El clero católico] es un azote terrible que alguna divinidad fatal envía a los pueblos para castigarlos. Jesuítico, intolerante y sanguinario por instinto y por esencia, ha dejado en donde quiera que ha existido, una huella de sangre, lágrimas y duelo. En nuestras contiendas políticas, él ha sido el principal elemento de la discordia, el auxiliar poderoso de la reacción conservadora y el absolutismo teocrático; de las sacristías y conventos, antros donde fragua sus conspiraciones, han salido los planes liberticidas que han envuelto al país en guerras desastrosas...
[1]Juan Amador
Una de las facetas más creativas de Juan Amador, como parte de su militancia liberal, anticlerical y abiertamente disidente en materia religiosa fue su papel como fundador de una revista especialmente pertinente y pionera de las posteriores publicaciones de corte protestante: La Antorcha Evangélica. Porquela prensa fue también un espacio en el que se desenvolvió muy bien y contribuyó a difundir sus ideas en medio de una situación política sumamente inestable y conflictiva que ya se ha descrito en estas páginas. Hay que agradecer a la UNAM, una vez más, el rescate historiográfico de una serie de revistas del siglo XIX como parte de un proyecto académico, en
Publicaciones periódicas mexicana del siglo XIX: 1856-1876. Fondo antiguo de la Hemeroteca Nacional de México (2003)
, dos volúmenes coordinados y asesorados por Miguel Ángel Castro y Guadalupe Curiel, entre ellas
La Antorcha Evangélica.
En contraste, y como parte de los festejos oficiales por los supuestos 140 años de presencia presbiteriana en México, en la introducción de la edición especial de la Biblia, luego de ignorar por completo el nombre de Amador como iniciador en Zacatecas, de mencionar el templo presbiteriano de Villa de Cos (sin incluir su nombre), primero en el país, y de referirse al presbiterio de dicho estado también como el primero,[2]se incurre en el triple error histórico de afirmar, primero, que La Antorcha Evangélica se publicó en 1875; segundo, que forma parte de “la obra de comunicación presbiteriana por medio de la palabra escrita”[3]; y tercero, al no incluir los nombres de sus fundadores, precursores de la presencia protestante en México.
Aclaremos: esta revista se publicó en dos épocas, en 1869 y en 1873; no forma parte, en sus inicios, de la labor presbiteriana, pues aún no habían llegado los misioneros estadunidenses, por lo que los esfuerzos del momento no tenían todavía algún acento denominacional; y, finalmente, fue fundada por Juan Amador (su seudónimo era “Evangelista”) y Severo Cosío, a quienes se les unirían, en la segunda etapa, los misioneros Phillips y Thomson.
Lo último está bien consignado por la entrada correspondiente a
La Antorcha Evangélica en la obra publicada por la UNAM, que con, lujo de detalles explica:
Publicación semanal, aparecía los jueves. Cada ejemplar consta de 4 páginas impresas a 3 columnas y adornadas con filetes.
Salvador Vidal refiere que Juan Amador y Severo Cosío fundaron una imprenta en la Plazuela de San Juan de Dios en Zacatecas en 1869 y, unidos después a los misioneros norteamericanos Maxwell Phillips y Henry Clifton Thomson, la sostuvieron hasta 1876; es muy probable que en ella se publicara La Antorcha evangélica. La suscripción costaba medio real por cada número. De acuerdo con Jean-Pierre Bastian, el periódico pasó de 500 a 700 suscriptores en su segunda época, localizados en diversos puntos de la República Mexicana, alcanzando “el mayor tiraje” en la región zacatecana.[[4]]
El epígrafe decía: Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (San Juan, cap. VIII, ver. 32). El semanario contiene en la cabeza una ilustración que representa dos antebrazos, cada uno de los cuales porta una antorcha encendida iluminando un libro abierto sobre una mesa, que simboliza los Evangelios; […] Algunas fuentes consultadas señalan a Román castillo como editor, sin indicar fechas; sin embargo, el editor responsable del primer tomo de la segunda época fue Juan Amador.
[5]
En efecto,
Bastian se ocupa varias veces de Amador como un referente indispensable para entender los primeros avances del protestantismo en México y afirma que los misioneros, con el fin de atraer a ciertos intelectuales populares anticlericales “pretendieron crear una prensa de buen nivel” y que una de sus prioridades fue “lanzarse a la lucha intelectual”, razón por la cual apoyaron a La Antorcha Evangélica.
[6]Thomson fundaría
El Faro en 1885.
Además, cita la nota de Elías Amador, notable historiador, en
El Faro, adonde hace un magnífico resumen del pensamiento de su padre: “De ideas liberales desde su juventud, leía y estudiaba obras de Voltaire, Rousseau, D’Alambert, Kant, etc., etc. que conseguía prestados o podía comprar de vez en cuando con sus limitados ahorros”.
[7]
Al hablar de su labor política, religiosa y editorial, señala:
Redactó los periódicos de carácter radical y reformista: El Ranchero y El Defensor del Pueblo, que circularon bastante y le dieron alguna fama como liberal de principios exaltados. […]
Durante toda esa época no dejó de trabajar en favor de la idea reformista, y el año de 1857, cuando algunos agentes de la Sociedad Inglesa de Biblias fueron a Villa de Cos, los ayudó a la propaganda del Evangelio, logrando al poco tiempo establecer una congregación en su propia casa con 25 personas, la que aumentó después a un número de más de 500, y fue la primera que públicamente se fundó en el Estado de Zacatecas, con su templo, su imprenta y su periódico La Antorcha Evangélica, que circuló por muchas partes del país y atrajo muchos adherentes a la causa del Evangelio.
[8]
Según el Diario Oficial del Gobierno Supremo de la República del 15 de mayo de 1870, se trataba de un “periódico protestante que hace algún tiempo se publica”.
El libro de la UNAM resume muy bien el contenido de la revista (publicó, por ejemplo 80 proposiciones teológicas de Amador, diversas noticias del ámbito eclesiástico, reprodujo artículos de otros periódicos y dio fe del crecimiento de comunidades evangélicas en el país) y explica que Amador sostuvo fuertes polémicas religiosas con José Francisco Sotomayor, redactor de
La Antorcha Católica.
Apoyó al periódico jalisciense
La Lanza de San Baltazar al burlarse del papa Pío IX.
La colaboración entre Amador y Cosío concluyó con la muerte de éste en septiembre de 1873, y la revista desapareció en 1878, dejando una estela que sería retomada por otras publicaciones protestantes, especialmente
El Faro, que sería el órgano oficial de la Iglesia Presbiteriana.
[1]Juan Amador, en
La Antorcha Evangélica. cit. por AVB, “20.
La Antorcha Evangélica. Periódico de instrucción”, en M.Á. Castro y G. Curiel, coord. y asesoría,
Publicaciones periódicas mexicana del siglo XIX: 1856-1876. Parte I. México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas/UNAM, 2003, p. 65
.
[2]“Reseña histórica de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México”, en
Santa Biblia. Antiguo y Nuevo Testamentos. Edición especial con himnario evangélico presbiteriano
Sólo a Dios la gloria. México-Corea, Sociedades Bíblicas Unidas, 2012, p. 11. Sobra decir que esta introducción, además de su deficiente metodología historiográfica, presenta una enorme cantidad de inconsistencias de contenido, además de las tipográficas y editoriales, como el uso indiscriminado de mayúsculas para “resaltar” los asuntos importantes. Resulta increíble que las Sociedades Bíblicas Unidas no hayan supervisado esta edición tan lamentable, pero tampoco se podía esperar otra cosa del “asesor histórico”, Rubén Hernández Díaz, quien jamás ha publicado una investigación seria sobre el presbiterianismo mexicano y quien también alteró la letra de muchas obras musicales en el himnario mencionado, pasando por alto la tradición y la calidad original de las mismas.
[4]J.-P. Bastian,
Los disidentes. Sociedades protestantes y revolución en México, 1872-1911. México, El Colegio de México-Fondo de Cultura Económica, 1989, p. 61.
[5]“20.
La Antorcha Evangélica. Periódico de instrucción”, pp. 64-65.
[6]J.-P. Bastian,
op. cit., p. 61.
[7]E. Amador, “El Sr. Juan Amador”, en
El Faro, 1 de marzo de 1902, p. 1.
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