Las organizaciones internacionales de ARC PEACE y Arquitectos Sin Fronteras, ambas reconocidas por la ONU como las que nuclean a profesionales del Diseño, la Arquitectura, la Planificación y el Desarrollo Urbano-Rural en defensa del medio ambiente, los derechos humanos y la responsabilidad social, me han invitado a participar en un seminario a desarrollarse en Dinamarca entre el 12 y 15 de abril próximo, bajo el lema “Construyendo futuros duraderos”.
He elegido hacer una presentación a la que he titulado “Responsabilidad social = solidaridad en acción”. Pensando en que los lectores de P+D, y los de este blog en particular, pudieran interesarse en el carácter de ese encuentro al que asistirán representantes de los cuatro rincones del planeta, decidí compartir las notas que han de dar lugar a mi presentación.
Mi interés es doble: descubrir la positiva influencia de la iglesia de Cristo en el mundo secular, por un lado; y proponer un diálogo abierto y enriquecedor que mejore los puntos de vista aquí compartidos. Si se cumplen, el objetivo estará ampliamente logrado.
Estamos diseñados para ser responsables ¿Cómo podemos saberlo? Encuentro que la responsabilidad social está presente en distintos niveles de la vida. Para citar solo algunos ejemplos, la reconozco en:
EL GENOMA HUMANO
Venimos a este mundo con un diseño que, de acuerdo al genoma individual, habrá de ser desarrollado y perfeccionado según las oportunidades que tengamos como miembros de la sociedad en la que nacemos. La primera sociedad que conocemos es la familia. Todo lo que aportamos a la comunidad en la que estudiamos, trabajamos y nos relacionamos unos con otros, en gran medida es el resultado de lo que absorbimos en el seno familiar y, más tarde, en la escuela.
Las sociedades más evolucionadas son aquellas donde el sentido de lo colectivo está tan desarrollado como el de lo privado; donde hay un estilo de vida sostenible basado en el respeto y defensa de los derechos del prójimo. Es decir, cuando el “yo” adquiere su pleno sentido existencial porque se conjuga como “nosotros”.
LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD
Conocer la historia social de una etnia, una cultura o una nación, es fundamental para construir un mundo donde la comprensión entre los seres humanos implique un alto grado de tolerancia, cooperación y convivencia pacífica. La responsabilidad social es parte esencial de la condición del hombre en tanto ser gregario y tiene que ver más con el dar que con el recibir.
La pérdida de la responsabilidad genera abusos, desigualdad, discriminación y violencia. Pero también es respondida con solidaridad, cooperación y trabajo voluntario. Me siento muy honrado de ser parte de ese grupo humano identificado con la tarea de trabajar para la construcción de sociedades más justas, solidarias y pacíficas, en suma: de sociedades más duraderas.
Hace poco más de dos años dejamos atrás Argentina para afincarnos en las Islas Baleares, en Bunyola, un pueblecito de Mallorca al pie de la Sierra Tramontana declarada patrimonio de la humanidad por UNESCO en junio de 2011. Nuestros dos pequeños hijos van a la escuela en la misma villa desde donde, 100 años atrás (1912) el joven Rafael Nadal Martí emigraba hacia Sur América. Tres años después, casó con María Ballester una mallorquina a quien conoció en el barco cargado de emigrantes y, dos años después, trajeron al mundo a Margarita, la que sería mi madre.
EL ACTO DE CREAR
Unos días atrás hicimos una caminata en familia por la falda de la montaña donde aún se conserva la casa de mis antepasados, aún habitada por parientes. Bajo un sol radiante del mediodía todo se vestía con las primeras galas primaverales, los distintos verdes resaltaban las siluetas de las montañas y el cielo azul a lo lejos se confundía con el mar Mediterráneo.
Admiramos ese panorama compuesto por cientos de casas con formas y tamaños distintos como si estuviesen pegadas a la falda montañosa en contraste con los bancales de piedra y tierra rojiza, cubiertos de un verde y brillante césped, poblado de añosos olivos, florecidos almendros, naranjos y limoneros aún con frutos; y mientras mirábamos llegamos a la conclusión que es más lo que el medio ambiente nos ha dado, que lo que nosotros le hemos dado al medio ambiente.
Me dije en un momento: lo único que ha cambiado entre esta vista y la que vio mi abuelo hace 100 años, es que el hombre construyó más bancales, caminos y edificios y el ferrocarril. Justamente el próximo 16 de abril se cumplen 100 años de la inauguración del ferrocarril Palma-Soller, gracias a una iniciativa de los vecinos –entre quienes se encontraban mis antepasados- que hicieron todo sin ayuda del gobierno. Esa línea de tren, de gran atractivo turístico, sigue funcionando en forma privada. Y los niños recopilan información sobre esta realidad cotidiana, como parte de su formación escolar.
Sin embargo, este sitio por donde a lo largo de siglos han pasado los romanos, los árabes y los castellanos -cada uno dejando su impronta cultural- se ha mantenido gracias al orden y fuerza regeneradora de la Naturaleza y a que todos aquellos intervinieron aceptando el desafío de la topografía, usando recursos materiales disponibles y una enorme dosis de voluntad y sacrificio.
EL CLAMOR DE LOS POSTERGADOS
Así como Mallorca es uno de tantos ejemplos de la lucha por mantener una identidad propia, emergiendo una y otra vez después de reiteradas invasiones de conquista a lo largo de su historia (y de la que últimamente sufre a causa del intenso turismo masivo uni-estacional)
hay otras muchas comunidades del planeta que ni siquiera pudieron resistir la explotación o el olvido que padecieron (y aún padecen) a manos de los más fuertes.
Gracias a la alta tecnología de las comunicaciones, vamos enterándonos tanto de las pocas buenas como de las muchas malas noticias transmitidas al instante por tele-noticieros, por los diarios, o justo a un clic de nuestro ordenador. Son muchas las etnias, naciones, pueblos y tribus en todas las latitudes del planeta cuya identidad está asociada al hambre, la desnutrición, la desesperanza, la violencia y la muerte.
La actual crisis económica global viene a corroborar la exactitud de las serias advertencias del Informe Brundtland que fue el primero en impulsar a niveles global, regional y local un desarrollo integral que satisfaga las necesidades de esta generación sin comprometer las posibilidades de satisfacción de las necesidades de las generaciones futuras.
Al cumplirse este año el 25 aniversario de “Nuestro futuro común” la mayoría de los estados firmantes no han respetado sino algunos pocos de los compromisos asumidos; si a ello le sumamos el incumplimiento de muchas promesas de campaña electoral, el panorama de nuestro futuro es bastante sombrío.
La mayoría de los países ricos perdieron la brújula confundiendo desarrollo financiero con sostenibilidad económica, Estado de bienestar con bienestar social, subsidios digitados con igualdad de oportunidades, éxito oficial con prosperidad pública, propaganda oficial con libertad de prensa. Como resultado: la brecha entre ricos y pobres sigue creciendo sin freno alguno.
VIVIR EL EVANGELIO DE JESUCRISTO
Los cristianos que aman la Palabra revelada por Dios y siguen al Señor Jesucristo por amor, tienen el genoma de una nueva criatura que los caracteriza como testigos de la verdad encarnada en el Hijo de Dios. El testimonio de un cristiano se ve en sus buenas obras. Y ellas no lo salvan, sino que por ser salvos están guiados a practicarlas.
El seguidor de Jesucristo descubre que siente un grado de responsabilidad por todo lo que pasa en el mundo, tanto cerca como lejos de donde vive, estudia o trabaja. Aunque no sea el causante directo, los problemas de los demás son ahora su problema. Y junto con esa percepción lo invade la urgencia de comprometerse. Y es allí cuando investiga, comenta, se suma e involucra con el irrefrenable deseo de ser parte de la solución. Sabe que lo suyo es sólo un grano de arena en la inmensa playa, una gota de agua en el océano, pero no puede dejar de contribuir, aportándolo.
Lo que ha ocurrido es que ahora Dios le ha sacado del sistema mundano en el que era un agente de pecado para convertirlo en agente de cambio de ese mundo al que envió a Su Hijo.
Las buenas obras sobre las que Pablo enseña en sus cartas pastorales no son las que algunos hacen con la mera intención de recibir reconocimiento público, una promoción eclesial o un trato preferencial de parte de Dios. Ni siquiera cuando lo hacen por amor a la obra misma.
Por eso el apóstol se empeña en diferenciar las obras de la fe, que son producto de amar a Dios y al prójimo, de aquellas que solo buscan auto-justificación personal. Aún así, hay quienes leen la epístola de Santiago y encuentran en ella que la salvación se consigue con las buenas obras que cualquier humano está en condiciones de hacer. Pablo y Santiago coinciden en que las obras de la carne solo acarrean condenación, mientras que las obras de la fe son la expresión viva de toda persona que aprendió a amar, porque el amor de Dios la alcanzó primero.
Esta nueva posición del creyente en el contexto social es una realidad muy distinta de la anterior en la que vivía masificado por el mercado bajo el lema “el fin justifica los medios”. Ahora lo suyo no consiste sólo en doctrina y teoría, con lo importantes que ambas son, sino en un estado de alerta pro activo, dispuesto para ir donde el Espíritu de Dios lo llame, capacite y utilice, en auxilio de su prójimo.
A diferencia de la responsabilidad humana que antepone la justicia a la misericordia, la solidaridad del cristiano es la obra de genuina fe movida por el amor de Cristo.
En la próxima nota: Algunos ejemplos de solidaridad en acción. Hasta entonces, si el Señor lo permite.
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