Al principio de cada nuevo año, una vez finalizadas las celebraciones de Navidad y de la Epifanía, el Papa recibe al cuerpo diplomático acreditado en el Vaticano y manifiesta a los embajadores de distintos países sus mejores deseos para el Año Nuevo, al mismo tiempo que les presenta una hoja de ruta global que muestra lo que está en juego en el mundo en lo que concierne al Vaticano.
Sin incluir sus relaciones diplomáticas con organizaciones internacionales,
el Vaticano sostiene relaciones oficiales con unos 179 países, número que únicamente sobrepasa los Estados Unidos de América. En 2011 se alcanzaron acuerdos con Malasia y Azerbaiyán, mientras que los convenios con Mozambique y Montenegro están pendientes de ser ratificados. China y Arabia Saudí son dos de los grandes países que no tienen aun relaciones diplomáticas con el Vaticano.
Esto es normal para una entidad estatal. Lo que es único es el estatus del Vaticano, que combina las dimensiones religiosas con las políticas. Antes de volver al discurso del Papa, quizás sea útil situarlo en su contexto institucional.
LA IGLESIA Y EL ESTADO
La IglesiaCatólicoRomana es la única iglesia que está relacionada orgánicamente con un estado soberano (o sea, el Vaticano) con su propia estructura política, financiera, jurídica y diplomática. Es el único cuerpo eclesial que trata con los demás estados al mismo nivel mediante el Vaticano.
Cuando firma acuerdos con un estado en calidad de concordato, por ejemplo, lo hace de acuerdo a las normas de la ley internacional, es decir, como un país soberano
vis-à-vis con otro país soberano. El Papa es a la vez cabeza de la iglesia y jefe de Estado. Cuando visita una nación se le recibe como a un rey, no simplemente como a un arzobispo u otra figura eclesiástica.
Aunque pequeño y simbólico, la Iglesia también tiene un ejército, como cualquier otro Estado, que juega hábilmente con su doble identidad (eclesial y política), lo cual es fruto de su larga y compleja historia, pero también es una indicación de su carácter institucional compuesto:
la iglesia y el Estado forman una sola entidad. La teología y la política están tan interrelacionadas en el sistema de la Iglesia Católica y en sus actividades que es imposible separarlas.
Numerosas tradiciones evangélicas se basan en el principio de la separación entre la Iglesia y el Estado y se hace difícil entender a una iglesia que es también Estado y viceversa.
Incluso aquellas tradiciones evangélicas que están acostumbradas a un tipo de pacto de relación entre iglesia y Estado siguen funcionando de acuerdo al principio de que, teológica e institucionalmente, la iglesia y el Estado son dos entidades completamente diferentes. No operan así en el Vaticano, que es ambas cosas. Esta singularidad debe ser comprendida para abordar todas las cuestiones relativas a la ICR.
DE LA CRISIS ECONÓMICA A LA LIBERTAD RELIGIOSA
El discurso de Benedicto XVI examina la escena global y los desafíos a los que el mundo se enfrenta.
En primer lugar, el Papa presta atención a la “crisis económica y financiera global”.Los más afectados son los jóvenes. Ellos están en peligro, especialmente en el Norte de Africa y el Oriente Medio. En esta región el Papa menciona explícitamente Siria, Tierra Santa e Irak. La comunidad internacional tiene que involucrarse y dialogar con ellos con el objetivo de lograr una reconciliación, sabiendo que “el camino de la paz es al mismo tiempo el camino de los jóvenes”.
La educación, la familia y la apertura a la vida (es decir, los comportamientos pro-vida), son las vías que conducirán al desarrollo de la generación más joven. A pesar de que el Papa dice que la crisis exige “unas nuevas normas que garanticen que todas las personas puedan tener una vida digna y llevar a cabo sus capacidades en beneficio de toda la comunidad”, no hace ninguna observación sobre las distorsiones devastadoras que provoca la economía global y la responsabilidad humana en las mismas.
El segundo pilar del discurso del Papa Benedicto es la libertad religiosa, “el primero de los derechos humanos, como expresión de la realidad más fundamental de la persona”. Después de rendir homenaje al ministro pakistaní asesinado Shahbaz Bhatti, el Papa habla de los cristianos privados de sus derechos más elementales o que se encuentran marginados de la vida pública en demasiados lugares del mundo. El terrorismo de inspiración religiosa también ha producido muchas víctimas, especialmente en Asia y Africa. En otras partes del mundo no identificadas (¿quizás en Europa y en Occidente?), la política tiende a marginar el papel de la religión en la sociedad. No se hace ningún comentario acerca de China, a pesar del hecho de que dos obispos CR están en la cárcel, tal vez por prudencia diplomática en una situación muy delicada.
ITALIA COMO EJEMPLO: LEY DEL EMBUDO
Para finalizar su discurso, el Papa hace referencia al 150 aniversario de la unidad de Italia como nación (1861-2011).En este sentido, espera que “Italia continuará promoviendo una relación estable entre la Iglesia y el Estado, para servir así de ejemplo a otras naciones que puedan observarla con respeto e interés”.
Desde una perspectiva evangélica e italiana, resulta por lo menos curioso que se tome a Italia como un ejemplo de relación Iglesia-Estado. Si bien la libertad religiosa es otorgada por la Constitución Italiana, la Iglesia CR tiene un estatus singularmente privilegiado que es mucho mayor que el de cualquier otra comunidad religiosa.
Este privilegio legal da lugar a numerosos beneficios de toda clase: económicos, sociales, políticos y en los medios de comunicación, los cuales serían absolutamente impensables en muchas naciones occidentales.
¿Pretende el Papa que las prerrogativas (totalmente injustas) que disfruta la Iglesia CR en Italia se extiendan a otras partes y se conviertan en un modelo para otros países?Si esto es lo que parece ser, en su lugar debería afirmarse lo contrario. Italia todavía necesita aprender lo que significa la libertad religiosa en un sentido avanzado, y uno de los mayores obstáculos para conseguirlo es precisamente la permanencia de la unión Iglesia-Estado que el Papa defiende en este discurso.
El tono del discurso es, al mismo tiempo, muy “católico” (es decir, de alcance mundial) y muy “romano” (o sea, ligado a un punto de vista muy peculiar).
Traducción: Rosa Gubianas
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