UN POETA VOLCADO A DIOS
He aquí a un poeta de intensa obra dedicada a Cristo; un poeta que ‘descubrí’ hace pocos meses. Nacido en México (1920) y fallecido en España (1993), Bernardo Casanueva Mazo merece una atención especial. Gracias al acucioso trabajo de investigación de Julio Díaz Luis, la Universidad de Cantabria publicó, a finales de 2012, la antología titulada
“Bernardo Casanueva Mazo, un poeta entre dos mundos”.
Casanueva es un poeta que se sabe destinado a dedicar su obra principal al Dios que siempre le acompañó, desde sus dos primeros libros publicados en México:
En la cuarta vigilia (1942),
Vesperales (1948),
El libro de los Lázaros (1950). Por ello, en 1972 le escribe al poeta vallisoletano Francisco Pino: “Al principio era el Verbo, y el empeño nuestro, en su modesta y humilde realidad, será una pura y clarísima sucesión. Poeta in aeternum”.
En similar sentido, podemos leer el poema titulado “Presencia”:
¡Está ahí, tal un hálito del día
en que el Verbo creara toda cosa!
¡Está ahí, como está la Poesía!
Lo quiero precisar y es este goce
indefinible,
esta hermosura absorta
del hombre,
con la llama en el cielo de la boca.
Poesía volcada a Dios, porque de Él viene siempre aquel magma de palabras que nutren el espíritu del hombre.
Casanueva dice: “Mi poesía se vuelve todo un canto al Creador, y no sufre violencia alguna; asciende y da sus frutos espontáneamente”.
PRIMERA ANTOLOGÍA
Luego de los libros publicados en México, y ya instalado en Santander desde 1945, sus siguientes poemarios son:
A la cena de los sentidos (1957),
Continuación del aire (1960),
La fuente de tres caños (1965),
Cuelga de Navidad (1969),
Viacrucis (1970) y
Zona de las abejas (1971). Y ya con carácter póstumo, sus herederos llevan a imprenta otros dos libros más:
El Evangelio anterior (1997) y
Feliz remesa (2009).
Dejemos constancia de su obra. En esta primera entrega mostramos cuatro poemas suyos.
AL PRINCIPIO DE TODO ERA EL AMOR
¡Al principio de todo era el Amor!
El Amor existía antes de todo.
El Amor presentía
el instante de hacer a la criatura.
Lacriatura aún no era, mas se hallaba
en la Mente de Dios, casi salida:
¡Iba llegando a donde el tiempo era!
¡Qué bien hoy lo recuerda mi recuerdo.
en función con el Verbo
y su génesis pura!
¡Oh, ved que maravilla,
saliendo de sus Manos, la criatura!
EL NACIMIENTO
Rompió en claro la noche lo más duro
del silencio absoluto de la orilla
y todo fue fulgor y maravilla
y claridad en el planeta oscuro.
Yo venia de lejos, por el muro
de veinte siglos, y le vi en sencilla
materia cual la mía... ¡La rodilla
doblé gozoso en el recinto puro!
Se amotinó la sombra de repente
y el sueño de los ojos... En su frente
sembré mi beso. Un cielo de topacio
me devolvió al camino, y de regreso
me pareció que andaba muy despacio,
por encima del mar, perdido el peso.
LA ASCENCIÓN
El que naciera pobre en un portal,
un establo, la sombra de una cueva,
no vuela, como el copo cuando nieva,
asciende en preciosísimo raudal.
El que hiciera de Sí rico trigal
y dispusiera remover la gleba,
escala los azules y se eleva
y destella, purísimo astral.
El que la luz resucitara un día
y en suave, en vivo soplo de armonía
colmara al hombre de inefable gozo,
por su propia virtud se alzó del suelo,
llenó todas las cosas de alborozo
e igual que un ave se entregó a su vuelo.
PENTECOSTÉS
Cuando el hombre, buscando a su manera
llegó a encontrar para su dicha el fuego
y empezó a calentarse y halló el riego
y la tala y la poda verdadera,
el árbol del Edén, seca madera,
arrojada a la hoguera, y desde luego,
porque el Señor lo quiso, hubo un sosiego,
una terrible y dilatada espera.
Pero después ya respiró enseguida
espíritu tranquilo de las flores
y rescoldo divino de la herida,
pues recobraba el árbol el aroma
y se llenaba todo de colores,
lenguas de fuego y alas de Paloma.
Voluntad creadora la del poeta Casanueva, que así reafirma su feliz relación con Cristo.
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