Los retos de la iglesia para el S.XXI son grandes,
los que trabajamos por años con jóvenes en España somos conscientes de la cantidad de adolescentes que abandonan sus comunidades y la escasez de los que se unen a andar el Camino. En nuestro país se agradecen libros como “La fuga” de Daniel Pujol por plantear el por qué nuestros jóvenes se alejan de la iglesia e Igleburger de Álex Sampedro por apostar por volver a formas que no dañen el mensaje de Jesús y la misión...
Un día el autor y amigo Félix Ortiz tuvo lo que considero una brillante idea; junto a otros líderes de jóvenes que colaboraron en el manual de pastoral juvenil “Raíces”, plantearon lo siguiente: “¿Qué tal si reunimos durante varios días a pastores juveniles y líderes pioneros con el fin de preguntarnos cuales son los retos que enfrentamos y que tiene la Biblia que decirnos?” Mucho de lo que pretendo compartir en esta serie de 8 artículos es fruto de ese diálogo en el que algunos seguimos inmersos y al que tu también estás invitado.
Todavía recuerdo aquella reunión donde alguien dijo que “nuestra teología determina nuestro ministerio”. Pero
lo que se propuso tras esta frase me chocó: “¿diferenciar la teología de la revelación?” “¡¿qué la teología es una construcción humana y cultural?!”. Tras hacer algo que a veces se nos invita poco en el mundo evangélico (me refiero a pensar) logré tranquilizarme y entender que la revelación es divina, viva y dinámica y es por eso que nuestra teología limitada y reduccionista necesita ser revisada. ¿Podría ser que la frase “iglesia reformada siempre reformándose”, empezara a tomar por fin sentido para muchos de nosotros que nos sentíamos herederos de la reforma, pero incapaces de experimentar algún tipo de cambio?”.
Es cierto,
estamos enfrentando una nueva generación que entre otras muchas cosas desconfían de todo lo institucionalizado, se niegan a entrar en un edificio mal llamado iglesia, no quieren permanecer callados mientras le dicen lo que tienen que creer y hacer, enfrentan un mundo inundado de consumismo y hedonismo... pero la revelación divina y fresca de Dios tiene respuesta para nosotros. La pregunta es ¿estamos dispuestos a “cambiar por medio de la renovación de nuestro entendimiento, para que comprobemos cual es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta para el S.XXI”?
No niego que andar por nuevas tierras sea algo fácil y sin duda hemos de hacerlo con cautela, pero no olvidemos que la resistencia al cambio puede ser más peligrosa; muchos en el S.I acabaron rechazando a Jesús desde su teología caduca y necesitada de renovación.
Hechos 15 nos cuenta que la teología de Pedro sobre lo que era impuro tuvo que ser renovada en una azotea para que el evangelio llegara a una familia gentil, y sospecho que nosotros necesitamos una experiencia parecida para que el evangelio alcance a las nuevas generaciones.
En este punto, es posible que muchos pueden pensar en los peligros del sincretismo religioso y del liberalismo que roba la esencia del evangelio
. No estoy proponiendo revisar nuestra teología porque tengamos que agradar a nadie, debemos hacerlo con la intensión de pasar el escandaloso y radical evangelio de Jesús a las nuevas generaciones. Una autoevaluación a la luz de la revelación divina podría llevarnos a la sorpresa de que estamos evitando tragarnos la aguja inconscientes de que ya nos comimos el camello.
Seamos honestos, estamos experimentando tiempos de crisis (los que tienen su mirada puesta en las nuevas generaciones lo saben bien), los sociólogos hablan de que la iglesia está muriendo, pero ¿qué tal si lo que realmente está muriendo es nuestra manera caduca de entender el ministerio?. Si es así, la revelación fresca y dinámica de Dios podrá guiar a todo el que humildemente se disponga a hacer algo que a veces brilla por su ausencia: disponernos a cambiar lo que haga falta. Porque si las puertas del infierno no prevalecerán contra la iglesia, entonces lo que está muriendo son simplemente construcciones humanas.
Desde esta serie vamos a tratar de revisar nuestra hoja de ruta para enfrentar el Camino de ser iglesia en el S.XXI. MI intención no es ofrecer ningún método, sino más bien encontrar principios universales que podamos aplicar a los diferentes contextos en los que nos movemos. Nos ha tocado ser iglesia en un ambiente dinámico y en continuo cambio. Los viejos paradigmas y métodos nos producen seguridad por ser conocidos y los cambios inseguridad y temor. Si nuestra visión del cambio está llena de connotación negativa, corremos el peligro de bloquearnos e impedir el crecimiento. Animo a todo lector a cambiar esta perspectiva con el fin de adentrarnos en la oportunidad de crecer dependiendo del Señor, aun cuando este crecimiento no vendrá exento de dolor y tensión. Empecemos ¿Qué aspectos de nuestra teología necesitan ser revisados?
Para conocer más acerca de como es la nueva generación te recomiendo el siguiente video:
Este artículo forma parte del Número 1 de la Revista Protestante Digital Verano. Puedes leerla a continuación odescargarla aquí (PDF).
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