Los líderes de las economías mundiales más potentes, representando el 90% de la producción mundial, se encontraron en Francia a finales del pasado mes de noviembre.
El G20 discutió algunos problemas económicos. Lamentablemente
cuestiones como la extrema pobreza y la transparencia no fueron abordadas. Había asuntos más “serios” que tratar ¿Debíamos estar esperanzados o escépticos? ¿Cambiará algo algún día?
Burócratas y Ministros ya se reunieron meses atrás, con el fin de decidir qué aportarían los líderes en Cannes. Y a lo largo de este proceso de negociación y compromiso, los ideales se diluyen inevitablemente –se trata más bien de lo que se puede, que de lo que se debe conseguir-.
El presidente Sarkozy -anfitrión del G20- pareció menos ambicioso en su agenda dado el aumento de la crisis. Recientemente dijo: “Nuestro primer objetivo es consolidar la recuperación económica global”. Pero continuó: “El crecimiento es indispensable para crear nuevos puestos de trabajo, sacar a millones de personas de la pobreza y reducir los déficits y las deudas”.
¿Es su fórmula para la recuperación económica sostenible, o es como ha sido siempre?
El Reporte Preliminar del Plan de Acción de Desarrollo del G20, presentado meses atrás, parece haber diluido sus objetivos respecto a los paraísos fiscales ylas reglas para las industrias extractivas, dos áreas que podrían tener un gran impacto sobre la pobreza.
Los paraísos fiscales privan a los países en desarrollo de 130 mil millones de euros al año. Las industrias extractivas (petróleo/gas y minería), podrían contribuir enormemente al desarrollo económico de países ricos en recursos, pero a menudo, los beneficios no llegan al pueblo, y el soborno es una parte importante de ese fracaso.
Muchos grupos de la sociedad civil han desistido de participar debido a que los compromisos contraídos el año pasado en Seúl sobre una mayor transparencia de negocio no han producido un cambio real sobre la corrupción.
Aún cuando el negocio y los proyectos gubernamentales parecen una buena idea, por ejemplo,para proporcionar infraestructuras necesarias, el G-20 no parece lo bastante preocupado como para asegurarse de que los proyectos lleguen a entregarse a tiempo y dentro del presupuesto. En cuanto a las promesas de ayuda internacional elaboradas en Escocia durante el encuentro Live Aid, las naciones del G-8 (todas pertenecientes al G-20) fueron incapaces de alcanzar la cifra de compromiso por 15 mil millones de euros.
¿Hemos de caer en la desesperación? ¿Podemos tener alguna influencia al respecto?
Deberíamos recordar que el G20 se encarga de lograr un crecimiento que sea “sostenible y equilibrado”, con la garantía de una mejor regulación financiera internacional y de “reforzar el apoyo hacia los más vulnerables”. Y sus miembrosreiteran en su último plan de acción que el desarrollo seguirá siendo el centro de sus debates. Así que tal vez deberíamos defender que las ideas dignas y las promesas de mejoras, no sean olvidadas por la realpolitik.
Si alentamos, encomiamos, recordamos, los líderes tendrán una razón para actuar. En esta línea
Desafío Miqueas promovió el envío de cartas a los embajadores de Francia animándoles a mantener medidas contra la corrupción.
Reuniones como ladel G-20 sacan lo mejor y lo peor del liderazgo. Como cristianos, podemos animar a los mejores, no porque seamos ingenuos, sino porque decidimos tener esperanza y optamos por trabajar para el bien.
Hemos de animar anuestros países a defender las prácticas sostenibles, la integridad en los negocios y el crecimiento responsable, de modo que no tiene por qué ser como siempre ha sido.
Traducción y adaptación Daniel Pujol, del original Just the way it’s always been.
Plataforma Desafío Miqueas en España: Alianza Evangélica Española, Alianza Solidaria, Apeen, Cercáfrica, Emsi Misión, Esclavitud Xxi, Grupo Nueva Vida, Grupos Bíblicos Unidos, Misión Urbana Madrid, Misión Urbana Sevilla, Misión Urbana Valencia, Misión Urbana Zaragoza, Sociedad Bíblica.
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