Historia del protestantismo en Asturias, por Manuel de León de la Vega, Publidisa 2011, segunda edición, 600 páginas.
No puedo precisar si fue el año quinto antes de Matusalén o el año quinto después de Matusalén cuando vi y escuché por televisión un discurso del general Francisco Franco en el que decía pomposamente: “Los pueblos que olvidan la historia están condenados a repetirla”. Poco después leí que la frase se le ocurrió a Menéndez y Pelayo. También la he visto atribuida a otros escritores. Franco no fue original, pero el contenido de la sentencia se ajusta a la realidad. Ya decía el escritor alemán Oswald Spengler el siglo pasado que comprender la historia es como conocer a los hombres en el más alto sentido.
La historia es expresión, signo y alma hecha forma.
Manuel de Leónasí lo entiende.
Manolo, como le llamamos sus amigos, no es asturiano, nació en Granja de Moreruela, pueblo de Zamora. Es licenciado en Latín, Humanidades y Filosofía. También concluyó la carrera de magisterio.
Desde joven vive en Asturias, donde ha desarrollado toda su actividad laboral en una empresa de seguros. Estrechamente vinculado al protestantismo asturiano, actualmente ejerce voluntariamente como pastor en la Iglesia de Cristo en La Felguera.
Manuel de León es escritor de prestigio, profundo y ameno a la vez. Ha dirigido las publicaciones ASTURIAS EVANGÉLICA, ORBAYU y VÍNCULO. Escribe también desde sus orígenes como revista en PROTESTANTE DIGITAL. Alfonso Ropero, una de las mentes más claras en el protestantismo español, autor de unos 15 libros, dice en el prólogo que Manuel de León “ha rastreado en la historia, buceado en la literatura española, atendido a los historiadores de la heterodoxia y de la disidencia españolas, y, sobre todo, ha tirado del hilo de muchas pistas y personajes que le han abierto un mundo nuevo y poco analizado que pone de manifiesto la existencia y la extensión de un cristianismo reformador en España”.
El eminente historiador y ensayista escocés Thomas Carlyle dejó escrito que toda historia es también biografía. Manuel de León parece haberlo asumido. Porque su historia de los protestantes asturianos es también la biografía de los hombres y mujeres que la hicieron posible. El talento del historiador consiste en narrar hechos verídicos y en colocar en el lugar debido a las personas que los protagonizaron.
Buen capítulo el de los albores del protestantismo en Asturias. Aquí el autor abrevia su trabajo, como se ve obligado a hacer a lo largo de todo el libro por la abundancia de material y escasez de espacio.
En los siglos XVI y XVII no encuentra señales del cristianismo reformado en el principado. La entrada de la Reforma ocurre tímidamente en los siglos XVIII y XIX. De esos entonces Manuel de León destaca una serie de hombres que el común de los protestantes españoles desconoce totalmente o apenas recuerda. No son pocos.
Dice que el célebre Leopoldo Alas Clarín, zamorano pero quien desarrolló su vida en Asturias, logró asimilar los principios del protestantismo, del que existen huellas en su obra LA REGENTA. Muy interesante.
Con todo,
las primeras congregaciones evangélicas en la verde Asturias datan de los primeros años del siglo pasado. Tomás Giménez Valdivieso, en su libro EL ATRASO DE ESPAÑA, de 1909, dedica un capítulo a los protestantes y afirma que en Besullo existía una congregación.
Muy bien documentado, incluso gráficamente, el
capítulo dedicado a sacerdotes católicos que abrazaron el protestantismo en Asturias.
José Fernández, del Consejo de Quirós, quien después de su experiencia espiritual escribió el libro titulado LEJOS DE ROMA Y CERCA DE DIOS.
Enrique Fernández Fernández, aunque natural de Madrid, fue convertido al cristianismo de Cristo siendo cura en La Felguera.
Celso Muñiz, padre espiritual en el Seminario católico de Oviedo, confesor de confesores, director de retiros católicos en Covadonga. Manuel de León reproduce estas palabras del encumbrado cura católico: “Nunca olvidaré la noche de mi conversión. Otro día de duro conflicto interior había terminado y busqué refugio en el Señor y en su Palabra. Sin ningún deseo de hacer otra cosa por mí mismo, me arrojé a los brazos de mi Padre Dios, quien había dado a Jesucristo para mi salvación. Oré: Ven a mí, Señor Jesús, me entrego a ti como mi único y suficiente Salvador personal. No sé cómo ocurrió, pero es un hecho que todas mis vacilaciones, dudas y titubeos desaparecieron y mi felicidad fue completa”.
En un ejercicio de imparcialidad y de generosidad, Manuel de León no deja fuera del libro a una sola familia denominacional del protestantismo asturiano. Aquí están todos y a todos se les reconoce el trabajo llevado a cabo para situar el movimiento evangélico asturiano en el lugar que ahora ocupa: Los pioneros, los Bautistas, Hermanos, Pentecostales, la Iglesia de Filadelfia y otros grupos más o menos independientes.
En HISTORIA DEL PROTESTANTISMO EN ASTURIAS Manuel de León refiere una cantidad de historias, hechos acaecidos, fechas, números, nombres y tan abultada bibliografía como en pocos libros he visto y he leído centenares.
A este comentarista se le hace difícil condensar las 600 páginas de letra pequeña y apretado texto en un artículo de esta brevedad. Aún así
mi admiración y mi agradecimiento a éste meticuloso investigador por ofrecer a los protestantes españoles, asturianos o no, una obra que legitima nuestra historia y la eleva a lugares que otros le han discutido.
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