Traemos esta semana un artículo de Casey Luskin, traducido por Santiago Escuain, de reciente aparición en
Evolution News and Views, que augura un incremento del debate científico entre partidarios y detractores del neodarwinismo.
THE MYSTERIOUS EPIGENOME [EL MISTERIOSO EPIGENOMA]
El libro de Woodward y Gills que difunde la revolucionaria tesis de Richard Sternberg
Casey Luskin
8 de febrero de 2012|
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Por mucho que se quiera negar, el movimiento del diseño inteligente está a la vanguardia de la biología. El año pasado, un miembro directivo del Instituto Discovery, Jonathan Wells, publicó
The Myth of Junk DNA (
El mito del ADN basura], describiendo las muchas funciones descubiertas para el ADN no codificante, anteriormente descartado en los círculos darwinistas como mera «basura». Su colega del Instituto Discovery,
el biólogo evolutivo Richard Sternberg, ha desarrollado lo que puede ser la próxima frontera para el D.I. El argumento de Sternberg es que, y mucho más allá de lo que la biología establecida ha estado dispuesto a admitirlo públicamente hasta ahora, los planes corporales de los animales y otros factores de la vida están determinados por fuentes de información fuera del ADN mismo.
Juntos, Wells y Sternberg han proporcionado adicional apoyo a las ideas de Michael Behe sobre la complejidad irreducible, con su implicación de mayor alcance de que se precisa de la presencia de muchos componentes —todos simultáneamente— para que la vida funcione. Esta importante investigación será puesta de relieve por Sternberg y Behe cuando se reúnan con los autores de un nuevo libro,
The Mysterious Epigenome: What Lies Beyond DNA (El misterioso epigenoma: Lo que hay más allá del ADN], para una conferencia de dos días, 24 y 25 de febrero, en la Bahía de Tampa, Florida. (
Los detalles de la conferencia aparecen en este enlace.)
Por lo que se refiere al libro de Thomas Woodward,
The Mysterious Epigenome, es una lectura fascinante —una popularización periodística sumamente efectiva de los datos y argumentos que ofrece Sternberg.
En 2003, unos investigadores culminaron el Proyecto del Genoma Humano, pero aquel hito desembocó en algo totalmente inesperado. El doctor Woodward, autor de
Doubts about Darwin: A History of Intelligent Design[
Dudas sobre Darwin: Una historia del Diseño Inteligente] y de
Darwin contraataca: Una defensa de la ciencia del Diseño Inteligente, que escribe conjuntamente con James P. Gills, explica esta sorpresa:
El Proyecto del Genoma Humano fue un innegable éxito en el avance de nuestro conocimiento de la programación del disco duro del ADN, pero el resultado efectivo en términos de
estrategias de potenciación de la salud parece haber frustrado muchas de las expectativas que se habían suscitado en los primeros años de los 1990s. ¿Cómo podía ser tal cosa? ¿Acaso no es el genoma humano un ejemplo fundamental de una nueva frontera que se ha asaltado y conquistado? ¿Cómo es posible que un logro tan grande haya producido unos resultados tan insignificantes en términos de avances médicos?
La transcripción del texto enciclopédico de nuestro ADN es desde luego un logro científico fundamental. Pero quizá lo que se ha estado perdiendo de vista, al menos en relación con la salud humana, es una frontera igualmente importante en relación con el genoma —una que está
más allá del ADN y que está justo ahora entrando en nuestro campo de visión. (p. 9)
Esta nueva frontera de la biología se llama el epigenoma, y estamos justo comenzando a comprender su complejidad. Richard Sternberg ha realizado un trabajo de vanguardia en la comprensión de la naturaleza del epigenoma, un trabajo en el que el libro de Woodward se apoya en gran medida.
Usando un atractivo método de ciencia-ficción —lo que ellos llaman «tecnología de cambio de sistema de referencia»—, el libro imagina lo que sucedería si el lector pudiera introducirse en un diminuto submarino y lanzarse a un fascinante viaje por las estructuras internas de la célula. Woodward y Gills explican:
Al explorar el funcionamiento del ADN, los científicos han aprendido mucho más acerca de una segunda enciclopedia de información biológica que reside por encima de la información fundamental almacenada dentro de nuestro ADN. Los investigadores han desvelado un complejo sistema en la célula —un sofisticado «software» situado más allá del ADN— que dirige las funciones del ADN y que es responsable de nuestro desarrollo embrionario y de la diferenciación de una única célula fertilizada en más de doscientos tipos de células en un cuerpo maduro. Este sistema de control superior está también implicado en los procesos de envejecimiento, en el cáncer y en muchas otras enfermedades. Guía la expresión del ADN, ordenando a diferentes clases de células que usen diferentes genes, y ello de maneras precisas que suplen las necesidades de aquellas células diferentes. Esta «información más allá del ADN» desempeña una función crucial en cada una de nuestros sesenta billones de células, especificando exactamente a los genes cuándo, dónde y cómo deben ser expresados. (p. 9)
El libro también cubre temas como el «
código de splicing», el
proyecto ENCODE, y las muchas
funciones del «ADN basura». Sobre este último punto, los autores observan:
Este último punto de vista —de que mucho de nuestro ADN es «basura genómica»— predominó en el campo de la biología hasta fechas recientes, porque había mucho que no se conocía acerca del ADN y que parecía estar ahí inactivo, sin función. Al menos, este extraño ADN no contenía genes codificados que se usasen para producir proteínas. Ahora hemos aprendido que mucho del supuesto ADN basura es precisamente lo contrario a basura. Un gigantesco proyecto llamado «ENCODE» se concentró en cuarenta y cuatro áreas diana esparcidas por el genoma humano, cubriendo treinta millones de pares de bases o travesaños en la escalera del ADN. Los científicos se encontraron un tesoro de datos acerca de algo llamado «genes de ARN». Este resultado, anunciado en 2007 y constantemente confirmado desde entonces, es una de las más apasionantes e inesperadas áreas de la genética moderna. (pp. 39-40)
Naturalmente, los autores se zambullen en los detalles acerca del epigenoma, y explican cómo proporciona niveles más profundos de complejidad celular y de información que nunca habían sido anticipados. Se tendrá que leer el libro para los detalles, pero aquí tenemos un extracto para abrir el apetito:
La célula viva posee una abundancia inmensa de códigos que hacen posible la vida, y que van mucho más allá de la hebra espiral del ADN mismo. La información, en una diversidad de formas susceptibles de uso, está alojada en virtualmente cada rincón de la célula, desde la corteza externa hasta el centrosoma, con su sistema de microtúbulos, hasta las histonas con sus colas coloreadas, hasta los patrones de metilación unidos al ADN. La mutua integración de estos sistemas y niveles de información constituye un espectáculo pasmoso. Desenmarañar estas complejas relaciones desde luego ocupará el diligente estudio de los biólogos durante décadas venideras. (p. 93)
Además de informarnos acerca de la investigación de Sternberg, este libro destaca los trabajos de teóricos del D.I. afiliados con el Instituto Discovery incluyendo a Jonathan Wells, David Berlinski, Michael Behe y Stephen Meyer, y pone en claro ante el lector cómo todo ello incide en el debate sobre el diseño deliberado de la vida.
Los ataques retóricos contra la tesis del diseño deliberado han sido duros, en ocasiones hasta brutales. Algunos adversarios del D.I. han desestimado la teoría calificándola de «creacionismo vestido de esmoquin de alquiler», y algunos violentos ataques lanzados por los darwinistas incluso han llegado a presentar al D.I. como una amenaza para el liderato de América en el campo de la ciencia. Dos libros publicados por la Editorial de la Universidad de Oxoford incluso se permitieron una hipérbole inadmisible, acusando al D.I. de hacer peligrar el futuro mismo de la ciencia, e incluso a la mismísima civilización occidental.
Sin embargo, diversos científicos de vanguardia que están trabajando con la tesis del designio han visto progresos en la publicación de sus trabajos en literatura con revisión paritaria. Especialmente en experimentos de laboratorio, muchos avances actuales son prometedores para el continuado progreso del D.I. Tenemos la sensación de que el debate ha alcanzado ahora un punto de inflexión crucial debido a que los nuevos datos acerca de las mutaciones del ADN suscitan embarazosas cuestiones acerca del núcleo duro del neodarwinismo: el pretendido «motor» de la selección y de las mutaciones. (p. 52)
Concentrándose en el Dr. Sternberg, Woodward y Gills escriben:
Las secuencias del ADN que codifican proteínas son sólo la punta del iceberg —la punta brillante en la que se han concentrado los biólogos durante las últimas cuatro décadas. El doctor Sternberg reconoció que una imagen como la del iceberg captaría la nueva perspectiva científica que está surgiendo de los datos de la genética y de la epigenética. Esta imagen es similar al gráfico usado en un reciente reportaje de fondo aparecido en la revista
Time sobre la epigenética, en el que el genoma se representaba como un puntito, el tamaño de un balín, mientras que el epigenoma era un círculo con un diámetro de unos 8 centímetros.
Naturalmente, si las células precisan de más información que la simplemente contenida en el código digital del ADN, esto suscita una cuestión:
¿Pudo esta información recién descubierta haber surgido mediante el mecanismo darwinista? Una cuestión crucial que aborda este libro tiene que ver con las implicaciones del epigenoma para el debate entre la tesis darwinista frente a la tesis del diseño inteligente. Los autores creen que esta nueva información es una manifestación de una «complejidad irreducible» en la célula, y preguntan: «¿Cómo puede ningún científico explicar un origen meramente natural de la complejidad de la célula cuando tropiezan con nuevos niveles de información —todo un nuevo sistema celular de lenguaje codificado— por encima y más allá del ADN de la célula?» (pp. 47-48) Concluyen expresando la razón por la que la revolución epigenética levanta una barrera a las explicaciones darwinistas:
El epigenoma añade una formidable presión sobre el aparato explicativo darwinista, ya de por sí endeble. Los cambios aleatorios, heredados a lo largo de generaciones, no tienen sólo que explicar el estallido del ADN según uno va siguiendo el pretendido árbol de la vida; uno debe también explicar ahora mediante estos mecanismos sin dirección el surgimiento de cada sofisticado nivel del epigenoma. (p. 116)
A decir de ellos: «Este nivel más elevado de complejidad integrada añade una dimensión adicional de evidente diseño para cualquiera que no esté cerrado a tal posibilidad debido a su visión personal del mundo o debido a sus compromisos metafísicos». (pp. 113-114)
The Mysterious Epigenome[
El misterioso epigenoma] es una introducción de fácil lectura para el gran público a un tema muy complejo que los biólogos están justo ahora comenzando a comprender. Los niveles recién descubiertos de complejidad celular que se consideran aquí son pasmosos. Lo que es más pasmoso es que si Woodward y Gills tuvieran que volver a escribir este libro de aquí a cinco años, seguramente tendrán muchísimo que añadir acerca de niveles conocidos de información epigenética de las células.
Esto es lo apasionante acerca de este campo: cada año vamos viendo más y más información que confirma las predicciones de la tesis del diseño inteligente, que el mundo biológico se manifestará rico en información y en complejidad especificada.
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