La actual visita de Benedicto XVI a su Alemania natal (los días 22 al 25 de setiembre) es una oportunidad para elevar las expectativas acerca de los eventos de los 500 años de la Reforma protestante que se conmemoran en 2017 y una posible declaración conjunta protestante y de la ICR. En esta línea, el Papa ha visitado la ciudad de Erfurt donde Lutero estudió filosofía entre 1501 y 1505 y allí se reunió con los representantes de la Iglesia Evangélica Alemana.
Is the Reformation over? (¿Está terminada la Reforma?) es el título de un libro muy discutido de Mark Noll y Carolyn Nystrom que se publicó en 2005. La respuesta del libro no es ni “sí” ni “no”, sino una especie de “bueno sí, pero”. Según los autores, los evangélicos y los católico-romanos puede que estén de acuerdo en el contenido de dos tercios del Catecismo de la Iglesia Católica; y su creciente cooperación es un signo de que sus relaciones no son tan polémicas ni tan malas como antes. Por consiguiente, su larga separación ya no es sostenible. La respuesta, por lo tanto, está abierta y el libro es el testimonio de una situación de cambio continuo por lo que al contexto de Norteamérica se refiere.
¿Está terminada la Reforma? es también una pregunta que estará en la agenda del Vaticano, especialmente en la del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, en los próximos años.
2017, DECLARACIÓN CONJUNTA SOBRE LA REFORMA
El año 2017 marcará el 500 aniversario de la publicación de las 95 tesis sobre las indulgencias de Lutero. Convencionalmente, el año 1517 se considera como el comienzo oficial y público de la Reforma. Aquel evento dio lugar a la controversia con Roma y fue la causa de que, finalmente, Lutero fuera excomulgado por el papa León X.
Como parte de las celebraciones que tendrán lugar, el Vaticano y la Federación Luterana Mundial proyectan emitir una declaración conjunta sobre la Reforma con
tres objetivos principales:
1.
La consecución de una “memoria compartida” sobre lo sucedido antes y después de la Reforma, apreciando de este modo el patrimonio común de los primeros quince siglos de “unidad” cristiana (al menos en Occidente) y la conciliación de los relatos en pugna de 1517 y más adelante.
2.
Llegar a una “admisión de culpabilidad” por ambas partes por los respectivos errores y pecados. El Vaticano acentúa el hecho de que Juan Pablo II ya pidió perdón por las responsabilidades católicas en la división de la Iglesia.
3.
El relanzamiento de la iniciativa ecuménica que, después de la Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación de 1999, ha ido perdiendo impulso. En realidad, esta Declaración no tuvo ningún impacto significativo en el proceso ecuménico y el Vaticano busca otro acontecimiento simbólico para promover su agenda ecuménica.
RECORDAR Y PROMOVER LA REFORMA: INTERROGANTES
Los tres objetivos de la declaración conjunta son positivos en sí mismos. Sin embargo, deben hacerse algunas preguntas puesto que estos propósitos necesitan ponerse en perspectiva y no se debería correr el riesgo de que se conviertan en definitivos.
1.
Hay mucho sentimentalismo acerca de la unidad íntegra de la Iglesia anterior a la Reforma. Antes de la Reforma, la unidad estaba tan fracturada como lo estuvo después. La sobria realidad es que la aparente unidad institucional no es ninguna garantía de unidad según el Evangelio. La “memoria compartida” y el “pasado indiviso” necesitan ser menos místicos y más realistas, no únicamente en lo que a la historia se refiere sino también en lo que concierne al presente y al futuro de la Iglesia.
2.
La sinceridad a la hora de confesar la propia culpabilidad es una actitud cristiana que debe fomentarse siempre. Los protestantes tienen muchos pecados que confesar. A pesar de todo, ¿significa que cuestionar a las autoridades de la iglesia establecida, siempre es pecado? ¿Romper los lazos con un sistema pagano, es pecado? ¿Utilizar un lenguaje “abierto” para denunciar la idolatría, es siempre pecado? ¿Proclamar “aquí estoy” para anunciar el Evangelio sea cual sea el precio, es pecado? El peligro está en difuminar las líneas hasta ser incapaces de distinguir entre el Evangelio y los falsos evangelios y llegar al punto de decir: ¡todos culpables, todos perdonados!
3.
La Declaración Conjunta sobre la Justificación ha sido un fracaso en muchos aspectos. Por una parte, la Iglesia Católico Romana no dio a este documento ninguna importancia eclesiológica. Se quedó en una declaración “dogmática” sin consecuencias prácticas. Por otra parte, según algunos luteranos liberales el Evangelio se define más por la inclusión que por la justificación por la fe. Para ellos el documento no reflejaba realmente el corazón del Evangelio. Más pronto o más tarde, las palabras infladas se desinflan si no son verdaderas; éstas, por sí mismas, no hacían que el documento fomentara ni dificultara el proceso ecuménico. ¿Será también éste el caso de la propuesta declaración conjunta sobre la Reforma?
Por tanto, el proyecto del 2017 es ambicioso y debe otorgársele una esmerada consideración. Pero, la cuestión de fondo es: considerando todos los matices y con el menor partidismo posible, ¿estaba Lutero fundamentalmente en lo cierto o estaba equivocado conforme al Evangelio?
La Reforma estará terminada solamente si se dan dos circunstancias:
a) en el caso y cuando se juzgue que Lutero estaba equivocado;
b) en el caso y cuando el testimonio fundamental de Lutero del Evangelio sea el testimonio de la Iglesia a lo largo y ancho del mundo.
Hasta entonces, la Reforma no está terminada, pero continúa siendo un importante ítem en la agenda de la Iglesia.
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