Por más que uno intenta prepararse, antes de viajar siempre falta tiempo para dejar asuntos resueltos y tareas cumplidas.
Salgo por dos semanas, y aunque me organicé como nunca antes, no pude completar todos los compromisos que se vencen durante mi ausencia del país.
Habitualmente hago llagar mi artículo al director de
Protestante Digital, Pedro Tarquis, el viernes en la tarde/noche de la ciudad de México.
En esta ocasión, por tener que iniciar mi viaje a la hora en que normalmente hago mi envío a Madrid, quise redactar las líneas de mi colaboración el jueves por la tarde. Imposible hacerlo porque estaba en la reproducción fotocopiada de documentos del siglo XIX, los cuales son esenciales para mi investigación de los orígenes del protestantismo mexicano a partir de 1850.
Ya entrada la noche del jueves y casi en la madrugada del viernes, las horas corrían y quien redacta esto no podía concluir la escritura de páginas por entregar antes de partir hacia otros lares.
Viernes en la mañana debió ocuparse en gestiones bancarias, y pagos adelantados de dos tarjetas de crédito, de no hacerlo a mi llegada me estarían esperando los consabidos intereses.
Mediodía y hay que terminar de hacer la maleta de viaje, una nada más con el objetivo de no tener problemas para movilizarme en las ciudades que pasaré dos semanas. La valija se rebela y ya no quiere dar cabida a más ropa y algunos libros. Por fin logró cerrar el zipper de la atiborrada maleta y casi es la hora en que llegará el taxi para conducirme al aeropuerto.
Ya no hay tiempo para escribir y enviar el resultado a
Protestante Digital. El taxista ha llegado con puntualidad digna de un suizo.
Me hago a la idea de que si arribamos con buena antelación al lugar donde parten las aeronaves, tal vez sea posible teclear algo en la sala de espera. Inusitadamente la documentación ha sido exprés, lo mismo que llegar a donde otros pasajeros aguardan la salida a su destino.
No fue posible continuar con lo que venía publicando en las últimas semanas en
Protestante Digital. Casi están por anunciar el vuelo que debo abordar. Solamente espero que cuando lo vea en Madrid, Pedro Tarquis comprenda que a veces a uno se le complica todo y es difícil escribir un artículo “normal”. A ver qué dice.
Respuesta a Carlos Martínez García: ¿Qué decir, querido amigo y hermano? Además de la perenne fidelidad en los plazos y la calidad de tus artículos, esta misma disculpa es una crónica de los preparativos de un viaje -amena y llena del encanto- de la carga de las tareas por cumplir ante una situación como esa. Ya, Carlos, nos llegó al alma otro artículo, escrito en la sala de un hospital, mientras aguardabas que atendiesen a tu padre y te encontrabas con un joven lleno de generosidad hacia los demás. Además de enorme historiador eres un gran cronista.
Hoy domingo, cuando salga este artículo, Dios mediante Carlos Martínez García estará predicando en la Primera Iglesia bautista de Madrid, en General Lacy (una de las mayores iglesias de la capital española). Poco antes, Dios mediante. habré podido por primera vez tener la alegría de saludarle en persona y agradecerle este artículo. Pedro Tarquis
Si quieres comentar o