“El principio de la sabiduría es la definición de las palabras” (Sócrates). Si se define una palabra de una cierta forma se hacen afirmaciones sobre una realidad. Nuestra cultura postmoderna nos ha movido a llegar a un acuerdo con el hecho de que las palabras no tienen significados estables sino que existen en un flujo que las conduce en un sentido o en otro, dependiendo de los intereses de sus usuarios. Esta es la situación actual de la palabra “Evangélico”.
BREVE HISTORIA DE LA PALABRA “EVANGÉLICO”
Hubo un tiempo en el cual la palabra “Evangélico” quería decir algo parecido a esto: Bíblicamente, era definida en torno al “Evangel” (es decir, el Evangelio) ya que es verdaderamente testigo de la Escritura.
Históricamente, se la ha relacionado con la Reforma Protestante del siglo XVI y con los avivamientos evangélicos de los siglos posteriores.
Doctrinalmente, ha apuntado a la ortodoxia cristiana, que se centra en el principio formal de la autoridad bíblica (
Sola Escritura) y el principio material de la justificación sólo por la fe (
Sola gratia and Sola Fide).
Experiencialmente, se dio la mayor importancia a la necesidad de la conversión personal como resultado de una vida transformada.
Religiosamente, se ha distinguido (con frecuencia en contraposición a) el Catolicismo Romano, la Ortodoxia Oriental y el Liberalismo.
De John Wycliffe (doctor evangelicus) a Carl Henry, de Martin Lutero a John Stott, del pietismo al Movimiento de Lausana, ha habido un significado definido vagamente, aunque compartido de la palabra, que también fue aceptado por lo no evangélicos.
Es verdad que los evangélicos siempre han discutido los detalles minuciosos de lo que la palabra Evangélico significa realmente, con sus pros y contras. Existen estanterías enteras de libros dedicados a estos debates importantes, a veces incluso feroces. Sin embargo, la palabra ha conservado un significado bastante estable que ha fomentado una identidad común y un sentido de pertenencia, describiendo bien una “familia cristiana” a lo largo de los siglos y en nuestro mundo global.
Ahora estamos presenciando un nuevo intento de dar un golpe de manivela a la palabra “Evangélico” con el fin de proporcionarle un significado totalmente diferente.
“CATOLICISMO EVANGÉLICO”, MODIFICANDO LOS GENES
El reciente libro de George Weigel, “Evangelical Catholicism” (Catolicismo Evangélico), (New York: Basic Books, 2013) es una tentativa inteligente de rediseñar esta palabra mediante los siguientes pasos: pasar por alto su enfoque bíblico, cortar sus raíces históricas y sustituirlas por otras, cambiar su punto de vista doctrinal, sustentar y enseñar su “ethos” de forma diferente a lo experimentado antes y renegociar su uso religioso. Dicho de otra forma, esto es una modificación genética de una palabra.
La tesis básica del libro es que el Catolicismo Evangélico (EC, por sus siglas en inglés) es un calificador del catolicismo romano actual tal como surgió del magisterio del Papa León XIII (1878-1903), se expuso en el Vaticano II (1962-1965), encontró su campeón en Juan Pablo II (1978-2005), y fue reforzado de nuevo por Benedicto XVI (2005-2013).
Es un nuevo concepto de la palabra “Evangélico”. Mientras que los eruditos anteriores se referían a este tiempo de la historia católica como marcada por el “ressourcement” (es decir, una nueva apropiación: La Escritura y la Tradición) y el “aggiornamento” (o sea, la actualización del enfoque, no de la doctrina), Weigel lo llama “Catolicismo Evangélico”.
Según Weigel, Evangélico es un adjetivo calificativo, no un nombre. El nombre que lleva el “grueso” del significado es Catolicismo. Curiosamente, lo que solía denominarse “Catolicismo Romano” ahora se ha acortado y es “Catolicismo” solo.
Todos los elementos romanos del Catolicismo Romano son, sin embargo, parte de este “catolicismo evangélico”: los sacramentos, la mariología, la jerarquía, las tradiciones, el papado, las devociones, etc. A este “Catolicismo” Weigel le añade el adjetivo “Evangélico” el cual se refiere fundamentalmente a la profundidad de las convicciones y a la pasión por darlas a conocer.
El EC es un completo y mundial Catolicismo Romano practicado con fuerte ímpetu y con celo misionero. Catolicismo es el “hardware” doctrinal e institucional, mientras que “Evangélico” es el “software” sociológico y psicológico.
En definitiva consideran que la doctrina permanece profundamente Católico Romana, pero al estado de ánimo espiritual se le llama Evangélico.
LA PUNTA DEL ICEBERG
Pero esta importante modificación genética que rodea la palabra “Evangélico” es solamente la punta del iceberg de un plan más extenso. Todo el libro refleja la continua tentativa para cambiar el significado de las palabras que históricamente han pertenecido al vocabulario Evangélico. “Conversión”, “evangelización” y “misión” son algunos de los ejemplos.
Tomemos el término
conversión, por ejemplo. Esta palabra acostumbraba a ser el lema de los testigos evangélicos. Los evangélicos la utilizaban para señalar el momento en que pasaban de “no” ser convertidos al momento en que “quedaban” convertidos y creían. De acuerdo con EC la “conversión” es un proceso en curso en lugar de una experiencia de una vez por todas. Estamos en una necesidad permanente de ser convertidos y esto encaja con el punto de vista católico romano “sacramental” de la vida cristiana por el cual dependemos de los sacramentos de la iglesia desde el principio al fin.
EC desmonta el significado genuinamente Evangélico de la palabra conversión y la reconstruye diciendo que es un proceso de toda la vida que ocurre plenamente en el sistema sacramental de la Iglesia Católico Romana. Nosotros usamos la misma palabra pero significa cosas diferentes.
Algunos evangélicos puede que crean engañados que EC es Evangélico en el sentido teológico e histórico, pero no lo es. Es puro catolicismo romano que toma el celo “Evangélico” psicológico y sociológico y lo incorpora a la fe católico romana tradicional.
EC es un “trasplante de cerebro” de la palabra “Evangélico” y va dirigido a hacer una nueva programación radical.
Implica que el antiguo uso no puede valer por sí mismo y tiene sentido sólo si está unido al Catolicismo Romano. Por supuesto, actuamos en un mundo de palabras de libre mercado y es perfectamente legítimo que los grupos de presión traten de cambiar el significado de los vocablos. Nadie puede reclamar que las palabras sean de su propiedad, pero todo el mundo debería sentirse afectado cuando un plan tan radicalmente revisionista es puesto en acción.
Empezamos con Sócrates y terminamos con Virgilio. En la Eneida se nos dice como los griegos capturaron la ciudad de Troya después de un largo pero infructuoso asedio.
La historia del caballo de Troya nos enseña como lo que parecía que iba a ser una victoria resultó ser una devastadora derrota. EC puede aparecer como un proyecto amistoso evangélicamente y podemos desear darle la bienvenida. En realidad es un valiente intento desde el punto de vista intelectual para redefinir lo que Evangélico significa, manteniendo la misma ortografía pero dándole una significación católica. Es un mundo totalmente diferente.
Traducción: Rosa Gubianas
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