Se ha descrito al profesor Antony Flew como uno de los ateos más influyentes del siglo XX. Ha impartido clases de filosofía en la Universidad de Oxford y en otras universidades. Durante varias décadas, fue un respetado y denodado defensor de la inexistencia de Dios. No obstante, en 2004, el profesor Flew hizo pública su renuncia al ateísmo. Su peregrinaje filosófico ha adquirido fama gracias a la obra
There’s a God: How the world’s most notorious atheist changed his mind [Hay un Dios: Cómo el ateo más notorio del mundo cambió su mente], en la que relata cómo cambió de idea.
Flew afirmaba que los hallazgos obtenidos a lo largo de los años de investigación sobre el ADN constituyen un poderoso argumento a favor del diseño inteligente.
[1]Asimismo, sostenía que la única explicación plausible del origen de la vida o de la complejidad de la naturaleza es que exista una deidad o una inteligencia superior.
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Posiblemente, hay quien considere que los entresijos microscópicos del ADN no son una razón de peso para hacer que una persona cambie de parecer. Sobre todo, si esa persona ha defendido su ateísmo durante varias décadas y es uno de sus principales paladines. Sin embargo, el ADN humano es mucho más complejo de lo que podíamos imaginar: si extendiéramos el ADN de una sola célula, su longitud superaría los 1,8 metros. Si fuéramos capaces de enlazar el ADN de los billones de células del cuerpo humano, podríamos llegar a la Luna y volver a la Tierra varios miles de veces. Un largo trayecto, ¿no?
Hasta hace algunos años, se aceptaba de forma generalizada que el ADN de los gemelos idénticos era exactamente igual. Pero los últimos estudios científicos han demostrado que los gemelos idénticos tienen un ADN muy parecido, pero no idéntico.
[3]La conclusión más evidente es que no existen dos personas físicamente iguales en el mundo. Todos somos únicos. Además, cada uno tenemos una personalidad y una forma de pensar propias; nadie comparte nuestros mismos deseos, sueños o temores.
El genetista Francis Collins, director del Proyecto Genoma Humano, encabezó al equipo que elaboró el mapa del ADN humano. Su investigación de los pormenores del cuerpo humano le ha llevado a expresar su arrobamiento ante la complejidad de la naturaleza en términos similares a los de Antony Flew. “El Dios de la Biblia es también el Dios del genoma. Se le puede adorar tanto en una catedral como en un laboratorio. Su creación es majestuosa, asombrosa, compleja y bella”.
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Aunque utilizó otro tipo de lenguaje, David, el músico, poeta y rey de la antigüedad, expresó el mismo punto de vista al hablar de Dios con estas palabras: “Tú formaste mis entrañas; me hiciste en el vientre de mi madre”.
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¿Has considerado que eres fascinante y singular porque fuiste formado por las manos de un incomparable artesano?Dios mismo planificó y originó la existencia del ser humano, tal como se afirma al principio de la Biblia.
[6] Antes de que existiéramos, había Alguien. Dios existe desde siempre, antes de todo y de todos.
Aunque la mayoría de nosotros no tenga la talla intelectual del doctor Flew, pienso que la complejidad de la naturaleza, la inmensidad del espacio y el cuidadoso diseño del cuerpo humano deberían, al menos, hacer que nos preguntáramos cuál es nuestro origen, ¿no lo crees?
¿Qué pasaría si decidieras considerar este asunto? ¿Existe algo más importante que la relación que tenemos con nuestro creador?
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[4]Collins, F.
¿Cómo habla Dios?: la evidencia científica de la fe. Traducido por Adriana de la Torre Fernández. Madrid: Temas de Hoy, 2007
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