1870-1970. Conmemoración del centenario de este templo presbiteriano que fue el primero que se construyó para honra y gloria de Dios en nuestra nación. También hacemos memoria del misionero Dr. Julio Mallet Prevost y de los hnos. W.G. Allen, Elías y Juan Amador, siendo este último el que pronunció el mensaje de dedicación y apertura del templo. Villa de Cos, Zac., 11 de julio de 1970. Presbiterio Nacional del Norte.
Leyenda de la placa en la Iglesia Presbiteriana Sinaí, de Villa de Cos, Zacatecas (
Fuente) Esta Iglesia fue fundada en 1870, en Villa de Cos, Zacatecas, siendo el primer templo presbiteriano en todo el país.
Se sabe que todas las instituciones y, por supuesto, las religiosas también busquen perpetuarse y traten de mostrar a sus integrantes que son dignas de confianza y de reconocimiento por los valores que promueven. Pero en el ámbito protestante, y reformado en particular, existen algunos criterios o “controles teológicos” que previenen contra esta tendencia. La “teología de la gloria”, evidenciada por Martín Lutero como lo contrario de la “teología de la cruz” es la tentación eclesiástica de colocarse en el centro de la historia, como máximo logro histórico y comunidad siempre triunfante. El “principio protestante”, a su vez, es una crítica radical a cualquier impulso hacia el absolutismo incluso en las iglesias de esta tradición, pues son las más obligadas a recordar la primacía de la gracia.
De ahí que no sorprenda, aunque cause indignación por igual, que la “reseña histórica” (que poco tiene de los segundo, pues, por ejemplo, hace un salto mortal desde 1972 hasta 2001, por citar sólo un detalle mayúsculo) leída en los festejos por los 140 años de presencia presbiteriana en México comience con una frase tan cuestionable: “La historia de la Iglesia Presbiteriana en México es gloriosa”.
[1]
Semejante exabrupto, que además no se corresponde con el resto de la narración, deja de lado los principios enunciados arriba y que deberían regir cualquier autocomprensión eclesiástica.
Pero dejando a un lado estos excesos es más importante señalar que cuando la citada reseña se ocupa de los inicios formales de la iglesia presbiteriana hace a un lado los esfuerzos de hombres y mujeres que en varias regiones del país fueron pioneros de la obra evangélica.
Como se ha insistido aquí,
la familia Amador fue una de las primeras en adherirse al movimiento disidente, como lo consigna Apolonio C. Vázquez, al mencionar también a
otros integrantes de lo que llegaría a ser la Iglesia Sinaí, fundada en 1870. Entre ellos están Telésforo González Valle, Genaro Ruiz de Chávez (quien retó a una discusión pública al ilustre obispo Ignacio Montes de Oca), Severo Cosío, Juan Castillo y sus hijos Román (encargado de la imprenta que publicaría La Antorcha Evangélica), Guillermo e Inocencio.
[2] Se echan de menos, es verdad, los nombres de las mujeres, pero al hablar de las familias se da por entendido que participaban también.
La fuente que tomaremos aquí para hablar de la labor eclesiástica de Juan Amador es la más representativa: dos textos de su hijo Elías publicados por El Faro en 1896 y 1902. El primero es un recuerdo del doctor Grayson Mallet Prevost y el segundo una semblanza de su padre.
Los tres personajes en cuestión: Amador, Prevost y Severo Cosío, unieron sus fuerzas para forjar lo que sería la primera iglesia presbiteriana en México, aun cuando en sus inicios no tenía esta denominación. Luego de explicar sus años formativos, Elías cuenta que en 1857 “se radicó definitivamente en Villa de Cos, donde con más libertad y empeño siguió la propaganda de las ideas liberales, ya por medio de la palabra o ya por medio de la prensa”.
[3] Estando allí, y participando de un grupo heterodoxo que comenzó a reunirse, en 1867 llegaron algunos agentes de la Sociedad Bíblica Británica quienes “los ayudaron a la propaganda del Evangelio, logrando al poco tiempo establecer una congregación en su propia casa con 25 personas, la que aumentó después a un número de más de 500, y fue la primera que públicamente se fundó en el Estado de Zacatecas, con su templo, su imprenta y su periódico
La Antorcha Evangélica, que circuló por muchas partes del país y atrajo muchos adherentes a la causa del Evangelio”.
En la segunda nota, sobre Prevost, Elías Amador ofrece más información sobre la articulación entre los personajes mencionados, pues al establecerse aquél en Fresnillo “trabó relaciones de amistad con la familia de D. Severo Cosío, hombre honrado, instruido y liberal, de convicciones íntimas, muy estimado en la sociedad y que hizo después un papel notable como Gobernador de Zacatecas y como escritor público de ideas luminosas, reformistas y reposadas”.
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Más tarde, Prevost se casaría con una hija de Cosío en Browsville y regresaría para quedarsey E. Amador agrega:
Cuando después de la caída del Imperio de Maximiliano, la libertad religiosa se hizo en este país, fundándose en Villa de Cos, Estado de Zacatecas, la primera congregación evangélica, que dirigió y protegió D. Juan Amador, vecino liberal de dicha villa y amigo íntimo de D. Severo Cosío y del Dr. Prevost, este Sr. Encontró entonces oportuno campo para ejercer su celo religioso y su adhesión a la doctrina de Cristo, pues tan luego como supo del establecimiento de la citada congregación, procuró protegerla con sus luces, son su influencia y con sus recursos.
Como veremos, esta colaboración traería grandes frutos a la naciente iglesia de ese lugar, cuna del presbiterianismo mexicano, en donde han comenzado siempre los festejos de aniversario, aun cuando la INPM nunca ha promovido esta memoria histórica.
[2]A.C. Vázquez,
Los que sembraron con lágrimas. Apuntes históricos del presbiterianismo mexicano. México, El Faro, 1985, pp. 322-323.
[3]E. Amador, “D. Juan Amador”, en
El Faro, tomo XVIII, 1 de marzo de 1902.
[4]E. Amador, “Apuntes referentes a la vida del Dr. Julio M. Prevost”, en
El Faro, 15 de junio de 1896, p. 92.
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