SOBRE EL LIBRO ‘EN SU MANO DERECHA’
El poeta luso António Salvado (Castelo Branco, 1936) es un amigo del alma, un hermano mayor en este difícil aprendizaje de escribir poesía y, además, dedicar sin vergüenza buena parte de sus creaciones poéticas al Señor. Lo viene haciendo desde hace casi cinco décadas y ello le ha reportado no pocas marginaciones y/o desdenes en ámbitos literarios portugueses.
Pero él ha seguido firme en sus oraciones poéticas; oraciones que destilan lo genuino de su espíritu, algunas veces angustiado por los percances cotidianos, por el dolor de sus seres queridos, por los contratiempos que ni dejan de asediarle. En otras muchas ocasiones ha sido la alegría el motor vivificante de sus poemas: la certeza de tener a Cristo, de seguir sus mandatos… Apreciemos lo que dice en un breve poema titulado “En el agua pura”:
En el agua pura de Siloé
lavaremos, Señor, como mandaste, los ojos
y la saliva y el barro de nuestra fe
nos darán la señal de Quién eres Tú
cuando comenzamos a ver
: lejos
y también dentro de nosotros.
El libro “En Su mano derecha”, del que ya traducimos algunos poemas para la entrega pasada, es el Arca donde Salvado ha querido cobijar a sus poemas más recientes dedicados a Cristo. Todo el libro contiene testimonios de su Fe y manifestaciones de su Creyente entrega a Dios. También, y por eso es absolutamente genuino, muestras de angustias cotidianas, esquirlas del dolor que mucho duele y que haya sosiego en el Señor.
UN TRÍPTICO ANTOLÓGICO
Ahora traduzco un tríptico donde Salvado condensa su entrada a la puerta del Señor, donde concluye que siempre merece la pena traspasar dicha puerta para estar junto al Dios de nuestro corazón.
EL LUGAR SECRETO
I
El espíritu y los sentidos arrastrados,
navego por el río de Tu ser:
de aguas profundas y removidas,
recibiendo desaires en su lecho.
Y quien me diera ahí tranquilo reposo,
de esas aguas profundas impregnado,
juzgando que una firme tempestad
no podría nunca someterme.
En el puerto del amor descansa la vela,
una vez que alcanzó ese secreto
lugar
a los más amados reservado.
Mi Principio y mi Fin; yo Te agradezco
que permitas la paz que no merezco
por no haber antes navegado en Tu río.
II
Clama, Señor, mi voz, sedienta
de Tu mirada que, dulce, me libere
de este destierro mudo y permanente
y del exilio en que me veo, inerme.
No sé que hinchado fruto se pudre
en el huerto fértil de una frágil creencia;
no sé de fuente de agua tan corriente
y que va dejando de correr, dispersa…
Ah, Señor, por el fluido de estas venas
pasan angustias cada vez más sujetas
al abismo donde luego se multiplican.
Ah, Señor, oye al fin mi voz:
la flébil pequeñez
en Ti acoge
y dale la paz que solo tendrá Contigo.
III
Entrando en la alegría del Señor
(pues una puerta abierta estaba allí
en una solicitud siempre mayor),
de temores nunca más fui perseguido
y nunca más tuve tumefacción alguna.
Dentro de ella mientras tanto seguí
hasta adivinarme cruzando la vía
que me condujese al beso del amor.
A mi vuelta no miré santos, hombres,
ángeles ni demás criatura alguna
que me pudiese perturbar la llama
encendida en mi alma para siempre.
Cierto que ha valido pasar la puerta
y Tenerte, mi Señor, junto a mí.
HOMENAJE INTERNACIONAL
Sé que ahora por Lisboa están preparando un amplio volumen a modo de Homenaje internacional para este poeta profundamente cristiano. Me alegro y me sumo celebrante a esta exposición de afectos y admiraciones que recibirá muy pronto. He aquí el breve poema que mandé, el cual se suma a varias otros que quise dedicarle en años pasados.
ANTÓNIO SALVADO
Por este Poeta
alejo la bola de cristal
y muestro
cómo lluvia ternuras
su agotado corazón,
cómo girasolean
los sigilosos diamantes
que verbaliza.
Y otra fe me nace
cuando su saudade queda
a mi altura
y aumenta el calibre
de la emoción más pura
junto al maná
de sus ofrendas.
Por este Poeta abro
las puertas de lo
por venir.
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