Gracias hemos de dar a Dios porque el Protestantismo español cuenta en nuestros días con intelectuales y trabajadores del pensamiento como Máximo García. Su biografía de erudito instruido es muy completa. Licenciado en Teología por la Universidad Bíblica Latinoamericana, licenciado en Sociología y doctor en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca. Profesor de Religiones comparadas. Miembro de la Asociación de Teólogos Juan XXIII. Pastor en la Unión Evangélica Bautista Española.
PROTESTANTISMO Y DERECHOS HUMANOS es su libro número 21. Máximo lo justifica escribiendo que con él pretende afrontar “el trabajo de búsqueda de vínculos entre el protestantismo y derechos humanos en un marco socio religioso”.Lo hace con matrícula de honor en los tres últimos capítulos de los seis que consta esta inspirada y oportuna obra, cuidadosamente estudiada y expuesta con el rigor científico que es propio en Máximo García.
En los capítulos uno, dos y tres el autor ensaya una aproximación al mundo de hoy, caracterizado por el cambio de una sociedad sacramentada a una sociedad secular. Escribiendo para el colectivo protestante, hace preguntas que los llamados a contestarlas aún no lo han hecho: ¿Qué ha pasado con la transición religiosa? ¿Cómo han vivido los protestantes, o cómo les han afectado estos procesos de transición? ¿Se ha producido el cambio desde el nacionalcatolicismo al Estado no confesional que propugna la Constitución? ¿Están los protestantes españoles favoreciendo estos procesos de cambio? ¿Han contribuido en algo al logro de estos fines?
Máximo, observador por temperamento y analista escrupuloso, deja esas importantísimas preguntas en el aire para que las consideren aquellos a quienes corresponda hacerlo. Las dos últimas apuntan directamente al corazón del protestantismo, responsabilizándolo con razón de haberse enquistado en la queja por la queja, sin levantar un dedo para contribuir a la solución de problemas que afectan.
Mucho enseña quien bien pregunta. Se ha dicho que la acción es la mejor respuesta. Tal vez al Protestantismo español le falte eso, acción. Y compromiso. Un compromiso global por la libertad y la paz. Un compromiso que desborde las paredes del local de culto y ponga su mirada, si es preciso, en las estrellas. Y si éstas están lejos, mirar hacia los siete mil millones de seres humanos que en estos momentos poblamos la tierra. Así lo entiende Máximo García Ruiz y así lo escribe en un texto que tiene calidad literaria y también desafíos para los protestantes españoles: “Somos conscientes –dice- de que nuestro mundo no está regido por la teología del amor y la tolerancia, y que la ausencia total de violencia es una utopía… El llamamiento evangélico es a ser luz y sal de la tierra, alumbrar y dar sabor ético, un estado de tensión permanente, en el que es necesario introducir el espíritu del sermón de la Montaña en las estructuras e instituciones de nuestra sociedad, pero tal y como defienden los profetas del Antiguo Testamento, la paz y la justicia social no pueden marchar por separado”.
Inteligentes desafíos para todos nosotros. Provocación a levantarnos de los bancos y contemplar la calle. Apuesta por una tarea que estamos olvidando. Programa para una acción encaminada a promover como cuerpo evangélico la libertad, la paz, la justicia.
¡Bien dicho, amigo Máximo!
Domina más mi atención los tres últimos capítulos del libro. Porque están escritos pensando en los defectos, virtudes y posibilidades que tenemos en casa. La lista de diez grandes hombres que dedicaron su vida o parte de ella a la defensa de los derechos humanos, desde Martín Lutero en el siglo XVI hasta Barack Obama en los días que vivimos, destaca uno de los elementos distintivos del protestantismo antes y ahora: la defensa de la libertad religiosa como derecho fundamental de la persona.
No podía faltar este capítulo: La mujer y los derechos humanos en la teología protestante. Para Máximo, “las mujeres han logrado romper los muros de discriminación que las situaban en un estatus inferior con respecto a los hombres en lo que a derechos civiles se refiere, así como en el rol que tienen asignado en el seno de las iglesias”.
Uno de los documentos más antiguos que se han vinculado con los derechos humanos es el llamado Cilindro de Ciro, que contiene una declaración del rey persa Ciro el Grande tras su conquista de Babilonia el año 539 antes de Cristo. El Nuevo Testamento contiene llamamientos al reconocimiento y práctica de estos derechos, más fuertemente defendidos en la epístola del apóstol Santiago. La Reforma del siglo XVI, heredera del Cristianismo, no sólo propició en gran parte de Europa el desarrollo cultural, industrial y económico; también sentó las bases de los derechos humanos y la reivindicación de la libertad del individuo.
¡Gran libro este! Instruye, despierta la mente, educa, informa sobre hechos históricos y actuales que cada miembro de iglesia protestante no puede ni debe ignorar.
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