NOTAS BÁSICAS SOBRE EL POETA BRASILEÑO
Hacia finales del mes de mayo pasado recibí, desde Vila Nova de Gaia, frente a Oporto, un sobre conteniendo la última Antología poética de Lêdo Ivo (Maceio, 1924), uno de los más reconocidos poetas vivos de Brasil. Por ahí hay otros nombres que deben sumarse a esa cima: Carlos Nejar, Reynaldo Valinho Alvarez, Álvaro Alves de Faria, Iván Junqueira…
La
Antología, publicada por ediciones Afrontamento, de Oporto, estaba recién salida de imprenta. Me la enviaba el antólogo, el notable poeta lusitano Albano Martins (Aldea de Telhado, concejo de Fundão, 1930), entrañable amigo cuya poesía mucho leo y aprecio en grado sumo. La sorpresa fue ver que el libro me lo había dedicado Lêdo Ivo, entiendo que por benéfica influencia de Albano, claro está, pues no he tenido la ocasión de conocerlo en persona. Albano Martins destila esa generosidad porque nunca ha encallado en mediocridades: sabe que su modesta ofrenda a la lírica lusitana ocupa un espacio inolvidable.
Del alagoano había leído ciertos poemas en antologías brasileñas, portuguesas y latinoamericanas. Pero eran sólo algunos textos, muchas veces los mismos, que se repetían una y otra vez, especialmente los traducidos al castellano. Algunas versiones me parecían con cierta cojera, pero no tenía los originales para cotejarlos.
La segunda sorpresa fue encontrar un buen número de poemas donde Dios está presente de forma directa, no solamente como un Inefable observando el cortejo del poeta a su amada: “Sin lo sublime ¿qué es el poeta? Sin lo inefable / ¿cómo puede elogiar, salvo atrayendo para sí/ la total e enigmática juventud de la chica a quien ama?”, sino también en la propia justificación de la existencia del poeta; un poeta, en el caso de Lêdo, que contaba con apenas veinte años al publicar
As Imaginações (1944), y decirle esto a su padre:
El tiempo no existe en el alma del poeta.
Todo es universal y abarca todos los tiempos.
Los poetas, padre, son las manos de Dios
escribiendo los poemas del inseguro mundo.
No importa, padre, que digan que soy loco,
que lloro inclinado en los puentes, que me conmuevo en los teatros,
que pregunto por la oscura Adriana cuando la madrugada baja
en silencio,
en silencio.
PREGUNTAS DEL POETA (INÉDITOS EN CASTELLANO)
Les presento una serie de poemas que acabo de traducir para los lectores de P+D. Conviene ofrecer estas primicias, siempre que se pueda. Todos los textos que siguen están en la antología seleccionada por Albano Martins. De su lectura,
se percibe una imperiosa necesidad del poeta por aprehender a Dios, por entender su silencio. Y va hacia Él desde su turbación. Pero en los últimos textos ya
hay respuestas del propio poeta, constataciones sobre el Dios que el hombre necesita.
EL LUGAR
¿Dónde está Dios?
Oculto entre las moscas
del pantano.
Dios está en nada.
Dios está en todo.
PREGUNTAR NO OFENDE
Jamás entendí
el silencio de Dios.
¿Por qué Dios no habla?
¿Por qué Dios calla
cuando es interrogado?
¿Por qué un Dios mudo
responde por todo?
LA ETERNIDAD PREMEDITADA
Esto será la eternidad:
un perenne subir escaleras.
Y siempre estarás al principio de la escalera
aunque todos los días sean peldaños.
Dios ¿por qué hiciste la eternidad?
¿Por qué nos obligas a subir tantas escaleras?
DOCUMENTO DE IDENTIDAD
¿Quién es Dios?
Dios es Quien. Dios es la pregunta
que responde a todas las respuestas.
Es la señal roja
mientras esperamos el paso
del tren cargado de minerales.
Dios es el golpe del remo
alejando el barco del agua fétida.
Es el crujido de la cama
en el hotel que alquila plazas
para caballeros.
TABLA
Dios no tiene forma
y no tiene color.
No es escultura
o retrato hablado.
No vive en jardín
Ni cultiva flor.
Dios es matemática,
la verdad del número
que no tiene final.
Dios y dos son cinco
en la tabla
del más puro amor.
LAS SEÑALES
Sepan cuantos viven
en este mundo inmenso:
Dios no huele a incienso.
Es en el estiércol fresco
y en la viscosa alga
donde debemos ver
-con los ojos de cuando
éramos niños-
las señales divinas.
UNA BUSCA INCESANTE
Todavía no desistí de encontrar a Dios.
Presumo que el gavilán lo esconde en sus alas
y los sueños lo abrigan en los pliegues de su oculta sabiduría.
A veces, un grito rompe el espacio estival
de la vega que divide mis bosques.
Entonces me inclino a aceptar que oí
el grito de Dios, después del largo silencio.
Dejo de pisar a la hormiga negra que avanza
por un relieve del camino inclinado
y me envuelve la percepción de que conseguí evitar
la muerte de Dios, en uno de sus disfraces.
Dedico el día entero a la búsqueda incansable
y de repente cae la noche: la noche negra como una hormiga.
Dios pasea incólume entre las constelaciones.
UN TEXTO SUELTO
El año 2011 se publicó en ABC Cultural un poema de Lêdo Ivo, titulado “A resposta de Deus”. Del original hice mi propia versión, que ahora les presento. Antes, indicar siquiera algunos de los muchos poemarios que ha publicado Lêdo:
Ode e elegia(1945),
Acontecimento do soneto (1948),
Ode ao crepúsculo (1948),
Cântico (1949),
Linguagem (1951),
Ode equatorial (1951),
Um brasileiro em Paris e O rei da Europa (1955),
Magias (1960),
Estação central (1964),
Finisterra (1972),
O soldado raso (1980),
A noite misteriosa (1982),
Calabar (1985),
Mar Oceano (1987),
Crepúsculo civil (1990),
Curral de peixe (1995),
Noturno romano (1997),
O rumor da noite (2000),
Plenilúnio (2004),
Poesia Completa 1940-2004 (2004) o
Réquiem (2005).
LA RESPUESTA DE DIOS
No sé
si Dios es oscuridad o claridad.
Si es la luz de una estrella que me guía
en la helada noche helada
o el cielo resplandecientetras la tempestad.
Tampoco sé
si Dios es el silencio o la palabra,
la nocheoel día,
la pazdeseadao la guerra infinita
que siempre entre los hombres se repite.
Nada saber
es saberlo todo yoíren la inmensidad
la voz de un dios que calla.
Vivo a la sombra del árbol del mundo
esperando la gran claridad.
Es sólo consusilenciocomo Dios habla
para decirlo todo.
Y en la aurora donde se revela el día
y en todo lo que se irradia por el universo
se encuentra su respuesta de Dios mudo.
Y así vamos conociendo parte de la obra de un poeta que noromantiquea con Dios. Un poeta que en la Cuarta lección de su libro “Estação central”, ya admitía el lugar del encuentro: “Fuera de las iglesias/ Ivo vio a Cristo/ en lo alto del Calvario”.
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