SIGUIENDO LAS PAUTAS DE UN TÍTULO.
¿Cuántas veces leemos una nota atraídos por el título? Me pasa bastante seguido. ¿Cuántas veces el título no se corresponde a lo que leemos luego? También me pasa a menudo.
Pues bien, mi nota anterior
Dar y recibir, that is the question (esa es la cuestión) introdujo en su título una idea que no fue desarrollada luego como para justificarlo. Al re leerlo descubro que he caído en las generales de la ley pues no se condice con esa mitad de la famosa frase de Hamlet. Pero, me consuela que aquella involuntaria
gaffe me haya impulsado a seguir escribiendo sobre el tema.
Busqué una explicación a la frase originada en la pluma de Shakespeare y que tanto usamos en distintas ocasiones hasta el día de hoy; de todas las que leí traduje la que más me gustó y deseo compartir:
“Siseguimos el discurso de Hamlet con cuidado, nos daremoscuenta de que sus nociones de ser y no ser son bastante complejas. No se limita a preguntar qué es preferible: si la vida o la muerte. Al personaje le es difícil distinguir con claridad entre ambas. El ser viene a parecerse mucho al no ser, y viceversa.
Alos ojos de Hamlet, ser es un estado pasivo, es sufrir golpes de la insultante fortuna, mientras que no ser es la acción de oponerse a esos golpes. Vivir es, en efecto, una especie de muerte lenta, una sumisión al poder de la fortuna. Por otro lado, la muerte se inicia por una vida de acción, un marchar armadoscontra un mar de problemas; un desesperado proyecto, si se piensa bien en ello.”(2)
Vemos en esta descripción una pintura de lo trágica que puede llegar a ser la vida en cada ser humano.
INTERPOLANDO CONCEPTOS
Si pudiésemos interpolarlos de modo que
dar y recibir fuesen leídos en el contexto del drama antes descrito: ¿Podríamos distinguirlos con claridad? ¿Se parecerían entre sí? ¿Cuál sería pasivo y cuál activo?
En resumen: ¿valdría la pena intentarlo? Este es un ejercicio que dejo en manos de los lectores que disfrutan trabajar o simplemente ocupar su tiempo con palabras.
No faltará el de buen talante, el infaltable amigo que siempre pone una nota de humor en el momento menos pensado, y con seriedad concluya: “mejor es dar que recibir, como aseguran los boxeadores”.
Sin renunciar al buen humor,
prefiero enfocar el dar y recibir como dos acciones unidas por la conjunción y antes que tratarlas como una opción separada por la letra o. Por más que muchas veces la tratemos como si fuese una opción, esa pareja verbal es inseparable, una entidad compleja pero única. Y es así, pues nadie da si no tiene, y nadie tiene si no ha recibido.
¿HAY UNA DOCTRINA BÍBLICA DEL DAR Y RECIBIR?
Toda la Biblia apunta al amor generoso de Dios, a Jesucristo como el regalo de Dios al hombre, a la necesidad de recibirle en nuestro corazón y vivir por fe una vida de servicio por amor a los demás.
Sin embargo, es en la parábola del hijo pródigo, ese joven que pide de su padre la herencia, donde encontramos un magnífico ejemplo del dar y recibir.(3) Pide el que no tiene y de quien tiene recibe.
Los dos actores de esta escena saben cuál es la acción que compete a cada uno y la historia es posible porque ambas partes expresan claramente su voluntad: uno quiere y pide, el otro accede y da.
Así resumida parece como si estuviésemos hablando de lo que es la vida: un trueque permanente. Sin embargo hay una importante lección que yace escondida detrás de este sencillo ejemplo.
El padre, dueño de la heredad, nos representa al Dios dueño de la Creación; el hijo, pidiendo su parte, nos representa a cada uno de nosotros cuando actuamos reclamando nuestros derechos: aún a costa de subordinar nuestra invalorable dignidad de
ser al efímero poder de
tener. Corremos el riesgo en el proceso de olvidar todo lo que recibimos sin que pidamos, y todo lo que retenemos sin necesitarlo.
Profundizando un poco más, la Biblia nos declara que Dios ama a su Creación y a su criatura. Y tan grande es su amor, que –sin que se lo pidamos- nos ha dado a su propio hijo para que todos los que creemos en él lejos de extraviarnos tengamos una vida sostenible y eterna. Esta es la dimensión bíblica del dar y recibir. Dios ama y da para que el que cree tenga, y todo le sea posible.
LA VOLUNTAD MANDA
Los discípulos pidieron a Jesús que les enseñase a orar. Como respuesta nació el “Padre nuestro”. Una de las frases fundamentales es la petición
“Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.”(4) Al declararla con plena convicción, todo cristiano genuino está reconociendo que no es nuestra voluntad de hijos sino la de Dios –nuestro padre- la que debe ser hecha. Con lo que volvemos a la parábola mencionada, en la que el padre da a su hijo lo que éste le pide porque así quiso hacerlo. Lo que luego hace el hijo con lo recibido depende exclusivamente de su voluntad.
El destino dado por el hijo a sus bienes define la equivocada decisión que tomó como heredero.
La voluntad que se exalta con sentimientos de seguridad y suficiencia es la subordinada al tener. Los impulsos que generan una generosidad basada sólo en el tener duran mientras no se agote su efímero sustento. Cuando todo se ha malgastado, cuando no queda ya nada, la voluntad es dominada por el desencanto, la humillación y el remordimiento; el ser queda sumido en oscura indignidad y honda culpa.
DIOS NOS DISEÑÓ PARA SER DADORES
No resulta fácil descubrir con qué intenciones se da. Menos aún, conocer cuándo alguien da para gloria de Dios y cuándo por vanagloria. Dios sí lo sabe. Porque Él nos amó antes de que existiéramos, nos hizo a su imagen y semejanza. Él es dador por excelencia; nos ha dado a todos la vida y nos está dando el sol, la lluvia y el oxígeno que la sostienen; sin que tengamos que pedírselo o presentarle antes un certificado de buena conducta.
Ojalá agradeciéramos a Dios por su provisión de cada día. Él es nuestro proveedor porque desea que seamos sus testigos y mostremos al mundo lo que Él tiene provisto para los que le aman.
Es sólo cuando nos consideramos dependientes de Él para todo, y nos gozamos en su comunión, que Dios se complace en darnos los deseos de nuestro corazón. La Palabra declara que antes que nuestros labios estén pidiendo Él ya sabe cuál es nuestra necesidad, y que él la suple más abundantemente de lo que pedimos o esperamos.
ES CUANDO DAMOS QUE RECIBIMOS
En la sinergia divina el cristiano cree en Dios por medio de Jesucristo. Porque cree, del Espíritu recibe todo don perfecto. Porque recibe lo mejor, continuamente desea relacionarse dando y brindándose.
Los cristianos vivimos en un mundo egoísta y ego céntrico; a diario escuchamos voces de millones de indignados a los que los políticos de turno en el poder les han metido la mano en el bolsillo, les quitan derechos antes concedidos, o discriminan por ser de otra etnia, otra confesión u otro signo político. En un mundo así, los herederos del Reino ¿somos los agentes de cambio? ¿Marcamos la diferencia?
Los que una vez fuimos hijos pródigos a causa de nuestra insensatez un bendito día volvimos arrepentidos al sitio donde nuestro Padre estaba esperándonos con los brazos abiertos. Por experiencia sabemos que la verdadera fiesta es cuando se nos perdona nuestra deuda con Dios y se nos transforma en sus colaboradores para mostrarle ese mismo amor a nuestro prójimo.
Jesucristo nos ha salvado para que obremos movilizados por la fuerza centrípeta que a todos atrae hacia Él, que es el centro de la vida. Y también nos ha unido a su familia para que actuemos en la tierra movidos por la fuerza centrífuga que nos aparta y libera de todo aquello que nos contamina y corrompe.
En el dar y recibir de Dios se cumple su eterno propósito de gloria, que demos de la misma manera que recibimos: de gracia.
Sólo por gracia podemos colaborar con Dios en su plan de redención. Él redimirá a su creación del pecado, lo sostendrá por amor a su iglesia y nos hará habitar un mundo nuevo en el día de Jesucristo.
Hasta la próxima, si el Señor lo permite.
(1) Los Hechos 20:35
(2)-http://www.enotes.com/shakespeare-quotes/not-that-question
(3) Lucas 15: 11-32
(4) Mateo 6:10
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