Desde el pasado miércoles estoy asistiendo a dos encuentros internacionales que tienen lugar en Copenhague, la capital de Dinamarca. ARC PEACE y Arquitectos Sin Fronteras son las dos asociaciones de profesionales de la arquitectura, la planificación y el diseño urbanos que ofrecen sus actividades a bastante más de un millón de profesionales en todo el mundo.
Mi presentación llevó por título el que encabeza esta nota.
Me he encontrado con colegas a quienes no veía desde muchos años y con quienes co-fundamos en 1987 la primera de las nombradas ONG. He conocido a otros con quienes venimos intercambiando correos desde 2010.
Esta nota no la escribo con ningún otro interés que el de resaltar la importancia que tiene el dedicarse a una vocación profesional con un genuino sentido de responsabilidad social.
Después de 25 años compartimos un abrazo con
Ian Robert Davis, un arquitecto británico, profesor en Gestión de Riesgos para el Desarrollo Sostenible de la Universidad de Lund (Suecia) y Profesor Visitante de las Universidades de Cranfield (RU), Oxford Brookes (RU) y Kyoto (Japón).
Ian es un especialista enla planificación de refugios y la inmediata movilización para asistir a las víctimas de desastres naturales. Su humanitaria tarea lo
ha convertido en uno de los expertos con mayor reputación mundial. Gobiernos de todo el planeta lo invitan para que les instruya sobre cómo planificar y proveer la ayuda allí donde se sabe habrá –tarde o temprano- un terremoto, un tsunami, una inundación o una intensa sequía. Escuchar a Ian es todo un aprendizaje.
Menudo, de pelo blanco y ojos azules, este colega inglés despierta admiración y respeto. Pero, puedo asegurarlo, su modestia y afable trato personal provienen del hecho que Ian es un fiel hijo de Dios. Seguidor de Jesucristo desde su juventud también dedica tiempo a las actividades de la iglesia en la que es miembro con su familia.
Graeme Bristol, reparte su tiempo entre Canadá y Tailandia. Es fundador del Centro para la Educación en Arquitectura y Derechos Humanos. Su apasionada lucha consiste en la búsqueda de soluciones a los problemas creados por los empresarios inescrupulosos que contratan recursos humanos en flagrante violación de las leyes laborales, con el único objetivo de magnificar sus beneficios.
Esta realidad ocurre en todas las industrias. Es público y notorio que la compañía Nestlé ha estado involucrada en numerosos casos de denuncias laborales. Graeme está trabajando en Tailandia para proteger el derecho a un trato digno hacia los obreros de la construcción. Además, ha emprendido una campaña para solucionar el problema creado por la gran cantidad de personas –entre ellos niños- que viven en las obras en construcción por no tener un hogar. Su voz está siendo escuchada por muchos profesionales que saben de estas injusticias pero callan por temor a perder su contrato de trabajo.
Luz María Sánchez Hurtado, es una valiente peruana activista por los derechos de la mujer. Hablar de lo que esta arquitecta y urbanista ha desarrollado en los últimos quince años merecería varias notas. Actualmente tiene una organización sin fines de lucro en la que cientos de mujeres trabajan fabricando el material con el que luego colaboran en la construcción de sus casas. Esta infatigable luchadora contrasta abismalmente con la imagen de esa otra mujer que los creativos publicitarios pretenden vendernos para promocionar desde una gaseosa hasta eventos deportivos. Galardonada por su infatigable labor a favor de las mujeres campesinas Marilú no tiene empacho en decir que uno tiene que hacer aquello que sabe es justo y valioso: ayudar a los más débiles y expuestos.
Cito a estas tres personas, para no cansar con la idea de tanto repetirla: ¿por qué muchos cristianos prefieren reducir la expresión de su fe concentrándose en el programa de cultos semanales de su iglesia? ¿Acaso eso es ser sal y luz en la tierra? ¿De dónde aprendimos que la separación del mundo y del pecado de la que nos habla nuestro Señor Jesucristo es aislamiento y desinterés por los problemas de los demás?
Eystein Grenning,es un noruego cuya dedicación casi exclusiva es la de desafiar a los militares israelíes que cuidan que los palestinos no abran puertas en el muro que divide Jerusalén. Los diarios abusos que viven estos seres humanos a manos de militares causan pavor en quienes vivimos en libertad. Allí está, entre otros, este arquitecto que lucha para que colegas israelíes no acepten construir en la zona donde saben habrá de crearse el estado palestino ya acordado por la ONU. Porque eso es invadir –antemano- un territorio que no les pertenece.
Y uno piensa: ¿no son éstas señales de los tiempos cercanos a la venida de nuestro Señor? Cuando Él venga: ¿hallará fe en nosotros? ¿Hallará amor? ¿Nos encontrará encerrados en la comodidad de nuestra casa, o afuera –como Noé- instando a nuestros conciudadanos para que tomen conciencia de su situación y salven su vida?
Después de escuchar horas de testimonios de otros no-cristianos que ponen su piel en peligro denunciando las injusticias y trabajando para cambiarlas en la creación de un medio más justo y equitativo, me re-enfoco en la misión que trajo al Hijo de Dios a este mundo: poner su vida por la nuestra.
Este plan concebido por Dios antes de crear lo visible e invisible me lleva a valorar la salvación inmerecida que disfruto. La mejor manera de hacerlo es no dejar de actuar por los demás; porque
para salir de la autocomplacencia y el confort (que es egoísmo) es necesario ponerse en el lugar del que sufre carencias y no encuentra la manera de suplirlas.
Me convenzo aún más en estos días, que es a eso que estamos llamados los cristianos evangélicos si –en verdad- deseamos ser agentes de cambio en este mundo al que nos trajo Dios, por Su sola voluntad.
Próximamente continuaremos con más testimonios de responsabilidad social, si el Señor así lo permite.
Si quieres comentar o