, como a Steve Jobs, no le movía el negocio ni la notoriedad sino la pasión. No quería ser el gurú de la impresión, ni construir el
Gutenberg Entreprises; su
modelo de negocio se basaba en compartir, y su afán fue compartir lo que para él tenía
valor y creía que para otros también podría tenerlo.
Esta premisa también identifica a la Web 2.0; porque la auténtica revolución no es tecnológica, ni siquiera tecnocrática (donde los mercados fagocitan esa tecnología para ponerla al servicio de sus intereses), sino emocional y sin duda espiritual.
La Web 2.0 es la efervescencia humana en estado puro, la interpretación del mundo desde la individualidad pero con el objetivo de la afinidad; la búsqueda sugestiva del otro, para ayudarle o para dejarse ayudar por él. Un modelo ¿curiosamente? basado en el diseño estructural del Reino de Dios aunque con un objetivo mucho menos trascendente.
Por lo tanto, la Iglesia se encuentra frente a una enorme oportunidad, quizá La Gran Oportunidad de este siglo, tal como lo fue la Reforma, de acercar a muchos la Buena Nueva. La web 2.0 es el areópago donde Pablo confronta a los atenienses, el espacio donde se puede estar con los que ríen y llorar con los que lloran, los caminos por los cuales los creyentes fueron hablando de lo que habían visto y oído...
Os invitamos a reflexionar sobre ello en nuestro blog:
espiritualitics.com.
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