Todo comenzó con una noticia doméstica que me dejó petrificado: es urgente cambiar el calentador de agua. La causa de mi petrificación fue que sabía las implicaciones conllevadas con el cambio del aparato.
Primero tener que ir a ver modelos y precios de calentadores. Después, mediante el consejo de un conocedor del tema, elegir el que mejor se ajustara a los requerimientos de uso de agua caliente en casa. Finalmente, lograr que el instalador del calentador pudiese hacer el cambio antes de que el anterior termostato se muriera, ya estaba en sus últimos estertores.
Viernes en la mañana, suena el teléfono. Es el querido Eliseo, amigo y hermano en la fe. Me comenta que tiene tiempo para instalar el nuevo calentador. Inquiere sobre si habrá alguien en casa. Le respondo que yo estaré porque debo escribir mi artículo semanal para
Protestante Digital. Eliseo comenta que antes de llegar a mi domicilio debe ir a comprar varios implementos de fontanería. Que en cuanto los tenga llega para realizar el cambio de aparato.
Como a las once de la mañana
se apersonan Eliseo y Marcial. Ambos son integrantes de la iglesia en que desarrollo el ministerio pastoral junto con un gran compañero en la misión cristiana,
Oscar Jaime Domínguez.
Eliseo y Marcial inician las maniobras para desinstalar el viejo calentador, al que miro con cierta nostalgia porque fue nuestro primer armatoste que calentaba el agua al instante. No había que esperar más o menos diez minutos para comenzar a darse una ducha.
Quien haya pasado por una situación de cambio como el que estoy narrando sabe que la cuestión demanda la presencia de uno en el casi ritual. Hay que estar al pendiente por si quienes hacen la maniobra requieren algo que solamente un habitante de la casa sabe dónde está.
Mientras mis muy estimados hermanos Eliseo y Marcial quitan un calentador y comienzan a poner el otro, yo estoy cerca de ellos para lo que se les ofrezca. En la mesa de la cocina abro mi netbook para leer algunos periódicos en línea.
Como a las dos de la tarde queda fijado en su lugar el nuevo aparato. Eliseo me comunica que es necesario hacer algunas pruebas para estar seguro de que el agua caliente corre por las tuberías correctamente. Hay que cerrar y abrir los grifos controladores. También checar que la presión del agua es la adecuada.
Eliseo comenta que algo no funciona adecuadamente, porque mientras en unos grifos sí fluye como debe ser el agua caliente en otros no lo hace. Con paciencia revisa todas las conexiones. Marcial sube y baja, entra y sale, proporciona una y otra herramienta a Eliseo.
Son ya las cuatro de la tarde y yo no he podido iniciar la escritura de mi artículo que cada viernes le hago llegar a Pedro Tarquis.
El muy experimentado Eliseo me comparte que será necesario desinstalar el nuevo calentador. Las conexiones son las correctas, la presión del agua es la adecuada, pero la temperatura del líquido no alcanza los grados usuales para tomar una confortable ducha caliente.
Es muy posible que el flamante y nuevo aparato tenga algún defecto. Eliseo me dice que para salir de dudas lo mejor será colocar otro calentador, me pregunta mi opinión. Le respondo que confío en su capacidad y que la verdad yo desconozco prácticamente todo sobre la idoneidad de los calentadores.
Aprovecho que Eliseo y Marcial han ido por el aparato alternativo para referir que faltan pocos minutos para las cinco de la tarde. Ya no tengo tiempo para sentarme a escribir el envío de esta semana a
Protestante Digital.
Es necesario modificar la idea original que optimistamente tenía esta mañana.
Antes de la llamada telefónica de Eliseo, quien esto narra, comenzaba los preparativos para redactar un escrito acerca del periódico evangélico La Estrella de Belén. Dicha publicación comienza a circular en marzo de 1870. El gran periodista y escritor Ignacio
Manuel Altamirano dedicó elogiosas palabras al periódico protestante. Tuvo una corta vida, pero en sus diecisiete números dejó valiosa información sobre el protestantismo que se estaba enraizando en la ciudad de México y entidades cercanas.
Ya no tardan en regresar Eliseo y Marcial. De su pericia depende que podamos tener en casa agua caliente.
Por mi parte concluyo esta pequeña crónica sobre un artículo frustrado, el que no pude escribir por los avatares de la vida.
Creo que suena el timbre, ¿serán Eliseo y Marcial con el otro calentador?
PD.-
Preguntado por la redacción de este diario, Carlos Martínez García nos informa que “A las 6:10 de la tarde, tiempo de la ciudad de México, el nuevo calentador funciona perfectamente”; y nos envía la foto que acompaña la noticia.
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