ENTREGA A CRISTO
“Todo estaba allí/ clavado en aquella Cruz, un colibrí/ de luz sangrando en la madera oscura.// ¡Un don dado de gracia! Y ofrecido/ a ti y a mí por puro amor de la criatura…”. Así escribe este magnífico poeta brasileño, ya vuelto su corazón y poesía hacia Dios, tras una vida llena de triunfos académicos en prestigiosas universidades británicas, pero también marcada por desarraigos, contiendas por doquier y demás imperfecciones humanas que le llevaron a la cárcel.
Leamos un texto para tratar de comprender su proceso de cambio:
Y aquí vengo de vuelta y Te agradezco
me hayas socorrido,
porque no llevo más en el cuerpo debilitado
el dolor que aún merezco.
Me perdí muchas veces, pero luego pagué el precio...
(…)
Por ello, Bruno Tolentino (1940-2007), dice en otro poema: “Ve, entrégate a Dios, que Él te quiere…”. Autor de ocho poemarios:
Anulação e Outros Reparos (1963),
Le Vrai Le Vain,
(Paris, 1971),
Au Colloque des Monstres(Paris, 1973),
About the Hunt (Oxford University Press, Inglaterra, 1978),
As Horas de Katharina(1994),
Os deuses de hoje (1995),
O Mundo como Idéia (2002) y
A imatãçao do amanhecer (2006), Tolentino, lector admirado de Rilke, Juan de Yepes o Teresa de Cepeda, se entrega al Cristo amado, referencia central de su poesía más perdurable.
LA NOCHE (CASI) OSCURA
IV
Cristo ese cristal que viene a vivir
en el centro de las pupilas cuando todo
oscurece alrededor. En aquel silente,
ciego espacio que tapia tu mirada,
es cuando Él brilla más, hasta ahuecar
la oscuridad, las murallas de lo absurdo.
Reverberando allí, como cuando un sordo
de repente escuchara el propio aire
o un rostro inconfundible te mirase.
Es Él, lo absoluto que te llama
por el nombre, ese nombre sin lugar
en ti que no resuena, como la llama
va envolviendo todo y, despacio,
el mar, ola a ola, se derrama.
POESÍA Y DIOS: DIVINIZAR LA VIDA
Conviene atender a una reflexión hecha por Tolentino poco antes de fallecer, durante la última lección impartida antes de ingresar al hospital de Sao Paulo, donde falleció. La grabación de la misma fue transcrita luego por un alumno suyo.
De ella extraigo (y traduzco) un párrafo de especial interés para la comprensión de su pensamiento sobre el voltaje del lenguaje poético y de la errónea comprensión de la realidad de un mundo volcado al consumismo de supermercado:
“La poesía y Dios tienen mucho en común. El arte mayor y la divinidad poseen esa capacidad de divinizar la vida, mostrar que no hay otro modo de comprensión de la realidad. La conclusión es siempre incómoda, pero las otras son mucho peores: estamos aquí en una constante nostalgia de Dios, nostálgicos de plenitud. Y el grande arte es exactamente eso: el esfuerzo de la criatura por guardar en la memoria aquellos momentos de epifanía en los cuales se aproxima al máximo del misterio de la creación. El mundo moderno quiere hacer una especie de antídoto para esa amenaza que es Dios y la Belleza, y el resultado no puede ser otro que el de la fealdad y la negación de absolutamente todo”.
Atendamos a otro texto, que ejemplifica esta divinización de la vida; es decir, la nueva vida instalada dentro de Dios, si es genuina la entrega:
EL ABISMO
II
El bautismo de fuego es como el nácar
porque la perla nace de la herida
en el abismo de la materia dolorida.
Su brillo inaugural es como un cuchillo;
centellea cuando hiere y hace de la vida
la llamarada suelta, que destaca
de la leña bruta y de la humareda opaca.
Si el bautismo de fuego mal invita
lo que transforma, hace los palos de leña
la transfiguración de la pura danza,
puro centelleo que la luz dibuja
en el mundo negro de la desesperanza.
Arder para existir: que el fuego venga
para apuntalar el cielo que no se alcanza.
BUSCANDO A TOLENTINO
Buscando poesía dedicada a Cristo, me topé con el poema “El secreto” (véase la primera entrega de este tríptico). Ni me sonaba el nombre de Bruno Tolentino y eso de conozco más que algo de poetas brasileños contemporáneos. Y entonces, navegando por Internet, encontré una foto de él junto a dos grandes amigos: Célia Salsa, profesora de la Universidad Federal de Pernambuco, y Cláudio Aguiar, mi hermano mayor, escritor reconocido y presidente del Pen Club de Brasil, un cearense-pernambucano ahora ciudadano de Río de Janeiro.
La foto era de hace años, tomada en su casa de Olinda, donde también he estado. Bastó escribir a Cláudio para que, pasadas dos semanas, tuviera en Salamanca la nueva edición, comentada, de
“As horas de Katharina”, su mejor libro, a mi entender. Este libro, compuesto por 166 poemas, semeja un Libro de las Horas medieval y está escrito por una supuesta
condesa Elisabeth Katharina von Herzogenbuch, que no es sino el alter ego de Tolentino.
Hecha esta aclaración, aprecien el desgarro que tenía Tolentino cuando lo escribió en Oxford, en estos tiempos de dudas, tribulaciones e intentos de volver a Cristo:
VÍA CRUCIS
La Vía Crucis fue una salvajada,
la Crucifixión una brutalidad;
pero en tres, cuatro horas, acabó la agonía,
bajó la eternidad.
Yo vivo aquí, crucificada noche y día,
cargo de la mañana a la tarde,
mi madero de oprobio y la noche me tortura,
lenta, fría, cobarde.
¡Ah, cómo preferiría yo
que me crucificasen de una vez, sin pretensión
de un tercer día!
Pero me toca seguir esta monotonía,
la agonía de levantarme del catre
y abrir de nuevo los brazos, vacía.
DESOCULTANDO LA POESÍA DEDICADA A CRISTO
Salvo su poema “El secreto” y alguno más, en la Red nada se encuentra de su poesía dedicada a Cristo. Y lo ensayos o artículos sobre su obra, poco o nada inciden en esta vertiente.
Leamos a Tolentino explicar cómo escribió “El secreto” y su extrañeza ante la omisión de los críticos sobre la temática cristiana de dos grandes poetas ingleses: “Llamar a eso experiencia mística es dar una importancia muy grande a las cosas, pero permanece el misterio: ¿por qué escribir este poema, así de repente? En Oxford se discutía mucho de todo eso, y los mejores cerebros tenían preocupaciones de orden religioso, posiblemente porque necesitaban definirse de alguna manera. El poeta que más me impresionaba, Wystan Auden, era un poeta religioso, y nadie mencionaba este hecho; también el mejor poeta inglés vivo, Geoffrey Hill, es un poeta eminentemente religioso; mejor dicho, prácticamente no es otra cosa que sólo religioso”.
Bruno Tolentino, con todas sus imperfecciones, es una pluma que volvió al Ave.Este poeta carioca escribe:
DOMINGO DE RAMOS
En el lomo del asno,
como una paloma,
a las puertas sombrías
de la ciudad El puro
peregrino llega:
rodeado de palmas
y tranquila hermosura,
llamando a los fantasmas
a la primera mesa.
Llega la primavera
y con ella llegan
el instante de la fiera
y el grito del ave
de la resurrección.
Bienvenido a la ciudad
de los muertos, hermano.
Para luego, ya en tránsito al Reino, anunciarse a Cristo, reconociendo su poquedad, pero también su petición de auxilio y cobijo:
No tengo nada; no soy nada y vengo
como un mendigo a la entrada de una puerta
estrecha, pero abierta; la ofrenda, por pobre
que sea, vale más que oro o cobre,
vale el gesto que espera y extiende la mano…
(*) Todos los poemas son inéditos en español, traducidos por A. P. Alencart
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