Hemos de intentar con esta nota revisar la encomienda que el Señor Jesucristo, tras vencer a la muerte, hace a la iglesia de la resurrección.
Para ello nos basaremos en los relatos de los cuatro evangelistas y del inicio del primer capítulo del libro de los Hechos de los Apóstoles.
JESUCRISTO ES EL CENTRO DE LA IGLESIA
Recordemos que mientras Jesús se presenta resucitado a las mujeres que habían ido al sepulcro y a sus discípulos, el templo judío –vacío ahora de todo sentido y utilidad- retoma su programa habitual. La novedad, en ese primer día de semana, es que los guardias apostados en la tumba vienen a ver a los principales sacerdotes a contarles lo ocurrido. Con la astucia y espíritu negociador que los caracteriza, los religiosos les aseguran inmunidad y una abultada recompensa a cambio de su falso testimonio; deberán repetir que los discípulos habían robado el cuerpo de Jesús durante la noche.
Lo tragicómico de esta trama es que los guardias, al no cumplir con su deber, hicieron que el ardid originalmente pensado para evitar un delito se volviese en contra de sus autores. Como al que gobierna sin temor de Dios le da lo mismo echarle la culpa a unos que a otros la doble mentira habría de ser creída como verdadera, entre los judíos e incrédulos, hasta el día de hoy.
A lo largo de la historia y en todo el mundo ¿podría alguien negar que la relación entre la religión oficial y el Estado sea el mejor ejemplo de lo que conocemos como matrimonio de conveniencia?
Lejos de las intrigas del poder terrenal, acostumbrados a estar con Jesús todos los días durante tres años, su muerte significó para los discípulos la pérdida de su centro relacional. Sin tiempo para digerir esa tragedia, ahora no saben por qué el Señor, si ha resucitado, no se queda con ellos como antes.
El primer paso del Señor fue mostrarse a sus hermanos; ayudarles para que le vean a Él y a Su obra con ojos renovados. El segundo será capacitarlos para que se acostumbren a vivir testificando de Él sin necesidad de tenerle físicamente con ellos; habrá de mostrarles que su centro ya no está junto a ellos, sino dentro de cada uno de ellos. Deberán salir de su antigua visión antropocéntrica para adquirir una visión Cristo céntrica; algo que ninguna persona puede lograr por su propio esfuerzo.
Con las mujeres que le adoraron en el huerto el Señor envía el aviso de un encuentro en Galilea, donde Él habrá de esperar hasta que lleguen. A los que antes había dicho que no los llamaría “siervos” sino “amigos” aquí los llama “mis hermanos”.
(1) Cualquiera sea el sitio elegido por el Señor para reunirse con sus hermanos, ese será –sin lugar a dudas- un lugar de culto para la iglesia.
La noche del primer día de la resurrección Jesús se muestra a diez de sus hermanos reunidos, ausente Tomás; soplando, les dice “Recibid el Espíritu Santo”. Ocho días después vuelve y se presenta a los once. Entonces le dice a Tomás: “Bienaventurados los que no vieron y creyeron”. La conmovedora adoración de Tomás nos sabe a genuino arrepentimiento. ¿Cuánto de ese Tomás vive aún en nosotros?
(2)
Por no haber creído a quienes les habían anunciado sobre su resurrección los once reciben el reproche del Señor por su incredulidad y dureza de corazón. El verdadero culto de adoración incorpora Sus oportunas correcciones; pues el amor de la iglesia se afirma en Su disciplina.
(3)
JESUCRISTO CAPACITA Y EQUIPA A LA IGLESIA
Llama la atención el acto por el cual el Señor les sopla el Espíritu Santo. Podríamos preguntarnos: ¿Por qué Jesús les sopló? Coincido con lo explicado porun reconocido comentarista:
Lo hizo no sólo para mostrarles que estaba vivo, sino también para darles a entender la vida y el poder espiritual que habrían de recibir de Él. De la manera que el aliento del Creador dio vida al primer hombre
(4), e inició el antiguo mundo, así también el
aliento del poderoso Salvador ahora da vida a sus ministros e inicia un nuevo mundo. El Espíritu es aliento de Cristo (“
El Espíritu de Cristo“)
(5), pues procede de Él, así como del Padre
(6). Jesucristo les confiere el Espíritu Santo mediante el aliento de su boca, porque es el autor del don.
Les había mostrado las manos y el costado para convencerles de la verdad de la resurrección. Ahora es como si les dijese: “
Recibid el Espíritu Santo, para que obre en vosotros la fe”. Cristo les ofrece en ese momento la seguridad que el Espíritu Santo les ha de brindar en su futura obra; como diciéndoles: “
Yo os envío, y tendréis el Espíritu para que os acompañe en todo el camino”.
Porque de aquí en más estarían expuestos ahora a la furia de los judíos; necesitaban el poder del Espíritu Santo para darles el “
hablar con denuedo la palabra de Dios”
(7). A quienes Cristo usa, también los reviste de su Espíritu y los equipa con todos los poderes necesarios.
(8)
No obstante, Jesús les promete enviar la promesa del Padre; y les pide que se queden en Jerusalén hasta ser investidos con poder de lo alto. El Espíritu Santo, el “otro paracleto”. (9) Recurro a otro conocido comentarista para dar mayor claridad al asunto.
La referencia de Jesús al Espíritu Santo implica que Él también es un paracleto, aunque limitado por el tiempo y el espacio debido a la encarnación. Él solo puede estar en un lugar a la vez, y solo puede ver un número limitado de gente a la vez; además, está en movimiento: pasó por la muerte, la resurrección, y pasará por la ascensión para ser glorificado. El paracleto encarnado pronto dejará a los discípulos; entonces el nuevo paracleto vendrá y permanecerá en los discípulos para siempre.
El vocablo griegoParakletossolamente se usa cinco veces en el Nuevo Testamento, cuatro veces en Juan para referirse al Espíritu
(10) y una vez en 1ª Juan 2:1 para referirse a Jesús. Paracleto significa ‘alguien al que se llama’ y puede aplicarse a una persona que da consuelo, consejo, o fuerza en un momento de necesidad; de modo que la razón por la que se le llama es lo que le da su significado distintivo. Un
paracletoes siempre la persona a quien se llama cuando alguien está en peligro, duda, angustia, o sin saber qué hacer”.
(11) Parakletos se ha traducido como Defensor, Consejero, Consolador, e Intercesor, pero cada una de estas expresiones solo expresa una función del paracleto.
La reunión en Galilea tuvo lugar en un monte alto y, aunque no especifica su nombre, es posible que Jesús hubiese elegido el monte Tabor, donde había tenido lugar su transfiguración delante de Pedro y de los hermanos Jacobo y Juan; recordemos que, en aquella oportunidad, les había encomendado no decírselo a nadie hasta que hubiese resucitado de entre los muertos, algo que ellos no habían comprendido cuando lo escucharon de su boca.
(12)
Ahora están los once allí reunidos y, al verle, le adoran. Nos llama la atención que, según el relato, algunos de ellos todavía dudasen. Meditemos por un momento en esto: ¿Podemos hoy estar en la presencia del Señor y adorarle dudando? Porque el Señor todo lo sabe actúa en el momento preciso:
(Y) Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.(13)
Cuando nos asalte la duda y sintamos confusión, recordemos que Él está cerca, que Su palabra nos da pruebas de que suyo es todo el poder tanto en el cielo como en la tierra. Esta verdad alejará al impostor, disipará toda duda y afirmará nuestro corazón renovando nuestra fe en el Señor Jesucristo.
Un cristiano fiel es quien tiene como centro a Jesucristo, no a su Yo. De la misma manera, la iglesia que es fiel a Dios tiene como centro a Jesucristo, no a líderes humanos por bien intencionados que sean.
En nuestra próxima entrega concluiremos con “La comisión de Jesucristo a su iglesia” (II), si Él lo permite.
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1. Mateo 28:16; Juan 15:14,15
2. Juan 20:29
3. Marcos 16:14
4.
Génesis 2:7
5. Romanos 8:9
6. Romanos 8: 15,16
7. Hechos 4:31
8. Tomado del Comentario Bíblico (Juan 20:22), por Matthew Henry
9. Lucas 24:49; Juan 14:16
10. Juan 14:16,26; 15:26; 16:7
11. Tomado del Comentario del Evangelio de Juan, por William Barclay
12. Mateo 17:1-9; Marcos 9:2-10
13. Mateo 28:16,17.
14. Foto tomada de http://blogs-cristianos.renuevodeplenitud.com/
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