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Yolanda Bedregal: herida sin Gólgota

Escribió con humildad una valiosa obra que supo asomarse a Dios con una sinceridad que no traiciona
POR EL ÚLTIMO ADÁN AUTOR Alfredo Pérez Alencart 13 DE JULIO DE 2012 22:00 h

DESDE LA PAZ HASTA DIOS
Nacida y fallecida en La Paz, Yolanda Bedregal (1916-1999) escribió con humildad una valiosa obra que supo asomarse a Dios con una sinceridad que no traiciona. Ella, que en 1973 había ingresado como Miembro de Número de la Academia Boliviana de la Lengua, lo expresaba así: “Creo haber hecho lo que tenía que hacer, he tratado de cumplir con un llamado de lo Alto.Le digo con toda honestidad: me cuesta entender que se premie por hacer lo que a uno le gusta. Todos tenemos una tarea que cumplir y es obligación hacerla lo mejor posible. No hay tarea chica ni carente de importancia; merece premio, pues, cada ciudadano que cumple su deber”.

Lo decía ante los numerosos premios y distinciones que había recibido (Premio Nacional de Poesía; Premio Nacional de Novela ‘Erich Guttentag’ (por su única novela Bajo el oscuro sol); la Gran Orden de la Educación Boliviana; Medalla ‘Gabriela Mistral’ del Gobierno de Chile; Condecoración del Congreso de Bolivia; Medalla a la Cultura de la Fundación Manuel Vicente Ballivián; Premio Nacional del Ministerio de Cultura; Honor Cívico Pedro Domingo Murillo, Medalla ‘Dama de América’ del Consejo Nacional de Derechos de la Mujer de México… Ya en 1936 había sido la primera boliviana en ser becada por el Barnard College de la Universidad de Columbia, en Nueva York.

Felizmente casada con Gert Conitzer, poeta y educador alemán (Berlín, 1910 - La Paz, 1983), Yolanda Bedregal es una poeta de fervorosos y, a la vez, contenidos cánticos al Cristo que es Esperanza y Amor. Así, por ejemplo, leemos:

HIÉREME
¡Hiéreme!

Ya tengo mis ansias en Ti.
Mi vida está blanca,
sin pena ni duda.
Soy alma y soy cuerpo,
sedientos de Ti.

¡Hiéreme!

¿No miras que espero
tu estigma de amor?
Clávalo
en el pecho, las manos, los pies.

Hiéreme sin Gólgota
ahora que es la aurora.
¡Estoy
con los brazos en cruz, como Tú!

TRES POEMAS ANTOLÓGICOS
Cosechemos tres textos que estimamos antológicos de la obra de una escritora que dejó dicho: “Todo tiene su tiempo, dice el Eclesiastés. Así es. Hay tiempo de sembrar y tiempo de cosechar, tiempo de goce y tiempo de duelo... La poesía no es algo construido, no es ingeniería, es Vida… La poesía es algo que tiene que ver con esencias, yo siempre he querido buscar la quintaesencia de las cosas, economizar palabras y creo que soy, ante todo, poeta”.

Entre sus poemarios pueden mencionarse Naufragio (1936), Poemar (1937), Almadía (1942), Nadir (1950), Del mar y la ceniza (1957), El cántaro del angelito (1979) o Convocatorias (1994), sin olvidar su generosa obra de antóloga, como esa magna obra titulada Poesía de Bolivia, de la época precolombina al modernismo (1964), publicada en Buenos Aires y donde Bedregal incluyó a más de trescientos poetas de su país, tan profundamente entrañado por ella:“Vivir en Bolivia es un reto cotidiano. El escritor es, en cierto modo, un médium y tan pronto lo sobrecoge el paisaje como la realidad social, los conflictos, la pobreza, y desde luego el acontecer político que ha tenido y tiene connotaciones insólitas. En la historia de mi país, la realidad superó muchas veces la fantasía y la capacidad imaginativa”.

HOLOCAUSTO
Oh Cristo, yo quisiera de tu augusta cabeza
desclavar los espinos, endulzar tu martirio,
darte mi adolescencia como incienso en delirio;
alabándote en salmos, restañar tu tristeza.

Te volcaría en mi alma con la dulce certeza
de corporal expolio a cabezal de lirio.
Me inmolaría entera como ala sobre cirio.

El humo, en holocausto de mi cuerpo ofrendado,
empapada en perfume la esponja de la hiel
y, unida entre llaga, mi vida en tu costado.

La culpa redimida y el mundo sin pecado
a la última palabra de Dios crucificado,
urgiría con rosa de amor tu humana piel.


NOCTURNO EN DIOS
Señor, cuando oscurezca, te necesito mucho;
cuando las hojas tiemblan para caer del árbol,
parece que un lamento contenido se acerca.

Señor, cuando sea Otoño y la flor no esté firme,
quiero que me acompañes a ver el desnudarse del mundo.
Caerá mi Primavera en un volar de estambres.

¿He de pisar acaso mi propia alma caída?
Llévame de la mano adonde nada piense,
donde en ti me cobije sin que se mueva el tiempo.

Tú eres inmarcesible y yo quiero agostarme
como hierba en tu pecho, que no me lleve el viento.
Tengo miedo al crujido que hace el pie en el Otoño.

LA DANZA
“Era el caos delPRINCIPIO. Esponjaba el Silenciosu nebulosa helada En paredes de Nadatrepaba lo increado La luzcomo crisálidase incubaba en lo oscuro La Materiay el Tiempogirabanen la boca redonda de Dios Era un cero sin límitehuevo inconmensurableen la boca redonda Ya Dios no soportabala POTENCIA REBELDEy elSEAcomo flecha en espiral lanzadarompió la nebulosaDio cuerpoa la Materia:Azul el firmamentodesplegó el raso liso Rodó el pálido ojode un sol amarillentoel mar nacía fríocon un vagido verde Un acuario de astrosinquiría sus órbitasPulieron las escamasel dorso de los pecesy se ajustó el plumajeal contorno del pájaro El Hombreen parda gredadiminuto gusanoera sólo una manchadel Universo INMOVIL De golpeaquel momentose desataba elTIEMPOde su guarida eternacomo un caballo locoAtravesó los ámbitosen vértigo embriagado Allá el mar cantabaa su paso sonoro Allí los astros ebriosdesatándose en brillosrumor entre los árbolesque se cuajaban de hojasRugiendo las montañasenhiesta cresta erguíanEl viento se llenabalos pulmones de músicaSerpenteando en el aireque elevaba su muroel RITMOrasgaba el tiempocomo una enredaderade ígnea nervadura Y aquel pardo gusanode pronto tuvo sangreque lo transpuso enteroen cálido oleaje El tiempo fue su látigoel ritmo su anestésicoY COMENZÓ LA DANZA DEL UNIVERSO ENTEROentre orquestal preludiode truenos y relámpagos Aquel pardo gusanode pronto tuvo músicade pronto tuvo lágrimasy empezó su delirio Sobre la nota únicaen el dedo del piesaltó la Danza mágica Se enroscó en el tobilloreptando por los muslosMultiplicó cabezasen el torso iniciadoSe adelgazó en el cuellopara dar paso al éxtasisy fue una llamaradade sangre enardecidasobre el tapiz del mundoatezado en un disco El Tiempo y la Materiadesplegaron las alassobre esa llama vivade sangre que danzaba Desde la nota únicaen el dedo del piebrotaronlas escalas musicales En una arquitectura de orquestacada miembroensayó su crescendo En las caderas firmesgolpearon los timbalesEn el tambor del pechoretumbó la alegría Y se abrieronlos brazos profusosigual que el varillajede un abanico rotoincendiándose en ritmosflexibles o crispadosardiendo enMOVIMIENTOHubo todos los gestosen los hachones ebriosterrorespantosúplicaternuraamordeseolaxitudplenitud En el cuerpo danzantese acechabanvenciéndoseuniéndoserompiéndosejuntándose de nuevoel Espacio y el Tiempo El Tiempo y el Espaciose perseguían ávidosen unidad magníficaY la cabeza humanabreve botón del almaera el eje del mundocuando rompió la danza Transverberaba el cuerpoloFUGAZy loETERNOBrillo y SombraNo y Síse sucedían en la danza Suma de los coloresBrasa y Ceniza a un tiempoNacimiento y Muerte simultáneosLas células efímerascaptando eternidades Cuando empezó la Danzase perfumó la atmósferay se ciñó la túnicapolifónica el COSMOS”.

CON EL DIOS CRISTIANO
Lectora empedernida: “Doy gracias a Dios por leer. No puedo imaginarme la vida sin libros. Me sucede, curiosamente, que ahora prefiero releer libros que ya conozco; es como un encuentro con viejos amigos con los que seguí el bello camino de la vida”, Yolanda Bedregal fue una cristiana consecuente con su Fe. Y eso lo tradujo en su poesía, no sólo en aquella donde directamente entabla relación con lo Divino, sino también en buena parte de sus textos, donde se muestra solidaria con sus prójimos, como en el poema “Ojos para el llanto ajeno”, cuya primera parte dice así: “Déjame llorar el llanto de todas tus soledades/ y de todos tus cansancios./ Siempre he llorado abandonos y pena de los demás,/ mi amor nunca fue mi amor./ Siempre fue cubrir heridas abiertas por otra mano./ Mi vida nunca fue mía./ Cada vida es algo mía, yo soy de todas las vidas./ No será mía mi muerte./ ¡Ni eso tengo sólo mío! Todos se mueren en mí…/ sólo lloro el llanto ajeno y el dolor de los demás…”.

Hay un poema suyo que, bajo una simple lectura inicial, pudiera parecer algo blasfemo: Pero es todo lo contrario; es una magna oración al Padre; un clamor como muchos otros hechos por notables hijos de Dios. Por ello, tras ese utilísimo “Alegato inútil”, terminamos la muestra de Yolanda con un texto de innato amor a Dios.

ALEGATO INÚTIL
Cada día tenemos más salobre la saliva.
La migaja se crispa
ante la entornada puerta del perdón.
Cada día se saltan a las uñas
los dos niños morenos de los ojos
que fueron ángeles despiertos
a celestes honduras.

¿Con qué habrá de rematar el alegato
que está y en el tope del sollozo?
Cada hora se ha hecho voraz
como engranaje de colmillos;
los pasos se han desacostumbrado
a la caricia de la grama húmeda;
el aire avanza granizado de saetas.

Conduélete, Señor, a ti clamamos.
¡Así tu mundo tambalea!
No somos Job, oh Padre; ¡no te tornes padrastro!

¿Acaso estás enfermo, o te pudres
con este vaho que te sube desde nos?
No te tornes padrastro, buen Dios.

Sonríe una vez sobre tu Hechura.
Regresa a tu niñez de Primer Día
cuando soplabas burbujas de color
y te brotaba de las sienes
boscaje y pleamar.
Eras entonces sin arrugas,
y era tu barba de cristal
lira entre los dedos de la luz.

Sonríe, Padre, sobre el Libro mancillado,
y todos en Tu nombre
escribiremos PAZ.

La simple trinidad de una palabra:
bandera universal para soñar;
hostia de comunión para construir;
extremaunción para vivir.

Perdona, Dios, esta mi turbia arena...


VEN A MI MESA, DIOS
(Fragmento)
Desgarro el manto de mi alma,
pedazo de soledad que me entregaste,
a tus plantas lo tiendo.

Hace millones de años
me creaste en Paraíso ecuménico.

Recuerdo el haber sido.
Me cuidaba un pastor en la neblina.

Ahora sola,
asida a las montañas que te glorían,
camino desolada
en esta geología de ciudades,
en el banquete de palabras
con huéspedes extraños.

¡Ven!
Amado del Nombre Secreto.

Resucita la estrella muerta en mi pecho
llévala hasta el Círculo perfecto
o al agudo Triángulo:
ellos resuelven la Forma en plenitud.

Abre el grano milenario
que sin Ti no germina
nihace harina ni pan.

Rompiendo los esquemas
encuéntrame vacía
donde quepa Tu voz.

¡Ven a mi mesa!
Hambrienta,
Tu signo
aguardo.

Muerte-Vida,
encarnación, resurrección
¡inaugural silencio!
 

 


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COMENTARIOS

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Respondiendo a

Noemí Gumucio
17/07/2012
17:43 h
2
 
Gracias Sr. Pérez Alencart por acordarse de nuestra notable poeta Yolanda Bedregal, ejemplo y estímulo para muchas mujeres que escriben y siguen a Dios en Bolivia.
 
Respondiendo a Noemí Gumucio

Enrique de Sefarad
17/07/2012
17:43 h
1
 
Oh hermano, esto es precioso, muy precioso.Qué hermosos poemas,me recuerdan a los antiguos místicos,quizá, por los amores que como mirra perfuman mi alma.Gracias hermana Yolanda Bedregal. Gracias Señor porque puedo ver tus divinos atributos en tu hija. D´s bendiga a Bolivia.
 



 
 
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