No tengo que decirte una palabra para saber
cualquier estado de ánimo que estoy atravesando,
siento como si te hubiera conocido desde siempre.
Tú puedes mirarme a los ojos y ver
la forma en la que me siento
y como me está tratando el mundo.
Tal vez te he conocido desde siempre.
Amigos para siempre significa que siempre serás mi amigo,
significa que un amor así no puede terminar.
Amigos para siempre no es sólo un verano o una primavera.
Amigos para siempre.
Esta es sólo una pequeña parte de una canción que interpretaron espléndidamente en Barcelona, en 1992 Sara Brightman y José Carreras. Dos voces magníficas y un duetto inolvidable.
Hace 20 años, Barcelona hizo maravillar al mundo entero. Un 25 de Julio muy especial, una inauguración absolutamente espectacular, daba paso a la 25ª edición de los Juegos Olímpicos. Aquel evento deportivo nos demostró como algo así pudo convertirse en un espectáculo social y cultural no sólo para una ciudad sino para todo un país.
Últimamente no hace más que darme vueltas a la cabeza el tema de la amistad, quizá algo de lo que se abusa en las redes sociales ya que -en ocasiones- puede llegar a ser verdad; pero que, la mayoría de las veces, nada tiene que ver con la realidad.
Una vez leí algo que me gustó mucho, decía que cada vez que hacíamos un nuevo amigo, nuestro corazón se ensanchaba y que también nuestro corazón no tenía límites para querer a personas nuevas que van apareciendo en nuestra vida.
Esta afirmación es cierta, pero también es verdad que hay personas que presumen de tener miles de amigos y me pregunto, pueden conocerlos a todos? Y, hasta donde tienen capacidad para quererlos a todos?...
Yo soy un poco de la vieja escuela, me encanta conocer gente nueva, enriquecerme, compartir un montón de cosas buenas y estar en contacto con la realidad que me rodea. Pero, pongámonos serios, eso que es genial, puede equipararse a lo que significa ser un verdadero amigo?
Hace unos días repasaba la historia de David y Jonathán, una preciosa historia de auténtica amistad. Jonathan quería tanto a su amigo, que sabiendo que David era el auténtico ungido y porque realmente lo amaba, no tuvo ningún inconveniente en cederle la corona.
Hay una frase en Las Escrituras referente a esta historia que me parece encantadora: “...sus almas estaban entrelazadas...” Creo que ni el mejor poeta del mundo podría explicarlo de modo más hermoso.
Hay amigos muy especiales como aquellos que conocemos desde que hemos nacido, aquellos con los que fuimos creciendo juntos y que conservamos hasta el día de hoy. Esa clase de amigos tienen algo muy especial, nos conocen hasta la saciedad, nuestra amistad está probada por todos los años y por diferentes circunstancias de la vida, son casi como hermanos.
Y luego están esos amigos que vamos conociendo a lo largo de la vida, que por alguna razón se entrelazan a nuestro corazón y se quedan ahí para siempre.
Hace poco una buena amiga me regalaba la siguiente frase: “Si un día te dan ganas de llorar, llámame. No prometo hacerte reír, más puedo llorar contigo”. Me pareció un detalle precioso.
Un amigo de verdad es aquel al que le puedes llamar a las dos de la madrugada por algún problema que te agobia y es capaz de permanecer el tiempo que haga falta al teléfono simplemente para escucharte.
Recuerdo un episodio que ocurrió en mi vida hace algunos años y que permanece en mi recuerdo para siempre. Era un domingo por la tarde y yo no me encontraba bien, no había nadie en casa y no podía llamar a mi familia, estaban todos en la iglesia. Cada vez me iba encontrando peor y sentía como si la vida se me fuera escapando por momentos. Realmente me asusté y llamé a una amiga del alma con la que me crié, crecí y con la que conservo una excelente amistad hasta el día de hoy.
La llamé llorando y entrecortadamente, ella estaba descansando; pero no hizo falta que le pidiera nada. Se vistió en cuestión de segundos, se puso un chaquetón y se presentó en mi casa en pocos minutos. No dijo nada, simplemente me abrazó y permitió que su hombro se empapara con todas y cada una de mis lágrimas. Simplemente me abrazaba, me acariciaba la espalda y me repetía: “tranquila, no pasa nada...” Jamás lo olvidaré, eso es una amistad de verdad.
Hay amistades que, por una u otra razón están lejos, pero que cada vez que hablamos con ellos no sólo es una alegría; sino que, aunque no nos estemos viendo intuimos cualquier problema o cualquier estado de ánimo simplemente por la forma de escribir o por el tono de voz.
Por encima de todos mis amigos hay uno más importante que ninguno. No solamente me amó tanto que me escogió para ser suya, dio Su vida por la mía en una Cruz y, aunque no lo puedo ver, lo puedo sentir a mi lado a cada instante de mi vivir. Nunca tiene prisa, siempre tiene tiempo para mi, comprende y conoce cada pensamiento, cada sentimiento y cada fibra de mi corazón. No me juzga por mi exterior, porque me conoce por dentro y no saca conclusiones equivocadas acerca de mi, porque lo sabe todo desde lo más íntimo. No se asusta de mis dudas, perdona mis errores y... a veces creo que no va a ser suficiente toda una eternidad para adorarle y agradecerle todo lo que ha hecho por mi. Le conoces?, su nombre es Jesús.
Y ya que comencé con una canción, termino con otra chiquita, pero que forma parte de mis más antiguos recuerdos y vivencias además de ser una absoluta realidad a cada instante de mi vida. Espero haberte bendecido!
El mejor amigo mío es Cristo, no hay otro amigo como El,
me acompaña en trances de peligro y por siempre permanece fiel.
Aunque muchas veces soy tentado, El me da el poder para vencer.
El mejor amigo mío es Cristo, no hay otro amigo como El.
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