CON CRISTO AL FIN HERMANADO
Líber Falco (Montevideo 1906-1955) es uno de los poetas uruguayos cuya obra mucho aprecio. En vida publicó tres breves poemarios:
Cometas sobre muros (1940),
Equis Andacalles (1942),
Días y noches (1946). Algunos meses después de su muerte se editó su obra completa, o al menos la que él estimaba así, pues él mismo la ordenó puliendo versos de los libros citados e incluyendo poemas inéditos, tanto antiguos como los últimos que había escrito:
Tiempo y tiempo (1956).
Poco se le conoce, pero tengan por cierto que su poesía tendrá una justa resurrección.Él, cuya poesía siempre giró en torno al Tiempo (que incluye vida y muerte; soledad, agonías y algunas madejas de amor), fue remando a contracorriente, tratando de alejarse del misterio cotidiano de Dios (Véase el poema ‘Pensando en Luis A. Cuesta’: “Sin Dios, sin sitio/ desde donde llorarte,/ y llorándome yo mismo/ junto a esta mesa), hasta que, al final de sus días, acepta a Cristo como apoyo o sostén.
He aquí esta perla o diamante que bien merece mayor repercusión el corazón de los creyentes:
SÓLO TU AMOR, SEÑOR
Sólo tu amor, Señor,
por mi mismo amor
deseado,
sólo tu amor, Jesús,
puede ayudarme.
Caí, Señor, golpeado,
por mi misma
ignorancia de ti,
golpeado.
SUFRIDA VIDA DE HOMBRE
Mucho le costó dar ese paso, pero lo hizo no a escondidas, sino proclamándolo entre sus conocidos, escasos por cierto, puesto que Líber Falco no era un poeta de ‘profesión’ que frecuentaba cenáculos literarios: desde los 14 años había trabajado como peluquero, panadero, agente comercial y, finalmente, como corrector de pruebas en una imprenta. Hijo de padres humildes; su vida también lo fue, acompañado de su esposa en un modesto hogar sin hijos y sin lujo alguno. Esa sobriedad también se traduce en su poesía, contenida, sin alambicamientos, sin merodeos: directa, transpirando la música de la calle, no dejando escapar ni las ansiedades que carcomen para el luto enorme, ni la belleza que intenta salvar el tránsito a la ceniza.
Si se espiga en su magnífica obra, podemos apreciar que el fruto o perla de su claridad cristiana finalmente aceptada, ya venía gestándose desde atrás, bien cuestionando; bien pensando que Dios está muy lejano; bien invocando:“¡Oh! Luz, ¡oh! Espíritu que habitas las tinieblas/ alúmbrame este cuerpo mortal./ Dame tu fuerza ¡oh! Dios”.
Muestra de lo que acabo de resaltar es el poema titulado “Extraña compañía”, donde se siente desasido ante la muerte, y eso que había disfrutado el amor de la vida:“Porque estoy solo a veces,/ porque sin Dios estoy, sin nada,/ ella viene y muestra su rostro y ríe/ con su risa helada”. Ella, la muerte física, compañera inseparable del hombre, le hace decir, en otro fragmento:
Con ella a mi costado,
ebrio de tantas cosas que el amor nombraba,
como a una fruta
tocaba a veces la luz del día.
Y era de noche a veces y estaba soplo,
con ella y solo:
pero la muerte calla
cuando el amor la ciñe a su costado.
Oh triste, dulce tiempo cuando acaso
vela Dios desde muy lejos.
Mas hoy ha de venir y ha de encontrarme solo,
ya para siempre desasido y solo.
MÍNIMA ANTOLOGÍA
Pero en su obra no cabe sólo la soledad del desolado. En el texto titulado ‘El abismo’ encontramos los dos polos de su existencialismo: una negatividad o propensión a rasguñarse el alma, a menoscabarse a sí mismo; pero también el magno reconocimiento del Amor que sacude lo primero: “Estoy debajo de mis sueños./ Ya ni estrellas ni pájaros nocturnos/ levantarán mi canto.// Puente de plata y oro es el amor….”.
Les dejo con cuatro poemas de sus primero libros, escritos mucho antes de la Perla colocada en el frontispicio de este breve homenaje a Líber Falco:
Sólo tu amor, Señor,/ por mi mismo amor/ deseado,/ sólo tu amor, Jesús,/ puede ayudarme...”
FUERA LOCURA
Fuera locura pero hoy lo haría;
Atar un moño azul en cada árbol.
Ir con mi corazón de calle a calle.
Decirle a todos que les quiero mucho.
Subir a los pretiles
gritarles que les quiero.
Fuera locura,
pero hoy lo haría.
DESPEDIDA
A mis compañeros y compañeras de Corrección
y Talleres del diario “Acción”.
La vida es como un trompo, compañeros.
La vida gira como todo gira,
y tiene colores como los del cielo.
La vida es un juguete, compañeros.
A trabajar jugamos muchos años,
a estar tristes o alegres, mucho tiempo.
La vida es lo poco y lo mucho que tenemos;
la moneda del pobre, compañeros.
A gastarla jugamos muchos años
entre risas, trabajos y canciones.
Así vivimos días y compartimos noches.
Mas, se acerca el invierno que esperó tantos años.
Cuando el Sol se levanta despertando la vida
y penetra humedades y delirios nocturnos,
cómo quisiera, de nuevo, estar junto a vosotros
con mi antigua moneda brillando entre las manos!
Mas, se acerca el invierno que esperó tantos años.
Adiós, adiós, adiós, os saluda un hermano
que gastó su moneda de un tiempo ya pasado.
Adiós, ya se acerca el invierno que esperó tantos años
ORACIÓN DE LA DESESPERANZA
Noche sin luna
y yo aquí.
Ni velamen ni vientos,
ovillado en la noche
interrogante signo sin frase
Y este dolor
sin raigambre en las cosas
—fantasma sin memoria—
¿vino de un mundo donde no hay ojos,
que velen a la muerte?
Quiero solamente,
en bautismos de alegría y de dolor,
apretarme a la Tierra
bajo el ala quebrada del desvelo.
PENSANDO EN LUIS A. CUESTA
Dime si sabes para qué se muere,
amigo, dímelo.
Yo he masticado dientes mucho tiempo.
Con rabia, con dolor
buscaba algo de mí,
y hoy supe que es un muerto,
y que me está matando.
Pero ¿por qué no hablas?
Si tú desde la muerte,
me quitas la esperanza
con que recubro mi alma,
mi miedo y mi nada,
¿qué quedará de mí para llorarte?
Quiero estar solo, solo
viéndote con mi cara
junto a esta mesa.
Sin Dios, sin sitio
desde donde llorarte,
y llorándome yo mismo
junto a esta mesa.
Ver tu cara golpear contra la lluvia
y cómo del paisaje, desvías la mirada.
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