La Cruz sangrienta al contemplar
do el Rey de Gloria padeció,
riquezas quiero despreciar,
y a la soberbia tengo horror.
Mi gloria y mi blasón será
la Cruz bendita del Señor,
y lo que di a la vanidad
ya le dedico con amor.
Sus manos, Su costado y pies
de sangre manaderos son,
y las espinas de Su sien
mi aleve culpa las clavó.
Cual vestidura regia allí
la sangre cubre al Salvador.
y pues murió Jesús por mi,
por Él al mundo muero yo.
¿Y qué podré yo darte a ti
a cambio de tan grande don?.
todo es pobre, todo ruin,
toma ¡oh Dios! Mi corazón.
Cuando acabo de escribir las preciosas palabras de este himno clásico con el que crecí, afloran las lágrimas a mis ojos. Cuantos recuerdos!...Qué palabras tan hermosas y a la vez tan olvidadas!
Hace pocos días, en una bendecida reunión de mujeres de café, Biblia y oraciones, la hermana que trajo la meditación en la Escritura habló de Jesús como el Camino, la Verdad y la Vida, una reflexión estupenda; pero, por alguna razón, yo me sentí impulsada a que leyéramos todo lo referente a la crucifixión de Cristo, el huerto, las siete palabras, etc.. y giramos en torno a eso mucho rato. Al final les pedí que, por esa vez, solamente oráramos dando las gracias a Dios por la Cruz, las grandes gotas como sudor de sangre, los latigazos, las espinas, la lanza en el costado..... En fin!, por la bendita Cruz del Calvario en donde fue ganada nuestra salvación y cantamos las , casi ya olvidadas para muchos, palabras de la canción
Hay poder, poder, sin igual poder
en Jesús, quién murió.
Hay poder, poder, sin igual poder
en la sangre que El vertió.
Jamás podré comprender a algunos cristianos que rechazan la imagen de la Cruz de plano, algo así como “va de retro”. No quieren la cruz como símbolo de su cristianismo, ni dentro de su iglesia, ni colgando al cuello en forma de una bonita joya.
Hoy es Jueves Santo y me inunda un espíritu de memoria, de Semana Santa, Si!.... por qué no?, no en plan retrógrado o anticuado; sino porque quiero recordar aquella bendita y vieja Cruz del Calvario donde mi Señor Jesús derramó Su Sangre por mi salvación.
Yo soy la primera que me revelo ante las tradiciones sin sentido, a veces, hasta farisaicas; pero hay tradiciones buenas que me da mucha pena que se diluyan en el tiempo.
Todavía recuerdo, cuando yo era una niña, en nuestra antigua capilla de la transitada calle Panaderas, en La Coruña. De jueves a domingo siempre había reuniones especiales, se traía siempre a algún reconocido predicador de otro lugar, se dejaban las puertas completamente abiertas y, día a día se iba pasando por todo: el huerto de Getsemaní, la crucifixión, las siete palabras de la Cruz, la sepultura y la bendita resurrección.
Todavía recuerdo ese sentimiento que me invadía de recogimiento, de tristeza a la vez que de alegría.
Con frecuencia se critica a los católicos por sus procesiones, su idolatría y todo lo demás y -obviamente- nada de eso tiene sentido. Pero estoy segura de que hay católicos verdaderamente creyentes, que lo viven, si! ya sé que mal vivido y equivocadamente; pero con sinceridad y fervor.
Y qué de nosotros?.... Creo que tanto retiro y tanta vacación de Semana Santa se han cargado, en gran medida, mucho de lo que he dicho antes.
En las reuniones de la Santa Cena que suelen ir acompañadas de libre adoración, muchas veces cantamos preciosas canciones, pero que nada tienen que ver con lo que estamos celebrando y recordando. Mucha gente casi odia himnos como el que encabeza este artículo, los consideran carcas y obsoletos y... lo siento! Yo no soy ni carca ni obsoleta, más bien todo todito lo contrario. Pero hay cosas que tienen que ser como tienen que ser y hay momento y lugar para cada cosa. Pido perdón si alguien no está de acuerdo conmigo; pero yo, esta Semana Santa, quiero recogerme, quiero centrarme en la bendita Cruz de Cristo y todo lo que la rodea.
Somos conscientes de que en la Sangre de Cristo HAY PODER??.... Sabíais que los satanistas no soportan escuchar esto?, pues si señores!!.... Y aquí me estoy poniendo en plan pentecostal; aunque pertenezco a las Asambleas de Hermanos y, nuevamente, pido perdón si ofendo a alguien; pero lo que es, es!!
No sé cómo va a ser tu Semana Santa, pero yo, hoy quiero ir a la reunión de mi iglesia, reunirme junto a mis hermanos, escuchar cada una de las siete palabras que dijo mi bendito Cristo en la Cruz y meditar, orar y, si hace falta, llorar..... Y el domingo estallar de alegría cantando: “Resucitó!, la nueva dad al mundo que Su muerte vio”.
Quiero terminar esta reflexión con la última estrofa del himno que lo introduce.....
¿Y qué podré yo darte a ti
a cambió de tan grande don?
Todo es pobre, todo ruin.
Toma ¡oh Dios! Mi corazón.
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