CON DIOS EN TODO TIEMPO
Gastón Baquero (Banes, Cuba, 1914 – Madrid, 1997) es el más notable poeta cubano desde el Descubrimiento. Muchos creerán algo exagerada esta afirmación, pero la Poesía es así, va más allá de modas o nombradías de críticos cansinos que, por lo general, sólo saben copiarse entre sí. Y aunque Baquero consideraba a Lezama como el guía en materia literaria, lo cierto es que el propio José Lezama Lima creía que Gastón era el Elegido del grupo Orígenes, según testimonio de Fina García Marruz, reciente Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana:
“Cuando decidió alejarse para no volver ya nunca más a vernos, recuerdo haber oído las palabras melancólicas de Lezama, al que llamaba ‘el Maestro’, estas que le hubieran sorprendido: De nosotros, era el que tenía más dones”.
Y, por si alguien todavía tuviese alguna duda, no está demás reproducir el siempre acertado criterio de María Zambrano, cuando en su ensayo
La Cubasecreta, dice: “Bastarían la poesía de Lezama y la de Gastón Baquero para que se probara esto: que la suntuosa riqueza de la vida, los delirios de la substancia están primero que el vacío; que en el principio no fue la nada. Y antes que la angustia, la inocencia, cuyas palabras escritas y borradas en la arena permanecen sin letra, libres para quien sepa algo del Misterio...”.
Algo del Misterio y mucho de Dios y de inocencia. La filósofa española se centra en la poesía que completa la realidad, en los versos de Baquero. Lezama es magistral en cuanto al pensamiento poético, según mi parecer.Al mulato de Banes le viene de muy atrás su religación cristiana, expuesta abierta o simbólicamente en la poesía que dio a imprenta. Inolvidable resulta su abordaje al Antiguo Testamento en el largo poema titulado
Saúl sobre su espada (1942), publicado en La Habana como libro independiente, con citas de de 1 Samuel, 31 y 1 Corintios, 10.
En uno de los poemas dedicados a Rilke, tan grato para Baquero, como lo eran Mallarmé, Vallejo, Unamuno o García Lorca, dice:
No has de esperar que Dios
llegue hasta ti diciendo: SOY.
Un Dios que confiesa su fuerza no tiene sentido…
Has de saber que Dios
alienta en ti desde el principio,
y si arde tu corazón y no traicionas nada,
Él crea dentro de ti lo que suspiras.
¡Y qué decir de su portentoso y también extenso poema titulado “Palabras escritas en la arena por un inocente”, escrito en 1941! No puedo reproducirlo al completo, pero conviene buscarlo en la Red. Aquí sólo dejo constancia de sus versos finales:
(…)
Dejemos vivo para siempre a ese inocente niño.
Porque garabatea insensatamente palabras en la arena.
Y no sabe si sabe o si no sabe.
Y asiste al espectáculo de la belleza como al vivo cuerpo de Dios.
Y dice las palabras que lee sobre los cielos, las palabras que se le ocurren,
a sabiendas de que en Dios tienen sentido.
Y porque asiste al espectáculo de su vida afligidamente.
Porque está en las manos de Dios y no conoce sino el pecado.
Y porque sabe que Dios vendrá a recogerle un día detrás del laberinto.
Buscando al más pequeño de sus hijos perdido olvidado en el parque.
Y porque sabe que Dios es también el horror y el vacío del mundo.
Y la plenitud cristalina del mundo.
Y porque Dios está erguido en el cuerpo luminoso de la verdad como en el cuerpo sombrío de la mentira.
Dejadlo vivo
para siempre.
Y el niño de la arena contesta: ¡Gracias!
Y una voz le responde:
Sea Pablo,
Sea Cefas,
sea el mundo,
sea la vida,
sea la muerte,
sea lo presente,
sea lo por venir,
todo es vuestro:
y vosotros de Cristo,
y Cristo de Dios.
Vuelve a dormirte.
EXILIO ESPAÑOL
El alejamiento de los amigos de Orígenes (entre ellos, Lezama Lima, Cintio Vitier, Fina García Marruz y Eliseo Diego) se debió a que Baquero tuvo que salir de Cuba a principios de 1959, cuando triunfó la revolución de Fidel Castro. Pero ya antes dejó de publicar poesía porque había sido nombrado redactor jefe del
Diario de la Marina, el periódico más influyente de Cuba, de una línea abiertamente conservadora.
Baquero estimaba contraproducente los escritos políticos con la poesía y, por ello, sólo volvió a hacerlo cuando estaba exiliado en España. Aquí lo primero que publico fue
Poemas escritos en España (1960), más no como libro autónomo sino como parte de la revista Cuadernos Hispanoamericanos. Después aparecieron sus tres deslumbrantes poemarios:
Memorial de un testigo (1966);
Magias e invenciones (1984) y
Poemas invisibles (1991), además de sus ensayos
Escritores hispanoamericanos de hoy (1961);
La evolución del marxismo en Hispanoamérica (1966);
Darío, Cernuda y otros temas poéticos (1969);
Indios, blancos y negros en el caldero de América (1991) y
La fuente inagotable (1995).
Y si en 1994 el maestro Alfonso Ortega y yo habíamos publicado
Celebración de la existencia. Homenaje internacional al poeta Gastón Baquero (Cátedra de Poética Fray Luis de León de la Universidad Pontificia de Salamanca), donde recogimos los ensayos que se leyeron sobre la figura del notable poeta, el año siguiente fue definitivo para empezar la recuperación de su obra, pues pudimos compilar su poesía completa y algo de sus ensayos literarios (
Poesía y
Ensayo, dos volúmenes, Fundación Central Hispano, Madrid, 1995. En 1998, ya fallecido Gastón, el poeta y editor Pío E. Serrano, paisano y buen amigo de Baquero, editó una edición algo ampliada de
Poesía completa (Verbum, Madrid).
Debo decir que el cubano descreía del éxito facilón y que
gustaba de mantener su ser poético en el mayor de los secretos posibles. Trabajó más de treinta años en Radio Exterior de España, como corrector de pruebas, y ninguno de sus colegas supo que era poeta. Cuando el homenaje y los libros que le editamos,
El País le dedicó una página con foto inmensa, rodeado de los centenares de libros que amontonaba en un bajo alquilado de la calle Antonio Acuña, su quiosquero de media vida le dijo alborozado que había salido en el periódico. Él le contestó que se había equivocado, que ése señor no era él…
NAVIDAD
Pero retrocedamos y centrémonos en su poesía cristiana. Cintio Vitier, otro de los destacables poetas cubanos y esposo de Fina García Marruz, recuerda que en la Navidad de 1939, y para celebrar el primer aniversario de su amistad, Baquero le regaló un libro de Pascal, donde escribió el siguiente cuarteto:
Navidad, nacimiento, nacería
eternidad, razón de transitorio cuerpo,
entre el nacer y el ser, de luz y puerto
hacia el nacer que muere cada día.
Luego, en 1948 publicó el soneto “Nacimiento de Cristo”, dentro de los textos antologados por Vitier en su conocido libro
“Diez poetas cubanos”. En él refleja al recién nacido consciente de lo que le espera, y perdiendo la sonrisa. Gastón Baquero era, un sus últimos años, un hombre que raramente reía, aunque el humor no escaseara en su poesía. Por ello resulta valiosa la foto inédita que se dejó tomar por mí el año 1993, durante un descanso del Homenaje Internacional salmantino.
NACIMIENTO DE CRISTO
Por darle eternidad a cuanta alma
en hombre, flor o ave se aprisiona,
sustancia eterna ya brindóse en palma
salvando del martirio a la paloma.
La blanca sombra y el gentil aroma
que sus carnes exhalan; y la calma
de angustias plena que la frente asoma,
alma sin par desnudan en su alma.
Siendo recién venido eternidades
a sus ojos acuden en tristeza.
Ya nunca sonreirá. Hondas verdades
ciñéndole en tinieblas la cabeza,
van a ocultar su luz, sus potestades,
mientras en sombras la paloma reza.
TRADICIÓN Y REVOLUCIÓN CRISTIANA
Como poco se conoce el pensamiento cristiano de Gastón Baquero, su parecer sobre la Obra de Jesús, copio ahora un texto escrito en 1961, bastante esclarecedor: “…El real y verdadero tradicionalismo, el que obedece a la Tradición, viene de Cristo directamente, no pertenece a ningún partido político ni a la moda de ningún siglo, y contiene las esencias de todo dinamismo histórico llamado a perdurar.
Tiene ese tradicionalismo una revolución por hacer, pero es la cristiana revolución, la que se inició durante el período más revolucionario conocido jamás por los siglos, que fue aquel testificado durante treinta y tres años por los contemporáneos de un Niño que era el Hijo de Dios.
Y porque esa revolución de revoluciones, iniciada en el instante en que
iba a aparecer sobre la humildad de un pesebre el Rey de los Reyes, subvirtiendo desde entonces todos los valores y todas las jerarquías, para siempre, no se ha cumplido aún, los tradicionalistas de ella, los fieles a su sentido, son, en verdad, los supremos revolucionarios de éste y de todo siglo. Los otros, los que se contentan con perturbaciones políticas y económicas, son pseudo-revolucionarios, y revoltosos en el mejor de los casos.
Sin la Tradición no hay revolución cristiana. Sin Cristo no hay revolución.
ADANIZACIÓN DE LA PALABRA
Efraín Rodríguez Santana, buen amigo de Gastón y mío, logró que la obra de Baquero, prohibida en su isla, sea editada en la tierra que nunca más pisó el poeta. Así apareció la antología
La patria sonora de los frutos (2001, La Habana, Editorial Letras Cubanas). Antes, Rodríguez Santana había publicado una entrevista con Baquero, de donde extraigo el siguiente pasaje:
“Siempre, periódicamente, cada ser humano, generación, raza, pueblo, tiene una manera de acercarse o alejarse de Dios. Siempre se repite eso, porque en el fondo no hay más que un sólo episodio en el mundo, que es el del Paraíso, Caín, Abel, Adán. Volvemos a los orígenes, estamos en el origen, reiterándonos.
Exactamente lo veo como un señor que se libera de lo que le rodea: antecedentes, historias y recuerdos, inclusive enseñanzas, para volver por sí mismo a empezar la historia del universo dentro de él. Es bueno reencontrar el mundo, y entonces él vuelve a pensar, digamos, en la primacía del mundo a través de las palabras que va descubriendo. Por ello, el gran ideal de todo poeta, se supone que es llegar a construir su propio lenguaje. Hay poetas que no tienen palabras muy nuevas, sin embargo, poseen una manera. Lo ideal es encontrar el vocablo personal, propio.
Los grandes poetas son dueños de un idioma exclusivo, ese es el caso, por ejemplo, de Vallejo. Ya hemos explicado muchas veces cómo Vallejo entra en el lenguaje, no sólo digamos de peruanidad, sino de vallejidad, que es lo que le da singularidad a su poesía. Porque puede pasar que dos o tres poemas sean casi iguales en autores distintos; sí, pero cada uno de ellos ha encontrado palabras y modos de decir, que es lo que lo convierte en personal.
El poeta viene a ser como un Adán ante el universo y va bautizando el mundo con sus signos. Pues, ya tiene usted ahí un productor, un creador, un poeta. Cada hombre supone que puede hacer como un Dios, como un Adán;
de ahí esa idea que a mí me gusta mucho, de la adanización de la palabra”.
Anotemos dos sonetos escritos en sus inicios:
GÉNESIS
Sus rodillas de piedra, sus mejillas
frescas aún de la reciente alga;
sus manos enterradas en la arcilla
que el cuerpo oscuro hacia la luz cabalga;
y su testa nonata todavía, blanda silla
de recóndita luz, de espera larga,
fue ascendiendo detrás de la semilla
ida del verbo a la región amarga.
Ciego era Adán cuando la augusta mano
le impartió su humedad al rostro frío.
Por el verbo del agua se hizo humano,
por el agua, que es llanto en desvarío,
se fue mudando hacia el jardín cercano
e incendió con su luz el astro frío.
ADÁN Y EL RUISEÑOR
La soledad le ciñe la figura.
La mirada le da contorno y nombre.
Sólo alcanza su pecho lo que asombre
Su soledad, sus ojos, su pavura.
Adán es todavía esencia pura
Descendida de Dios para ser hombre.
Nadie viene a decir su oscuro nombre
Ni a compartir su habitación oscura.
Un presagio, un anuncio, una centella
Le invade al solitario. Se alza y reclama
A lo celeste su perdida huella.
Y nadie le responde. Vencido ya no clama
Ni pide la presencia de su estrella...
De pronto un ruiseñor canta en la rama.
AL OTRO EXTREMO TIENE QUE ESTAR DIOS
La poesía de Baquero está traspasada por el sentimiento de lo efímero de la vida y por su deseo de solventar en parte la soledad del hombre. Pero también por la trascendencia. Y Dios siempre presente en medio del abismo de la vida, Dios siempre presente cuando se disipa o disminuye la duda, cuando se encarama la Fe Así, en el texto “Homenaje a Jean Cocteau”, el poeta escribe: “¡Quién pudiera ser siempre niño inocente,/ inocente, es decir, dueño de mil secretos!/ Y menos mal que se nos ha dado el ardid del disfraz y la bola de nieve,/ el poder soñar con que un caballo es un candelabro,/ un portallamas para empuñarlo y recorrer las planicies de la muerte.// Al otro extremo de la cuerda tiene que estar Dios,/ al otro extremo no es posible que abra sus poderosas mandíbulas la nada…”. En el impactante poema titulado “El mendigo en la noche vienesa”, el fondo no es la miseria, sino la soledad del hombre. El texto termina así: “Pues el mendigo pedía una pequeña alianza a los humanos,/ un momentáneo socorro contra la soledad largamente padecida./ Y era como un guerrero negado a entregar su estandarte,/ como un soldado que sabe lo imposible de combatir solo, y no quiere rendirse,/y desafiando al cielo y al infierno persiste en suplicar,/ y vuelve los ojos a todas partes cuando es más dolorosa la batalla,/ y sólo sombras descubre en derredor,/hundida en sombras de súbito la noche vienesa,/ y hecha sombras la noche total del universo,/ y allí aquel mendigo, fiero testigo en pie, con la mano tendida hacia la nada,/acompañado solamente por las abrumadoras sombras de su soledad y de la soledad que ve en los otros.// Y nadie, nadie puede ayudarle, ni hacerle la caridad que mudamente pide,/ ni hoy ni mañana ni nunca,/ porque al hombre le es fácil compartir sus monedas,/ pero a ninguno le es dado pelear contra la soledad de un semejante”.
Dios siempre presente. El poema “Primavera”, empieza con estos versos: “Hay días en que el sol siente deseos/ de imitar a Dios”. Y también, en uno de los poemas dedicados al Lorca asesinado, dice: “Soñadle puesto en Dios. Soñad que estalla/ Risa y verso y pasión; soñadle aroma/ Que en lumbres canta la invisible playa”.
LA DIFÍCIL TAREA DE SER CRISTIANO
Hacia 1945, reflexionando sobre la poesía de Gabriela Mistral, Baquero expone su parecer sobre cómo debe vivir alguien que se dice cristiano: “…la mujer, como el hombre, ha de estar en lo religioso fuertemente, con carácter, con conciencia de la dificilísima tarea que es ser cristiano o cristiana. Porque no se puede persistir en la comodidad, en la indolencia de la gente que se da en creer que es muy religiosa y muy buena cristiana por el simple hecho de que cumpla mecánicamente con los ritos. A Dios hay que padecerlo, a Jesús hay que compadecerlo, padecer con Él, y ser cristiano es, o tiene que ser, un intento de morir en la cruz”.
MINIMA MUESTRA ANTOLÓGICA
Tres poemas de los que Baquero apreciaba pongo ahora como muestra. “Canta la Alondra…”, tiene una cita de Shakespeare (Hark! Hark! The Lark at Heaven Sings...) y está dedicado a Ángel Gaztelu). “Palabras de Paolo…”, tiene un cita de Dante (Ma se a conoscer la prima radice del nostro amor tu liai cotanto affetto...).
CUANDO LOS NIÑOS HACEN UN MUÑECO DE NIEVE
Cuando los niños hacen un muñeco de nieve,
Ellos no saben que juegan a Dios,
Autorizados por Dios.
Desde el seno de la cellisca sonríe el Señor,
Y aporta nuevos ramos de nieve, más blanca a cada instante,
Para hacer los brazos del ente, las orejas, la frente
De ese muñeco que acaba por erguirse en la vastedad de la nieve,
Igual que un hombre sale de las manos de Dios.
Cuando los niños hacen un muñeco de nieve,
Una vez satisfechos y plenos como el mismo Padre de todas las criaturas,
Lo abandonan gentiles a su nuevo destino,
Y queda sorprendido de ser para siempre una sombra arrojada a la nieve,
Aquel a quien los niños dejan como un centinela perdido en el desierto.
PALABRAS DE PAOLO AL HECHICERO
No hay para nosotros una marcha nupcial,
Ni muestran una alianza de oro nuestras manos.
Nosotros reunimos nuestras soledades desautorizadamente,
Pero sabemos que Dios tiene una respuesta para todo.
No podemos mirar en derredor para pedir clemencia,
Ni hemos de esperar nunca una señal de consuelo.
Con nuestras manos desnudas, manos sin alianzas,
Llamaremos directamente a la puerta de Dios,
Contemplando en la alta noche ese fulgor de las estrellas
Que no preguntan por el cuerpo de quien las mira,
Sino que vibran sólo al sentirse golpeadas por un alma,
Por un alma que pide socorro contra la hostilidad de los hombres.
No podemos mirar en torno: nadie ha de perdonarnos.
Ninguna mano humana acariciará nuestra extraña herida
(Esa herida que Dios mismo tiene que haber hecho).
Solo podemos tú y yo acompañarnos valerosamente,
Y ser yo el castillo donde refugies en la tierra tu soledad,
Y ser tú para mí el amparo que halla en medio del bosque
El ciervo sin cesar acosado por el furor de la jauría.
No hay un himno nupcial para nosotros: somos el espejo de la nada.
Pero yo escucho en torno nuestro toda la música del cielo,
Y cuando estamos tú y yo ofrecidos en nuestra miseria a Dios,
Cuando interrogamos con nuestro sufrimiento al creador de toda herida,
A la luz de todo misterio, a la clave de todo jeroglífico,
Nos bendice desde las últimas estrellas la música celeste,
Y comprendo que sólo Él puede perdonarnos, porque sólo El nos ama
Y nos comprende, ya que nos ha creado como abismo y misterio,
también para Su gloria.
CANTA LA ALONDRA EN LAS PUERTAS DEL CIELO
Canta la Alondra en las puertas del cielo sus arpas infinitas.
Canta espacios de oro rindiéndose ante el alba en suaves pasos.
Canta la Alondra la angélica alegría de los astros, canta el coro de Dios.
Iluminando fuentes y tránsitos de estrellas en la carne del cielo.
Quiero escuchar su trino lanzado a la dulce marea de las nubes,
Con ese oído de nácar que tendrán los ángeles cuando padece el corazón humano.
Yo sé que ella suplica el presto arribo de algunos seres amados por mi alma.
Y quiero ayudarla un poco, y recojo su canto por encima de su propia armonía.
Y ellos echan sus pasos a la noche prosiguiendo en belleza la estela de la Alondra.
Y nada cesa de temblar y gemir en las puertas del cielo.
Canta la Alondra en alas divinales transformada, canta el suplicio.
Por donde ahogándose en luz y en blanca música la lluvia se detiene.
Canta la Alondra sobre el punto cimero, diamantino de estrellas, incendiado.
En el albo resplandor de la Paloma, canta después del trono, canta la gloria.
De Sagrados vellones luminosos, deslizados al Pórtico nevado en alas del navío.
De dónde, de dónde viene esta garganta apretada de espumas siderales.
Y este encaje deslumbrante que cuelga de su labio vibrando en cada nota.
Yo pregunto de dónde, inquiero por el sitio original de todo arpegio.
De dónde llega, cómo el viento lo hace posible huésped de los mares.
Y cómo surge este público de rosas atendiendo el responso.
Y la oración de fuego que es el alba enlazada en la voz de la Alondra. Aquí, aquí también resuena el canto de la Alondra, lejos del cielo divinal resuena,
Como una llamada urgente es escuchado, como alguien que dice palabras que le dicta
Un músico sapiente, un rey, un exigente dueño custodiado de flamígero coro.
Y aquí resuena sólo cuando es pura la noche y los deseos han sido despeñados.
Entre los blandos secretos de corderos, de abejas, de azucenas, se escucha el tremolar.
Canta la Alondra aquí detrás de cada sombra salvada en el Paráclito.
Y hay diminutas antorchas delicadamente asidas al mirar de los niños,
Y resuenan las manos dolorosas de espuma, librándole senderos de esa lira de nieve.
Y contemplo mi alma cotidianamente asombrada de belleza.
Y la dejo partir, la desdeño sin llanto, como una piedra irremediablemente
[inscripta de blasfemia.
Y pienso en el rostro de Santa Flora y escucho los sonidos,
Y en el mancebo ignorado que ofreciera en el Huerto la espada de su cuerpo
Y escucho los sonidos, y el gorjear perfumado de algún lejano ángel
que me vela impasible.
Canta la Alondra el éxtasis que asciende y no retorna.
Así, apacible, lenta, como la frente de un penitente cayendo en el regazo
[de Dios, asciende.
Yo la siento gemir en un remoto pasado de mi alma.
Yo la gusto, errante, anclada en aquel signo de Dios que no ha partido todavía.
Erguida, así, la escucho y la contemplo, en el fragmento de ángel que me
[espera por detrás de la muerte.
Y la escucho cantar en los breves instantes en que ese rostro amado refulge y
[me confunde.
E ignoro si es posible tenerla por testigo de este doliente anhelo.
Y he aquí que entrego irremisiblemente mi alma al cristalino lecho de su canto.
Qué decir en esta circunstancia que no impregne los labios de alegría.
Yo recojo mi cuerpo en el silencio y me dispongo a morir escuchando.
Escucho cómo ascienden los seres bien amados de mi alma en pos de ese conjuro.
¡Oh Alondra! Penetra en voz de enigma por la clara ventana de su cuerpo,
Hechizando sus ojos con los propios ensalmos que derramas en extáticos lirios.
Penetra, ¡oh dulce Alondra!, su corazón amado, su pequeño recinto de gacelas,
Con los rostros más bellos, con los gestos ocultos en el límpido giro de los astros.
¡Escucha! Los címbalos del cielo despertados renuevan la alborada.
Como un gesto de Dios los trinos son llevados a enmudecido canto.
Y tu voz no ha cesado sobre el rostro de los serafines.
Y qué gran silencio pones debajo de mi sangre.
SIGNIFICACIÓN METAFÍSICA DEL QUEHACER POÉTICO
Quien desee profundizar en el pensamiento poético y religioso de Gastón Baquero, recomiendo leer su amplio ensayo “La poesía como reconstrucción de los dioses y del mundo”, que fue una conferencia dictada en Santander, dentro de los cursos de verano de 1960. Está recogido en el volumen “Ensayo” publicado por la Fundación Central Hispano, en 1995. Aquí una mínima esquirla: “L
a poesía contemporánea, que comenzó por romper con Dios violentamente, que parecía no tener otro objetivo que el estético y cuando más el blasfemo y el irracional, no sabía que estaba haciendo con sus textos y con su lucha por encarnar dentro del ser real de la poesía un reino libre y autónomo, una labor religiosa. Porque no otra cosa es la tarea que el poeta realiza cuando escribe el poema, aunque él pretenda estar haciendo ateísmo o aunque se presente o persona que nunca ha pensado en Dios. No importa.
Dios no necesita ser pensado para existir, sino que realiza en todo acto creador —y aun en la simple intención creadora—, aunque el acto tienda a ser contrario a Dios. Es muy del humor de Dios oponerse a Dios”.
Muy cerca estuve de Baquero.
Muy cerca sigo estando de Gastón.
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