En los últimos días se han dado varios eventos en los Estados Unidos que nos obligan a estar vigilantes con relación a la libertad religiosa.
Por un lado la administración Obama ha dicho que la nueva ley de salud obliga a todo empleador o institución pública a proveer medios anti-conceptivos como parte de su seguro médico.
Permite una excepción para iglesias, pero no para instituciones religiosas de beneficio social, tales como los hospitales católicos. Los obispos católicos se han declarado fuertemente en contra de esta normay han prometido de la desobediencia civil, si el gobierno intenta obligarles a seguir la norma.
Hasta ahora la respuesta de la administración ha sido que la gente no tiene que utilizar los medios anti-conceptivos, pero la institución la tiene que ofrecer. Les ha dado un año más a los hospitales católicos para ajustarse a este reglamento.
Esta solución se puede comparar con la idea de decirle a un judío o a un musulmán practicante que no tiene que comer cerdo, pero que el año que viene lo tiene que vender en su carnicería.
Un segundo caso se ha dado en la Universidad de Vanderbilt en el estado de Tennessee. Las autoridades universitarias han amenazado con quitarle el permiso de participación universitaria al club cristiano InterVarsity porque requiere que sus miembros y directivos sean cristianos y que estén de acuerdo con la postura doctrinal y moral de la organización.
Según la directiva de Vanderbilt toda organización universitaria debe estar abierta todo estudiante. Esto obligaría a InterVarsity a aceptar que un no cristiano pudiera ser presidente de la sección local. Esta perspectiva ya se ha aplicado en otros centros universitarios y afectaría a cualquier organización universitaria cristiana.
Estos ejemplos son señales de que nuestro país (Estados Unidos) está en medio de grandes cambios. En los dos casos mencionados hay mucha presión social para que se cambien las normas que se quieren imponer. Pero está claro que la clase política de los Estados Unidos es más liberal que la población en general; y que ellos están persuadidos de que la religión debe expresarse en forma privada y personal, pero que la vida pública debe seguir normas seculares.
En medio de toda esta situación, personas alineadas a uno u otro de los dos lados de estos debates han definido esta lucha como determinante para el futuro de Estados Unidos. No parece haber manera de buscar una solución de convivencia.
Como cristiano se que Jesús es el Señor del universo y que su reino se manifestará plenamente algún día. Las normas y las prácticas en este mundo no son la última palabra. El Señor obrará su justicia sobre toda norma humana que va en contra de su ley. Así que
no tengo duda de que debo seguir fiel al Evangelio aunque viva en un contexto no favorable a la fe.
No comparto la perspectiva ética de los obispos católicos, pero sé que necesito caminar a su lado en la defensa de sus libertades, porque mañana una nueva norma contraria a mi conciencia se intentará aplicar a mi persona. Sin ir más lejos, admiro el trabajo de InterVarsity, y en mi juventud participé y colaboré con ellos, así que quiero luchar a favor e su legítimo derecho del uso de su libertad religiosa.
Mi tarea tiene que incluir fidelidad al Evangelio. Pase lo que pase, proclamar con voz profética en contra de los esfuerzos por limitar la libertad religiosa. Pero al mismo tiempo ser agente de reconciliación. El reto es juntar estas tareas en un contexto polarizado.
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