Hace unos días pedí un fontanero para resolver un arreglillo en casa. Como viene siendo más frecuente desde que empezó a llegar más inmigración a España, éste era cristiano evangélico.
Y debo decir que fue una alegría (aunque todavía no me acostumbro a que sea tan fácil coincidir con otro creyente y he de reconocer que también me sorprendió). La cuestión es que esta cuestión llevó a detenernos por unos minutos en el asunto que quiero tratar hoy.
Esta persona comentaba conmigo, no sin cierta pena y sorpresa también, lo difícil que le resultaba hablar del Evangelio con los españoles. La razón era muy clara: tenemos el corazón demasiado duro. No sabemos nada de Dios, pero tampoco nos interesa nada conocerlo. Y todo lo que suene a distinto, a diferente, sigue sonando a secta, con lo que es más difícil aún.
Por no hablar de que en estos momentos de crisis la gente está a cualquier otra cosa, pero no a Dios, como si Dios no tuviera que ver con la propia supervivencia y circunstancias que vivimos, también en las crisis.
La cuestión es que, intentando indagar algo más en las causas de esa dureza nuestra de corazón, él comentaba que entre sus compatriotas pensaban que España no se había vuelto de manera más clara al Señor porque aún no había tenido suficiente escasez.
Y la verdad es que esa reflexión me hizo pensar a mí también. Porque ahora que vivimos los momentos más duros económica y espiritualmente hablando de nuestro tiempo, quizá esa frase pueda llevarnos a un cambio. O no… ¿quién sabe?
Quizá nuestro corazón sea tanto o más duro que el del pueblo de Israel, que pasó por las mayores calamidades, vio los mayores milagros y, sin embargo, volvía a alejarse una y otra vez.
Lo bueno que tienen las grandes dificultades (sí, digo bien, lo bueno que tienen) es que todo lo que sucede excede al alcance de uno. Si algo se tiene claro ahí, en medio del huracán, es que nos sobrepasa y que estamos a merced del viento. Y que todo lo bueno que acontezca, por ende, debe provenir de algún lugar diferente. De Dios no proviene lo malo, sólo lo bueno. Es Su esencia. Luego resulta que, si algo de bueno, de sano, de aliento acontece en nuestra vida en medio de una crisis (que Él permite), proviene del ser que más nos quiere y también más ha hecho por demostrárnoslo a pesar de nuestros desplantes.
¿Cómo es posible que ante tanta maravilla creada no veamos al Dios que está detrás de ello? ¿Será que, efectivamente, nos hacía falta una crisis como esta y que otros, desde fuera, vengan a recordarnos lo que a nosotros parece habérsenos olvidado hace ya mucho tiempo?Porque detrás de las grandes maravillas está Dios (difícilmente se puede dar respuesta a ciertas cosas si no es a través de alguien superior y cuyo amor es infinito por nosotros).
Pero también detrás de lo aparentemente pequeño que, por cierto, no lo es tanto. ¿Qué hace que respiremos? ¿Se nos ha ocurrido pensarlo, siquiera? Porque la presencia de aire y pulmones no es suficiente. Ni siquiera nuestra voluntad de hacerlo. Porque somos así de frágiles: ahora respiramos y dentro de un rato no. Y la única diferencia entre un momento y otro es simplemente que en el primero Dios lo permita y en el segundo no. ¿Caprichoso? No, soberano e incomprensible en los detalles, quizá, pero bien cercano y accesible en lo fundamental para salvación. De ahí que, como dice Romanos, no tengamos excusa.
Según ese texto, tampoco teníamos excusa en este país antes de la crisis. La creación habla de Dios y lo hace alto y claro. De ahí que, quien no ve es porque no quiere ver. Pero tan cierto como esto es que, si como comentábamos antes, lo que nos hacía falta era pasar mucha necesidad para empezar a mirar hacia arriba, ahora sí que no tenemos ninguna excusa. La necesidad ya está aquí. ¿Qué más nos falta? ¿Ganas, quizá? ¿Un poco menos de orgullo? ¿O más necesidad aún? Porque las cosas, créanme, todavía pueden ser mucho peores.
Con el tiempo iremos sabiendo, quizá con cuentagotas, qué efecto está teniendo este tiempo de dificultad de cara a nuestras vidas espirituales como nación. Mientras tanto, sólo algo está claro: NO TENEMOS EXCUSA.
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