METAFÍSICA Y TERRENA VOZ
“Las llaves de mi Padre/ bien guardadas/ para formar los Hombres sin las cruces…”, escribía la notable y oculta poeta uruguaya Concepción Silva Bélinzon (Montevideo, 1903-1987), quien
consideraba que era Dios quien generalmente le dictaba sus versos. Cristiana profundamente espiritual: “Dice mi corazón que tiene dueño/ el vocablo mejor, para llamarte:/ lo que pasa allá lejos no es un sueño/ sin responder, yo sé dónde escucharte”; también anotó estos dos versos rotundos:
Me duele el corazón de tanto usarlo;
son cosas que le pasan a los pobres…
Poco conocida, aún en su propio país, merece presentarla en esta
Antojolía que vamos exponiendo para romper cánones superfluos.
La poesía de Silva Bélinzon no es papilla para personas sin dientes: hay que catarla en su magnetizado misterio, en esa plenitud que llega a tocar el hombro del Amado: “Ruiseñor mal herido ya renaces/ con tu cabeza errante entre los besos”. La poesía metafísica de Concepción marca su sitio en la existencia de lo Absoluto, pero a la vez no se distancia del abrumador entorno donde los seres viven y desmayan: “Pocos pueden cumplir los mandamientos/ el alma más hundida que un pescado;/ entre vidrio y papel aplazamientos/ los periódicos callan Tu pasado”.
Magnífica obra sin antifaz espiritual, Poesía germinante así pasen los años, pues las sílabas que logró juntar no se apartan de la verdad de los divino.
OCHO SONETOS ANTOLÓGICOS
Silva Bélinzon, maestra en el difícil arte del soneto, publico los siguientes libros de Poesía:
El regreso de la Samaritana (1943),
La mano del ángel (1945),
El plantador de pinos (1947),
Amor no amado (1950),
Los reyes de oro, El cordero terrible (1956),
La ciudad invisible (1959),
Muero mas vivo (1962),
Me espera el mundo entero (1963),
El más justo llamó (1965),
Sagrada cantidad (1973),
Disimulada Gloria (1976),
Llamarlo y despedirlo (1976) y
Sitios abandonados (1979). Aquí les dejó una muestra de su amplia obra.
CORAZONES Y BOCASSIN NOMBRARTE
Empezó por arriba sin la tierra
y se quedó tres días con los muertos;
tú no lo conociste con la sierra
daban escalofríos sus aciertos.
La casa de los lutos no lo aterra
espejos perfumados descubiertos;
una voz compañera desentierra
deslumbrante criatura sin más puertos.
Miraba su principio, las montañas
y del velo, la gran desgarradura:
aquella extraña luz en las cabañas.
Preguntas y respuestas sin nombrarte:
entre golpes de suerte, su negrura
descorchaban el vino sin mirarte.
OJOS DE DIAMANTE
Quiero escribir palabras de estas noches
en difícil o claro indivisibles;
un puñal está alzado entre los coches
y hay bocas con espinas invisibles.
Acumulan tesoros los fantoches
y tremenda vergüenza de inservibles;
te contemplo tan Alto sin derroches
y todas mis consultas son posibles.
Qué hacer qué hacer enorme de la tierra;
se marchita el amor sin las palabras
y este silencio herido nos aterra.
Grandes resurrecciones sin olores:
túnel que es un infierno entre las cabras
y tropieza deshecho en tus temores.
SITIOS ABANDONADOS
Sitios abandonados, mi trabajo,
estoy inaugurando otra existencia;
porque ya recomienza muy abajo
repito millonaria esta presencia.
Fe de revelación en mi demencia
fresca y eterna de magnolia un gajo;
llenar de amor, olvido y penitencia
gemir de aquella flauta, ya no atajo.
Apenas son dos ojos que persigo
no me reservo nada, cada día
cumpliendo con mi oficio voy contigo.
Son apenas dos manos, son mil puertos
un pájaro flirteaba y se desvía
y todo comenzó sobre los muertos.
SAGRADA CANTIDAD
Qué pálido está el sol sobrecargado
no es muy recomendable tantos gustos;
hablan con reverencia del pecado
el murmullo de jóvenes arbustos.
Enredan los demonios sin cuidado
el volante cabello de los justos;
casi no hay corazón sacrificado
para estar ordenado menos sustos.
Las manos taladradas son de todos:
aprendí nuevas frases para el hombre
sagrada cantidad sin acomodos.
Tercera parte y última escalera:
tropiezo con el viento del renombre,
también un danzarín en cada acera.
MÁS SABES QUE LOS ASTROS
Más sabes que los astros la armonía
del que siempre te tuvo, en su corona,
la cascada del bosque que pregona
tu voz más que el silencio yo diría.
Sobre dolientes líquenes vigía
hasta la niebla misma te perdona;
y el lagarto inceleste se abandona
por luz tan verdadera que lo guía.
En su gran Mano de Oro tu cabeza,
junto al niño que cuidan las doncellas
no conoces secretos ni flaquezas.
Como el sol en las uvas moscateles,
supiste madurar con las estrellas
la rueda se derrumba en tus laureles.
SE INSTALA PROFECÍA
Estaba todo gris hasta las sedas
adentro de una caja muy oscura;
ademanes de engaños y monedas
un gastarse por dentro la cordura.
Amarrado a un madero sin veredas
vive sobre tu frente la angostura;
aún lleno de pájaros y ruedas
se instala profecía en tu estructura.
Con los pies menos Negros acostados;
coches muy rojos pasan como quiera
barridos por el Viento y asustados.
Tu río estaba allí, y yo segura;
con máscaras y guantes primavera
como tambor callado, mi amargura.
GENTES APRESURADAS
La amapola se quema y no asustarse
(el padre se vistió para la tumba)
gentes apresuradas sin mirarse
sobre un tronco flotante... llora y zumba.
El perdón no bastaba sin amarse
viviendo sólo en parte se derrumba;
soportar cualquier cosa no es salvarse
el verano tan largo ya retumba.
Más allá de la muerte, no es la muerte:
hay que lavar las manos una a una
la sangre de los mártires convierte.
Traiciones del océano y las rocas
ausencia de vergüenza en la tribuna
y asistimos a misa entre las focas.
EL LOBO SE QUEDÓ SIN LA PASTORA
Adentro de paredes sufres miles
yo te espero en la puerta con el fresco,
de millones de justos invisibles
tu silla está muy cerca a lo grotesco.
Ya no estoy incompleta entre gentiles
se escapa de mi cuerpo el parentesco:
los cambistas de joyas y fusiles
y el ruido de las sedas tan burlesco.
El lobo se quedó sin la pastora;
ganado el equilibrio entre las redes
con tanta realidad abrumadora.
Sin fondo el corazón bajo la cera:
de peldaño en peldaño entre paredes
¡súbitamente luce la escalera!
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