Algunas imágenes pueden poner patas arriba al mundo y a una gran parte de sus habitantes. En 2005 una viñeta satírica que representaba al profeta Mahoma con una bomba en su cabeza el lugar de un turbante, produjo un gran escándalo en el mundo musulmán. Millones de musulmanes se sintieron ofendidos y miles de ellos respondieron con manifestaciones callejeras por todo el mundo. Las protestas fueron tan lejos hasta llegar a bombardear embajadas danesas y pronunciar una fatua contra el caricaturista. Se levantó una polémica internacional sobre los derechos de la libertad de expresión, la autocensura y el respeto a las sensibilidades religiosas.
En Occidente, la orientación general de la opinión pública percibió que la reacción de los musulmanes era groseramente exagerada y golpeaba una de las indispensables piedras angulares de la civilización occidental.
No obstante, quedó claro que la última palabra sobre este tema no estaba dicha todavía. El poder de las imágenes desafía un simple enfoque en blanco y negro. Un nuevo caso hará que muchos reflexionen sobre ello.
¿BESO DEL PAPA PARA LUCHAR CONTRA EL ODIO?
El 16 de Noviembre una enorme pancarta apareció desplegada en el puente del Castel Sant’Angelo de Roma, justo enfrente de la Ciudad del Vaticano. La imagen es tan impactante como extraña. En ella el Papa Ratzinger está besando a un imán que resulta ser Ahmed al-Tayyeb, imán de la mezquita de Al Ahzar en El Cairo.
El dibujo forma parte de una campaña de publicidad promovida por el fotógrafo italiano Oliviero Toscani en nombre de la firma de moda United Colors of Benetton, cuyo objetivo es luchar contra la cultura del odio, fomentando la amistad entre los pueblos, las culturas y las religiones.La campaña también presenta besos apasionados entre el Presidente Obama y el Presidente Chino Hu Jintao, entre la canciller Angela Merkel y el Presidente Francés Sarkozy y entre el Primer Ministro Israelí Netanyahu y el Líder Palestino Abu Mazen. Pero el beso religioso entre el Papa y al-Tayyeb estaba destinado a ser el primero y quizás el más escandaloso de la serie.
El Vaticano ha expresado inmediatamente su indignación por la violación de la imagen del papa, al profanar su dignidad y ofender la sensibilidad religiosa de millones de católico romanos en todo el mundo.
La pancarta fue retirada inmediatamente pero las copias de la imagen salieron en todo el mundo y pronto se convirtió en una de las más vistas del día. Al día siguiente el Vaticano anunció que demandaría a Benetton tanto nacional como internacionalmente.
LA LIBERTAD EN LA ERA DEL PHOTOSHOP
Las polémicas acerca de los límites de la libertad de expresión sin duda se acrecentarán de nuevo.
El Vaticano no sólo apeló contra el ataque a la imagen individual del Papa, sino también al supuesto y público desprecio y al disgusto causado a los fieles que reconocen al Papa como su líder.
Mientras que el primer criterio es claramente identificable, el último es más difícil de definir.
Es ciertamente contrario a la dignidad del Papa manipular una imagen en la cual él, un célibe confeso, es representado como si estuviera besando a otro hombre, lo que indicaría una relación homosexual. Si él hubiera dado su autorización, Benetton habría tenido el derecho de explotarlo. Pero, comoquiera que no es éste el caso, notoriamente no tiene ningún derecho a caricaturizar groseramente a un hombre con fines comerciales y publicitarios, sin su consentimiento.
Más aún, puesto que la imagen está falsificada de una manera sensible y significativa, el permiso es todavía más necesario, por así decirlo.
El otro argumento argüido por el Vaticano parece ser más débil y potencialmente peligroso. En cualquier asunto o situación (p. e. deportes, religión, política) siempre se encuentra a alguien que se ofende por el lenguaje empleado, las opiniones expresadas o los medios de comunicación utilizados.
¿Es la “ofensividad” una categoría jurídica adecuada que da derecho a alguien a demandar a otra persona?
Los homosexuales pueden “ser ofendidos” por el predicador evangélico que lee en público Romanos 1. Los partidarios del laicismo pueden “ser ofendidos” por alguien que hable de “la creación del mundo”. Los evangélicos pueden “ser ofendidos” por el Papa cuando se refiere a ellos como una secta.
La lista sigue y sigue.
La protección legal de la propia dignidad es una cosa, respetar los “sentimientos” y “emociones” de diferentes personas o grupos es otra. Lo primero puede convertirse potencialmente en una causa legal, lo último es mejor abordarlo en términos de oportunidad (o ausencia de la misma).
El mundo del Photoshop es un nuevo mundo arriesgado. La ética cristiana debe encontrar un camino a seguir en estos difíciles pero inevitables temas.
Traducción: Rosa Gubianas
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