Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra. Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano (1 Samuel 17.49-50).
«Este sábado [15 de octubre]» escribía Sergio Muñoz Bata, «miles de personas tomaron las calles en 900 ciudades, en 100 países, para protestar contra la avaricia de las corporaciones, el servilismo de los políticos y un sistema financiero global diseñado para proteger al 1% más rico del planeta». Luego de hacer otras afirmaciones de igual contundencia, agregaba: «Como era de esperarse, la primera reacción del
establishment político y mediático ante las protestas ha sido ignorarlas».
Ya lo habíamos señalado en un artículo anterior refiriéndonos a la fuerza orientadora y manipuladora que tiene la prensa: Lo que dicen los diarios, las revistas noticiosas y los informes televisivos es, para el 90% de la gente, palabra que hay que creer como si viniera inspirada por el mismísimo Dios; del 10% restante, al 5% no le da ni frío ni calor en tanto que el otro 5% es el que sufre. Y lucha. Y se desangra.
Si estos medios no informan algo que ocurrió, ese algo nunca ocurrió.
Una delegación de estudiantes chilenos anduvo de viaje por países europeos explicando el dilema que se vive en nuestro país desde que el gobierno militar entregó a intereses privados insaciables y tiburonescos los sectores productivos y de servicio: Educación, previsión social, atención de la salud, las fuentes de agua, la gran minería del cobre, el ecosistema y otros. Siguiendo el criterio que señalamos, esta delegación nunca salió de Chile.
Se puede entender que la prensa que vive del sistema se acople a los intereses mercantilistas y económicos que le son afines.Porque si no, no hay avisaje y al no haber avisaje, no hay dinero; y al no haber dinero, no hay prensa. Y al no haber prensa, no hay cómo defender a ese 1% de que habla Muñoz Bata.
El caso de los medios cristianos, con ser parecido al de los seculares, no es igual. Los nuestros no viven del avisaje sino que se identifican con el sistema por convicción.Los creyentes, en cuanto ciudadanos, nos identificamos con el Partido Popular español, con el Partido Republicano en los Estados Unidos, con la UDI (Unidad Democrática Independiente) de Chile, solo para mencionar tres. Y lo hacemos así porque sentimos que nos representan aunque en la realidad estén lejos de hacerlo.
Nuestra prensa, en consecuencia, se alinea del lado de la injusticia social, política, económica. E incluso el tema religioso lo maneja a veces en forma bastante cuestionable.
Sin embargo, es noticia el fenómeno social que representan miles de personas en 900 ciudades de 100 países se han puesto de acuerdo en forma espontánea para protestar por lo mismo. Y como tal debería movilizar a los medios con tanto ardor como lo hacen cuando matan a Gadafi o cuelgan a Hussein. Pero prefieren hacer mutis.
Lo que ocurre en Chile no se había visto ni en los peores tiempos de la dictadura militar.Que miles de estudiantes resistan por más de medio año en un movimiento que no solo los mantiene movilizados a ellos sino al que han adherido sus padres, apoderados, familiares, profesores y trabajadores de las más diversas áreas es algo que nadie jamás lo imaginó. ¡Esto es noticia y los medios deberían correr con el mismo fervor con que las fuerzas policiales militarizadas corren palos; ¡pero no! Hay que mirar para otro lado o tomar las movilizaciones como si se tratara de un juego de niños. Darles la importancia que se merecen es ir contra el
establishment. ¡Y al
establishment hay que protegerlo aunque sea como la sanguijuela pegada a nuestra yugular!
En todo el mundo, y particularmente en Chile, este movimiento se alza, además que contra el sistema económico, contra los políticos que han demostrado que, en la práctica, no sirven gran cosa. En Chile, mientras un trabajador gana un salario mensual de 110 mil pesos (menos de 200 dólares) un diputado gana OCHO MILLONES de pesos mensuales pudiendo llegar con viáticos y otras prebendas a ONCE MILLONES por mes.
Esta mañana, viernes 4 de noviembre, alguien me preguntó qué pasaba conmigo que no había vuelto a escribir en Protestante Digital. Tengo que confesar que este artículo había quedado aparcado y sin terminar desde mediados de octubre.
Le contestaba a la persona que me preguntó que había decidido cambiar, de escrito a verbal, mi apoyo a los estudiantes chilenos y a los indignados del mundo. Con mi esposa Cire, le decía, estamos dedicando más tiempo a orar por ellos que a escribir por ellos. Porque creo, le seguía diciendo, que la oración es como la inyección en la vena: entra directamente a donde queremos que llegue; en cambio, una cápsula, una gragea o un elixir tiene que hacer un recorrido bastante más largo para alcanzar el mismo fin. Y tiene el inconveniente adicional que, en el camino, puede olvidar para qué fue administrado confundiéndose con el mal al que debería atacar o, simplemente, siendo engullido por éste.
Con lo que escribo corro el riesgo de ganarme la animadversión de quienes ven el mundo desde una perspectiva diferente; en cambio, con mis oraciones, me peleo con Dios y eso me resulta más reconfortante. Porque a Él le puedo decir sin tapujos lo que quiero expresar en apoyo de los indignados y en contra de ese 1% que es el que nos tiene como estamos y al mundo patas para arriba. Le recuerdo, por si lo hubiere olvidado(?), que Él es el Dios de toda justicia y que si bien vamos de mal en peor dando tumbos hacia nuestro destino final, no deja de ser el Dios justo que sabemos que es. Y que en algún momento tiene que meter su mano para «tratar» de poner cada cosa en su lugar. Y Dios no solo me entiende y me perdona cuando me pongo demasiado agresivo e impaciente sino que seguimos siendo los amigos que somos. Con Él puedo descargar toda mi bronca contra los
wolestrit, contra los países y otros medios, seculares o no, que se han concertado para ignorar el más impresionante movimiento de masas desde los tiempos de los
hipis y de Dany el Rojo. Y que prefieren dedicar su espacio a especulaciones filosóficas sobre la inmortalidad del cangrejo, a contarnos de lo linda que es la guagua de Sarkozy y la Carla Bruni, o de los 202 goles que ha convertido Messi en 286 partidos.
Y Dios me entiende; y, además, me contesta. No siempre como yo quisiera, pero el Don contesta.
Un día de estos le pedía que así como estuvo con David para guiar la piedrecilla de modo que fuera a dar en el único lugar vulnerable del gigante, estuviera con la Camila Vallejo y sus compañeros dirigentes del movimiento estudiantil chileno para dirigir la piedrecilla que ellos están lanzándole al gigante que amenaza con aplastarlos.
¿Nos hemos preguntado alguna vez si David tuvo el apoyo del pueblo israelita, autoridades incluidas, en esa empresa loca en la que se embarcó? ¿No habrá ocurrido, en su caso, lo mismo que ocurre ahora con los indignados de Chile, Nueva York, Chicago, Atlanta, Los Angeles, Italia, España, Israel, Grecia, Colombia, etcétera, etcétera? ¿No habrá vivido también el olvido de los medios, las risas de los políticos y los gritos de: «¡Vete a tu casa, ridículo!» «¡Vuelve a cuidar las ovejas de tu padre será mejor!» «¿Te crees el héroe, infeliz?» «Deja a los filisteos tranquilos que, al fin y al cabo, no lo pasamos tan mal con ellos» «¿Derrotar a Goliat? ¡Sueño de opio, idiota!»?
«Señor», le decimos a Dios, «no te apartes de la Camila y sus compañeros dirigentes.
Ellos son como David. La prensa los ignora, los políticos se ríen de ellos, la gente no soporta que la saquen de su monotonía y el gobierno le da largas al asunto esperando que se cansen y se vayan a sus casas, derrotados. No los dejes solos. Guía la piedrecilla para que le dé en la frente al gigante que parece invencible. Hazlo, Señor, por amor de tu nombre».
En eso estamos. Quizás ustedes no estén de acuerdo conmigo pero yo creo que la piedrecilla de David puede echar por tierra a los modernos gigantes y derribar las aparentemente indestructibles torres de dinero tras las cuales se parapetan los modernos Titanic, como dice Maruja Torres en su artículo «El hundimiento» de ayer jueves 3 de noviembre de 2011, página 48 de El País y que cito íntegro, a continuación.
EL HUNDIMIENTO
Maruja Torres
Da la impresión de que, en el actual
Titanic –por acudir a una fácil metáfora de naufragio–, que encierra a los componentes de la Unión Europea, quienes se han equivocado de rumbo o, peor aún, los que han obtenido grandes fortunas haciendo que se equivoquen los demás, se encuentran en el bar, corriéndose una francachela. ¿Que se ahogan en tercera clase? ¡Ah, mientras no nos lleguen sus gemidos ni sus pataleos!
El problema es que Papandreu ha abierto un agujero que conduce a la barra del bar. La suya es una decisión posiblemente demagógica y algo oportunista, una forma de salvar la cara ante los votantes. Pero es una decisión desesperada y también oportuna: a ver qué hacéis con esto, a ver si seguís brindando por no estar ahí abajo, con la plebe.
Qué susto, qué rasgadura de clámides y qué estiramiento de melenas, se ha producido entre los
bacalaocortantes de la UE y sus acólitos. Estos tahúres se sienten ofendidos. Papandreu, el arrogante patricio socialista griego, ha roto la baraja. ¿Qué esperaban? ¿Modales, a estas alturas? ¿Después de haber aceptado, sin que se les moviera un pelo de una ceja, que la presidencia del Banco Central Europeo sea ocupada por Mario Draghi?
Cierto, para opinar sobre esta debacle hay que saber economía. Pero hay que tener, sobre todo, decencia y memoria. Y la memoria nos dice que Draghi, con su sonrisa de caimán bien alimentado, fue directivo en Europa del banco estadounidense Goldman Sachs, precisamente en 2002, cuando el Gobierno griego de entonces –conservador: saga Karamanlis– requirió a dicha entidad maquillar sus cuentas públicas y sus cifras reales de déficit.
Así que no nos vengan ahora con esa virtuosa reacción de “esto no se puede hacer”. ¿Qué es lo que no debe hacerse? Todas las reglas ya han sido rotas.
Nota al artículo de Maruja: Aunque no somos expertos en enjuagues europeos, se parecen tanto con lo que ocurre en esta parte del mundo que no nos cuesta mucho ubicarnos. Son, precisamente, asuntos como los que toca Maruja los que nos han hecho titular este artículo en la forma en que lo hemos hecho: ¡Indignadísimos!
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