En 1844 aparece el Don Juan Tenorio escrito por el poeta José Zorrilla, el que se representa anualmente con ocasión de la festividad católica dedicada a los difuntos.
Esta versión del Tenorio anula todas las anteriores en la imaginación del pueblo. Es la que permanece viva, actual, recordada año tras año, de tal manera
que los nombres de Don Juan Tenorio y José Zorrilla son hasta hoy día inseparables.
PERFIL BIOGRÁFICO
José Zorrilla y Moralnació en Valladolid el 21 de febrero de 1817 y murió en Madrid el 23 de enero de 1893. Estudió Derecho en Toledo y en Valladolid, pero sin llegar a acabar la carrera. Su padre, don José Zorrilla, era hombre rígido, severo. Veía con malos ojos la juventud díscola de su hijo y como castigo quiso dedicarlo a las faenas del campo. Fue desterrado a Lerma cuando tenía 16 años. Sus padres lo enviaron a cavar viñas. Pero Zorrilla cambió de opinión. Se subió en una mula que encontró junto al camino y con ella llegó a Valladolid. La vendió al llegar a la ciudad y con el importe de la venta sacó un billete para Madrid, donde vivió una vida de aventuras y pasó mucha hambre.
La muerte de Larra le abrió las puertas hacia la fama. El suicidio del gran FIGARO en febrero de 1837 dio a Zorrilla la ocasión de leer una elegía en el cementerio que marcó el principio de la consagración. Tenía entonces 20 años. A los 24 el poeta era ya una personalidad en el mundo de las letras. Su fracaso matrimonial –casó con una mujer dieciséis años mayor que él – impulsa a Zorrilla a abandonar España. Permanece cuatro años en París y once en Méjico. En la capital francesa hace amistad con George Sand, Víctor Hugo, Musset y otros genios literarios. El emperador Maximiliano confía a Zorrilla la dirección del Teatro Nacional de Méjico y lo pensiona para que regrese a Europa como cronista suyo. El poeta desembarca en Barcelona en 1866 y el recibimiento en la ciudad condal fue apoteósico.
En junio de 1885 ingresó en la Real Academia Española y en 1889 fue condecorado con la gran cruz de Carlos III. Muchos honores y mucha hambre al mismo tiempo. Las Cortes españolas, siguiendo una propuesta de Castelar, votaron para el poeta una pensión de 3.000 pesetas al año. Cantidad irrisoria, aun en aquella época. José Zorrilla murió a los 76 años de edad en el número 24 de la calle Santa Teresa, en Madrid, siendo acompañado hasta el cementerio por una gran multitud.
POETA LÍRICO
El autor del más célebre Tenorio que ha cruzado las escenas del mundo fue un extraordinario poeta lírico y su producción literaria, que abarcó dramas, memorias, comedias, leyendas, poemas, romances, artículos políticos, etcétera, fue copiosísima. Todos los años, al llegar noviembre, el nombre del autor cobra vigencia en las carteleras teatrales y la gente sigue aplaudiendo su más famosa obra.
Lo extraordinario de esta obra es que su autor escribe en sólo veintiún días el fantástico drama que consta de siete actos divididos en dos partes.
Cada uno de los actos lleva un título alusivo a su contenido, de forma que muestran el proceso y desarrollo de la obra. Son: LIBERTINAJE Y ESCÁNDALO, DESTREZA, PROFANACIÓN, EL DIABLO A LAS PUERTAS DEL CIELO, LA SOMBRA DE DOÑA INÉS, Y MISERICORDIA DE DIOS Y APOTEOSIS DEL AMOR.
Toda la acción de la obra transcurre en Sevilla hacia el año 1545.Los cuatro actos que integran la primera parte pasan en una noche. Los tres de la segunda parte ocurren cinco años después.
Zorrilla maneja hasta 24 personajes. Uno de los grandes éxitos del autor consiste en que todos los protagonistas son caracteres populares, lo que ha motivado que la obra se acerque más al pueblo llano.
Los principales protagonistas del drama son Don Juan Tenorio, Doña Inés, el padre de ésta, Don Gonzalo, Don Luis Mejía, Marcos Ciutti, Centella y Christófano Buttarelli.
En la Hostería de Christófano Buttarelli
se reúnen Don Juan Tenorio y Don Luis Mejía. Don Juan pertenece a una familia aristocrática. El escritor catalán Emilio Vilanova lo describe como “un apuesto joven con una cínica audacia de andaluz sensual, que le convierten en el arquetipo del libertino y el mujeriego” (4).
Su propio padre, llegado a la Hostería el Laurel para ser testigo ocular de las felonías del hijo, dice a Buttarelli: “Quiero ver con mis propios ojos la verdad y el monstruo de liviandad a quien pude dar el ser”.
Más adelante, levantándose de la mesa en la que ha permanecido encubierto escuchando la conversación entre Don Luis y Don Juan, exclama dirigiéndose al hijo, que aún no lo ha identificado:
No puedo más escucharte,
vil Don Juan, porque recelo
que hay algún rayo en el cielo
preparado a aniquilarte.
¡Ah!... No pudiendo creer
lo que de ti me decían,
confiando en que mentían,
te vine esta noche a ver.
Pero te juro, malvado,
que me pesa haber venido
para salir convencido
de lo que es para ignorado.
Sigue, pues, con ciego afán
en tu torpe frenesí,
mas nunca vuelvas a mí,
no te conozco, Don Juan.
Y luego:
- Los hijos como tú
son hijos de Satanás.
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