Máximo García, escritor consagrado y persistente, gran trabajador de la palabra como herramienta, está contribuyendo a la historia del protestantismo español con obras que formarán parte del mismo durante siglos, como Lutero en Alemania, como los hugonotes en Francia, como Enrique octavo en Inglaterra, como Calvino en Suiza, como Juan Hus en Checoslovaquia, como tantos grandes hombres de letras comprometidos con las creencias religiosas.
Digo lo que digo, lo que puedo documentar. Y para quienes lo ignoren o lo hayan olvidado, ahí están –están aquí, sobre el cristal de la mesa en la que trabajo- algunas de las obras de Máximo: LIBERTAD RELIGIOSA EN ESPAÑA, PROTESTANTISMO Y DERECHOS HUMANOS, CON LOS PIES EN LA TIERRA, LA BIBLIA PERSEGUIDA y así, hasta 22 libros que hacen de este escritor un maestro en los profundos misterios de la Teología y en las edades de la Historia.
Del genial Quevedo es esta frase: “Ha sido preciso decir lo que fuimos para disculpar lo que somos y encaminar lo que pretendemos ser”.
Aquí está reflejada la tarea que Máximo García asume en sus libros: La perpetua lucha entre las ideas y los intereses, dar luz al alma de un pueblo que durante siglos ha sido víctima de discriminación, persecución, violencia.
Me gusta ofrecer las líneas maestras de los libros que comento. El lector de estos artículos ya lo habrá advertido. Lo considero importante para despertar su interés inicial.
Este último libro de Máximo García se estructura en cinco capítulos: Conceptos básicos. Europa, un proyecto en construcción. Protestantismo como factor de cambio. El ascetismo como forma de vida y Retos y esperanzas. Le sigue una conclusión y siete páginas con la bibliografía que le ha servido de apoyo en la construcción del libro.
El autor revela su faceta de economista, bien informado, al discurrir sobre las causas de la crisis que padece Españadesde los Pirineos hasta la cercanía de Gibraltar. Optimista en grado sumo o creyente en las posibilidades sin límites del ser humano, a García le parece posible la regeneración ética de España cuando cierre puertas, ventanas y agujeros a la corrupción y también la restauración de un sistema político y social diferente al que hoy impera. ¡Dios lo oiga! ¡Lo oiga y se digne actuar!
Muy firme, muy convencido,
estima que el protestantismo español, en proceso de crecimiento numérico, “puede convertirse en una minoría con suficiente peso social y, consecuentemente, capaz de ocupar un espacio específico en la reconstrucción de este país”. ¡Ojalá! Decía José Cardona que el protestantismo español había hallado su grandeza y su gloria en el yunque de la persecución. En línea similar a la de Cardona, José María Martínez sostiene que cualquier crisis debe convertirse en desafío; cualquier conflicto o dificultad, en victorioso avance.
Máximo García cree firmemente, sin una chispa de duda, que el protestantismo es una fe que puede superar las crisis. Pone como ejemplos el desarrollo político, industrial y económico de algunos países englobados dentro de la tradición protestante.
Hace referencia al recientemente fallecido José Luis Sampedro en una de sus observaciones. Para este escritor, que adquirió reconocimiento internacional, lo más grave y destructivo para la sociedad que ha entrado en crisis es “la pérdida de valores superiores y con ello, de las más altas referencias para la conducta humana”. Pero Máximo García eleva el problema a una altura que no logró llegar Sampedro. Para él, los valores superiores no son los morales o religiosos, pero si los espirituales que provienen de Dios. Los pueblos, España entre ellos, han dado la espalda a Dios. Ni siquiera lo niegan, como ocurría en el siglo de la Razón, simplemente lo ignoran. Pobres desmemoriados, no advierten que el alejamiento de Dios nos hunde en crisis de las que es difícil salir.
¡Qué certero se muestra Pedro Tarquis en las pocas líneas que escribe
en Protestante Digital sobre PROTESTANTISMO Y CRISIS! Dice que el libro constituye “un exhaustivo estudio que gira en torno a un pensamiento central: los protestantes españoles pueden hacer una valiosa contribución a una sociedad en crisis, si son capaces de interiorizar la herencia protestante europea que Max Weber identifica como “ética protestante” y que contribuyó a hacer de algunos países europeos el paradigma de la democracia, de la prosperidad industrial y del Estado del bienestar”.
Ocurre que los políticos que nos gobiernan no han leído a Max Weber, ni conocen, porque no les interesa, la presencia y la fuerza del protestantismo español. Van en carrozas a la Virgen del Rocío, en coches propios a la Moreneta de Montserrat, en avión al Vaticano, pero ignoran, porque no tienen asesores de nuestra fe, que hay en la España de hoy un millón de personas que practican la fe protestante.
¡Gran libro este último de Máximo García! Desde la admiración del lenguaje a la cuidada elaboración literaria, articula un espacio social con mirada intuitiva. Entre tanta hojarasca temática, a lo que algunos llaman la Literatura de Ideas, PROTESTANTISMO EN CRISIS ofrece soluciones razonables y posibles para liberarnos del estrangulamiento económico que aprieta la garganta de millones de españoles.
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