¿Quién no ha escuchado, alguna vez, diálogos semejantes a éstos?:
- No nos apresuremos, querida, esperemos un poco a ver qué ocurre – dijo él.
- Con tu
sangre de horchata, esperando, nunca haremos nada – le respondió ella.
- ¡Qué momento para pitar un penalti! Si lo convierte ganaremos… - se adelantó él.
- Tendrá que ejecutarlo alguien que tenga mucha
sangre fría –acotó ella.
- Veamos, mi amigo - le dijo el psicólogo con profesional afecto – cuénteme qué le impulsó a consultarme.
- Vengo a que me diga por qué me hago
mala sangre con cualquier problema – le respondió el paciente.
- ¿Cuántas veces debo repetirles lo mismo para que aprendan? – preguntó la fatigada
maestra; mientras recordaba los tiempos en que la enseñanza se apoyaba en el
lema:
“La letra con sangre entra” con una mezcla de resignación y esperanza
arengó a sus alumnos: ¡Hala! Intentémoslo una vez más…
No sé si a los lectores les habrá pasado lo mismo que a mí; que de tanto usar ciertos términos de manera coloquial, es como si me hubiese ido alejando de su correcto significado. Los estudiosos de nuestra maravillosa lengua podrían explicar mejor que yo cuál es la razón; aquí solo deseo plantear la posibilidad de que hayamos descuidado el real valor de algunas palabras clave. Y, si así fuese, contribuir para comenzar a recuperarlo.
En esta serie Con sangre todo cambia os invito a recorrer, juntos, el camino que nos conducirá –eso espero- a una mejor comprensión del significado de la sangre tanto en la vida creada por Dios como en su plan de redención de la Creación. Para ello os sugiero repasar tanto nuestros conocimientos seculares como bíblicos. Lo haremos desde tres tópicos. La presente nota que titulamos: El valor de la sangre; la segunda: Sin sangre no hay vida; la tercera: La sangre: agente de cambio sostenible.
LA HEMATOLOGÍA
Para definirla de manera simple esta la rama de la ciencia médica que se encarga del estudio de la sangre, su estructura, sus bondades, sus trastornos y las enfermedades consecuentes. Los especialistas en esta rama muy avanzada de la ciencia médica son los hematólogos.
Con permiso de los profesionales médicos y bioquímicos, y para hacer simple esta nota, digamos que la sangre es un
tejidofluidoque circula por la extensa red conformada por
capilares,
venasy
arteriastanto en los seres humanos como en los animales
vertebradose
invertebrados. ¿Por qué es roja? Por los hematíes o eritrocitos que llevan el oxígeno a las células de todo el cuerpo; ellos –que son mayoritarios- contienen ese
pigmento hemoglobínicocaracterístico, por lo cual se los conoce por el nombre de
glóbulos rojos; junto con los glóbulos blancos y las plaquetas son la fase sólida de la sangre; mientras que el plasma sanguíneo es su fase líquida.
Desde
Hipócrates(c.460 a.C. – c.370 a.C.), aceptado como el padre de la medicina (de allí el “juramento hipocrático” de los médicos), pasando por Miguel Servet, René Descartes, William Harvey y hasta mediados del siglo XIX predominó en Europa la teoría greco romana de los cuatro humores o
teoría humoral, que establecía que la bilis, la bilis negra, la flema y la sangre eran los cuatro líquidos básicos que hacían funcionar el cuerpo humano. En los últimos 150 años los avances en el conocimiento de la importancia de la sangre han sido fenomenales.
TIPOS DE SANGRE Y LAS TRANSFUSIONES
Entre los avances que ha permitido salvar la vida de cientos de miles de personas: están las transfusiones de sangre. Los experimentos comenzaron tan temprano como en el siglo XVI; pero recién en la primeradécada del siglo XIX se identificaron los diferentes tipos de sangre, y se supo que la incompatibilidad entre la del donante y el receptor podía causar la muerte.
Karl Landsteiner(Viena, 1868-Nueva York, 1943) Premio Nobel de Fisiología y Medicina (1930) descubrió que las personas tenían diferente tipo de sangre y que las transfusiones no eran compatibles entre personas de diferente tipo. En 1901 describió el sistema de ABO y en 1940 el sistema Rh.El método de conservación de sangre humana para su uso diferido en transfusiones, mediante la adición de citrato de sodio, fue desarrollado en 1914 por el médico argentino
Luis Agote(Buenos Aires 1868- 1954).
Un especial recuerdo de mi juventud universitaria me remonta a los campamentos de verano de ABUA
en Ongamira, sierras de Córdoba, Argentina; en uno de ellos tuvimos la inolvidable visita del Dr. Reinaldo Decoud Larrosa
[1]quien nos deleitó con sus conocimientos; en particular, sus recomendaciones sobre la conveniencia de conocer si hay compatibilidad sanguínea antes de formalizar un noviazgo. Un tema tan novedoso para la época que en el diario del campamento dio lugar a bromas con la escenificación de hipotéticos diálogos entre posibles parejas de novios:
“Me gustaría conocerte mejor, ejem …¿cuál es tu Rh?”
Conocer la compatibilidad sanguínea y la historia clínica tanto del donante como del receptor y verificar que la sangre no contiene virus es fundamental antes de proceder a una transfusión. Millones de transfusionados fueron contagiados de HIV/SIDA por esa falta de precaución. De la misma manera otros contagios han sido producto de transfusiones.
En países empobrecidos a causa de la corrupción, es común que se compre y venda sangre de manera ilegal, como ocurre con la droga. Muchos viven gracias a vender su sangre tantas veces como pueden. Y mucho mueren a causa de infecciones o debilitamiento extremo.
De cualquier manera, cuando los cuidados se extreman, y los bancos de sangre son seguros, se pueden salvar miles de vidas humanas cada día en todo el mundo.
(Consumer Reports afirmó en 1999 que esa cifra llegaba a 10.000 vidas salvadas cada día).
Es ya común en muchos países del mundo, que en el carnet de conductor de vehículos vaya el Rh de su sangre, y si es donante de órganos en caso de muerte. A pesar de todo, a muy poca gente el tema de la sangre le resulta simpático o atractivo. Prefieren cambiar de tema.
El 22 de enero:
Sin sangre no hay vida
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